GODZILLA
El 6 de junio de 1945 se lanzaba sobre Hiroshima a BIG BOY, la primera bomba atómica usada como arma de destrucción y de la que poco se conocían sus efectos secundarios. No sólo supuso el principio del fin de la guerra del Pacífico, y por extensión de la II Guerra Mundial, sino que también marcó el inicio de una era en la que el ser humano lograba someter por completo a la naturaleza, hasta su más primaria estructura: los átomos. Pero también se inició una era de miedo, miedo a los efectos del poder que el hombre había desatado, un poder mayúsculo que conllevaba terribles consecuencias.
Consecuencias que no solo se vieron tras el estallido de las dos bombas, sino en múltiples ocasiones posteriores, como en 1954, cuando unos pescadores japoneses se vieron afectados por las radiaciones emitidas por la prueba de una bomba de hidrogeno cerca del Atolón Bikini. De este hecho nació uno de los monstruos más míticos de la cultura del siglo XX: GODZILLA (GOJIRA en japonés, y cuya primera película se llamó así), una película enclavada en la corriente KAIJU-EIGA (cine de monstruos gigantes) qué acabo trascendiendo a su género para convertirse en una denuncia del uso de las armas atómicas y de los efectos devastadores de las mismas. Así GODZILLA era más que un monstruo, era la representación de las secuelas de las bombas atómicas y las cicatrices que dejaron, la naturaleza vengándose del poder que el hombre había desatado. Cualquiera que vea las imágenes de esta primera película y a continuación las imágenes de Hiroshima y Nagasaki tras las bombas, se dará cuenta del paralelismo.
Tras múltiples películas que han ido ampliando la mitología del ser (en enemigos y familia), y de una decepcionante primera adaptación occidental (ROLAND EMMERICH, 1998), WARNER y LEGENDARY han decidido darle una nueva oportunidad a la revisión occidental del mito. Gran parte de esta decisión viene dada por los buenos resultados económicos de PACIFIC RIM y las críticas de MONSTERS Y MONSTRUOSO. Para ello han elegido como director a GARETH EDWARDS, que sólo tiene como bagaje la interesante MONSTERS. No solo ha sido elegido por haber manejado ya monstruos gigantescos, sino por ser un director que busca algo más en estas películas y eso es lo que podemos ver en esta nueva interpretación del mítico saurio.
Uno de los elementos que más ha cuidado EDWARDS ha sido el del reparto elegido para la película, algo ya que desde su anuncio causó revuelo al parecer más el de una película “seria” que el de un blockbuster. El elegido para ser el protagonista principal, y a través del cual seguiremos la historia, es AARON TAYLOR-JOHNSON (KICK-ASS), un militar que sin saberlo ha vivido marcado toda su vida por los titanes que veremos durante la película, pero que ha tratado de dejar atrás su pasado. Compone un papel muy sólido, logrando en todo momento transmitirnos la imagen de alguien que ve como todo a su alrededor se desmorona, pero decide luchar por salvar a los suyos. El otro papel principal recae en un estupendo KEN WATANABE (ORIGEN), que interpreta al científico que lleva más de 15 años investigando los sucesos que desencadenan la trama, y que a su vez sirve de homenaje a uno de los protagonistas de la cinta original, dando el contrapunto racional a la historia.
En papeles más secundarios encontramos a ELIZABETH OLSEN (OLDBOY) como la esposa del protagonista, y desde cuyo punto de vista sabremos cómo vive el infierno que se desata la gente de a pie, en un papel en el que no destaca, pero que tampoco cae en el histrionismo que solemos ver en este tipo de papeles. Pero sí un nombre destaca sobre todos en el cartel, es el del (ahora) famosísimo BRYAN CRANSTON (ARGO), padre del protagonista, que no ha logrado dejar atrás los hechos iniciales de la trama, hasta el punto de vivir obsesionado, lo que le ha alejado de su familia. Suyo es posiblemente el papel más intenso, que se aleja de los registros de su personaje más popular, nuestro Heissenberg de BREAKING BAD, para acercarse más al histriónico padre de Malcolm en la serie MALCOLM IN THE MIDDLE. Más anecdóticas son las apariciones de JULIETTE BINOCHE (AZUL) y DAVID STRATHAIRN (EL ULTIMÁTUM DE BOURNE).
