El Palomitrón

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CINE FESTIVALES, EVENTOS Y GALAS REDACTORES

HABLAMOS CON ARTUR-POL CAMPRUBÍ, DIRECTOR DE PUENTE DE PIEDRA

Artur-Pol Camprubí, director de cine catalán, presentó su último cortometraje, Podul de Piatrâ/ Puente de Piedra, en el Festival Punto de Vista. Antes, el cortometraje fue proyectado en el Festival de Cine de San Sebastián (mención especial), FICUNAM, Festival Márgenes y próximamente en Sheffield DocFest. En Podul de Piatrâ, una farola que marca el límite de un pueblo de la Franja de Poniente se enciende al caer la noche. Angélica, una mujer de origen rumano que vive en el pueblo, presencia el alumbramiento de un potro en los establos donde trabaja. La lucha de la pequeña criatura por liberarse de la membrana materna, su condición de miembro fantasma y fronterizo, le atraviesa de tal modo que no conseguirá desprenderse de esa imagen.

El director atiende a El Palomitrón para contarnos todo lo relacionado con su último y exitoso cortometraje. Dentro entrevista:

Lo primero que queremos preguntarte es por Puente de Piedra, tu cortometraje: ¿Qué es lo que te llamó a hacerlo?

Digamos que es una conjugación de procesos paralelos e ideas, a priori no relacionadas, que terminan por encontrar un lugar común. Podríamos decir que nace de las conversaciones y la relación que he ido tejiendo durante el último año y medio con Angélica, una mujer originaria de Rumanía que lleva casi veinte años viviendo en la Franja de Poniente, geografía limítrofe y fronteriza entre Cataluña y Aragón.

Paralelamente yo estaba desarrollando mis indagaciones en Elias Querejeta Zine Eskola, donde descubrí la figura de Eugenio Trías, un filósofo barcelonés que tiene una teoría solidísima sobre el límite como lugar habitable. Además, me intereso por la placenta como órgano, y empiezo a pensarla como un umbral que divide una vida intrauterina de una vida “recordable”, que a su vez me remite a la idea del nacer como herida de Otto Rank.

Llega un día en el que Angélica me habla de un sentimiento de interferencia, de no sentirse presente en la Franja ni tampoco, cuando puede ir, en Rumanía. No se trata de una nostalgia hacia el origen, o no solo. Cómo si el hecho de vivir «a medias», entre un lugar y el otro, sin pleno sentimiento de presente, habilitaran la posibilidad de habitar un espacio intermedio, subjetivo, el suyo propio.

Es a través de ese no-lugar y de su relación directa con la idea del límite que a mí me interesaba que empieza a articularse la película. Es un pacto flexible entre Angélica y yo dónde acepta que yo aplique mi sensibilidad sobre la suya con la condición de sentirse representada, y dónde hemos intentado acercarnos sin categorizar sino más bien con la intención de sugerir, tratando de esgrimir las grietas entre lo que conocemos y lo que no, entre lo que entendemos y lo que intuimos. La idea de situarse entre lo que se puede someter al pensamiento y algo mágico, un lugar intermedio donde esta lógica del pensamiento se ve seducida. El hecho racional abierto al carácter existencial, al misterio a las sombras.

¿Qué valor le das a la formación que recibes en la Elías Querejeta Zine Eskola?

Es un privilegio que en España exista una plataforma como esta, que es perfecta para  desarrollar e impulsar tus proyectos. También es un espacio privilegiado desde el que  pensar, y el hacerlo junto a una comunidad internacional y diversa que te estimula  con textos, visionados, colaboraciones, debates etc es un auténtico lujo.  

¿Qué crees que aporta al cine el Festival Punto de Vista?

Es un espacio que aporta resistencia y visibilidad en beneficio de un cine que  acostumbra a estar en los márgenes, de preservación de magníficas películas que si no  fuera por estos festivales ni siquiera podrían verse, son también espacios de reflexión  y congregación que en la lógica de la industria probablemente no podrían existir.

El cine más taquillero funciona actualmente, en muchos casos, por algoritmos. ¿Crees que el cine debería salirse un poco más de la norma?

Bueno, sí. Digamos que en el circuito industrial hay que pasar muchos filtros. Está todo muy jerarquizado. Intuyo que esta jerarquía se traduce en rigidez en el guion, y en muchos casos se recurre a una especie de fórmula.

Sabiendo que hay público al que le cuesta ver este tipo de proyectos independientes, ¿qué le dirías a alguien para que vea Puente de Piedra?

Bueno, esto es un poco prejuicio. Hay películas hermosísimas que tienen la capacidad de revolver. Son regalos. Además, Punto de Vista es un festival referencia por el amor que pone a todas y cada una de las proyecciones. Les diría que se quiten los prejuicios y que vayan a este tipo de festivales, les va a resultar positivo en sus vidas.

¿Dónde te ves dentro de 10 años?

En términos de cine, la verdad es que intento no proyectar en exceso. Idealmente, me veo desarrollando mis proyectos y pudiendo comer de ello, pero bueno, la vida da muchísimas vueltas.

Actualmente, ¿puedes vivir con tus proyectos?

Yo profesionalmente me dedico a la dirección de fotografía, sea lo que sea la dirección de fotografía. Pero bueno, estoy empezando un proceso donde espero comer también de mis propias investigaciones, o compaginarlo, que sería lo ideal.

Jorge G. Leguina

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