Técnicamente se nota que EDWARDS ha estado constantemente asesorado por TOHO (la productora japonesa de GODZILLA), ya que su monstruo es fiel al original, alejado del en 1998 en el remake de EMMERICH, más parecido a un dinosaurio que al original. Su creación se ha realizado mediante CGI y el asesoramiento de ANDY SERKIS (Gollum), lo que le da un punto de credibilidad en su movimiento que de otra manera no tendría. Igual pasa con los otros monstruos que aparecen en la película, y cuyo diseño se asemeja al de unos insectos parasitarios gigantescos, en los cuales además se han respetado las leyes de la naturaleza para determinados tipos de animales. En cuanto al trabajo de fotografía que ha llevado a cabo SEAMUS MCGARVEY (LOS VENGADORES o ANNA KARENINA) solo se puede decir que es sobresaliente, llegando a crear algunas escenas arrebatadoras, como el salto en paracaídas de los militares, la primera aparición de GODZILLA o las entradas y salidas de este entre la bruma de la destrucción causada. Y si algo es importante para el aficionado a este titán, es el sonido, y os podemos asegurar que en este punto la película tampoco defrauda, ya que el grito de GODZILLA se mantiene fiel al original. El resto de apartados están a la altura, contando además con una buena banda sonora, que acompaña y no resulta machacona (quizás el único punto en que es superada por la versión de EMMERICH).
Pero si en algo destaca la película es en el tratamiento que le ha dado EDWARDS, alejándose de PACIFIC RIM (concebida como un maravilloso entretenimiento y un homenaje a las películas de monstruos contra monstruos) y las continuaciones que se hicieron en Japón, para acercarse a la película original. Así, durante la primera parte de la película asistiremos más a una narración del origen y motivaciones de los monstruos que a un carrusel de escenas de acción, que se guardan para el tramo final. Y es en esta narración donde EDWARDS retoma ese mensaje del que hemos hablado al principio: no somos dueños de la naturaleza, sino que vivimos con ella y sometidos a ella. Nos creemos el último eslabón de la cadena, el que está más alto y domina a los demás, cuando realmente no conocemos lo que nos rodea e incluso nuestras creaciones pueden ser nuestra última perdición, al liberar fuerzas que no podemos controlar. Con todo esto, no es extraño que ciertas escenas nos recuerden a hechos recientes como el desastre de Fukushima o el Tsunami del sudeste asiático, haciendo que EDWARDS cierre el círculo: antes era el miedo a lo que traía consigo la energía atómica y ahora es el miedo a la naturaleza
En definitiva, un blockbuster que busca algo más que ser una película en la que durante dos horas sólo veamos un espectáculo de peleas. Si buscas esto último, acércate a tu tienda habitual y hazte con la estupenda PACIFIC RIM; pero si quieres ver algo más, reflexionar sobre lo que estamos haciendo con nuestro planeta y cómo éste daño puede sernos devuelto por la naturaleza en forma de castigo, entonces GODZILLA es tu película. Aun así es muy recomendable para todos los públicos, tanto neófitos como devotos adoradores del rey de los monstruos.
LO MEJOR:
- La primera visión de GODZILLA, bajo la luz de las bengalas.
- El salto de los paracaidistas y su vuelo a través de las nubes.
- KEN WATANABE pronunciando por primera vez el nombre del monstruo: GOJIRA.
LO PEOR:
- Que se la acuse de pretenciosa. ¿NOLAN puede serlo y GODZILLA no?.
Alberto Plumed