10.000 KM
El primer largometraje de CARLOS MARQUÉS-MARCET es una radiografía brutal del amor entendido casi como un ser vivo, como un ente o un estadio que acerca a las personas. En 10.000 KM el amor es algo más que un sentimiento, es complicidad, es confianza, es sacrificio… pero también es insaciable. El amor hay que alimentarlo, a diario, y de la misma manera que nace y da sus primeros pasos envuelto en la robustez y la energía de la pasión de sus primeras etapas, también encalla, también se ahoga, también muere.
La ópera prima del director barcelonés es una película que lejos de focalizarse en las primeras etapas o en la madurez de las relaciones de pareja, elige mostrarnos con una verosimilitud aterradora el imparable proceso que acaba con él, sin motivos censurables, de forma natural, de la manera que más duele. Alex y Sergio son una pareja que tras siete años de relación se ven obligados a separarse cuando Alex acepta una beca que la obliga a desplazarse a Estados Unidos por un año. Un año en el que ambos, gracias a las nuevas tecnologías, monitorizarán su día a día sin advertir que el amor necesita el contacto físico, que exige compartir plano y experiencias en el teatro de la vida, y que la distancia es sólo un campo perfectamente abonado para que crezcan los miedos, las desconfianzas, los celos… para que muera el amor.
MARQUÉS-MARCET arranca el filme con un plano secuencia que encierra la clave del filme, y por ello es necesario que el espectador lo visione sin perder detalle o gesto alguno. Tremendo por su concepción y ejemplar como prólogo, la presentación de Alex y Sergio como pareja es arrebatadoramente cercana, porque el amor de ambos es real y cotidiano. Y es en estos primeros compases cuando vislumbramos que los proyectos vitales de nuestros protagonistas no están sintonizados, que las verdades pueden ser verdades a medias, y que el pulso de poder en la pareja siempre lo gana quien tiene la sartén por el mango. El resto del filme es una exposición de lo egoístas que pueden llegar a ser los sentimientos. Así, mientras Alex da sus primeros pasos, perdida y aislada en Los Ángeles, Sergio desde Barcelona se muestra seguro y confiado, protagonizando un rol protector con el que se siente muy a gusto. Este estatus de confianza que vive Sergio gracias a la soledad de Alex acabará en cuanto ella comience a encontrar su sitio, estableciendo amistades y viviendo experiencias con nuevos conocidos, vínculos que son ajenos a Alex, y que despertarán en él los miedos y los celos propios de alguien que necesita tener todo bajo control.
10.000 KM es un filme terriblemente actual, en el que las nuevas tecnologías vuelven a cobrar un protagonismo destacado, y es que al igual que HER (SPIKE JONZE, 2013), en la ópera prima de MARQUÉS-MARCET son parte de nuestro día a día, pero ambas se desmarcan porque mientras para el director estadounidense éstas pueden suponer el aislamiento total del ser humano respecto a sus congéneres, el cineasta barcelonés opta por un tratamiento mucho más práctico, y por tanto real, de la presencia de estos dispositivos en nuestras rutinas. En 10.000 KM las máquinas son instrumentos al servicio de una pareja que tiene que vivir en la distancia, son necesarias para mantener el contacto, para no perder el amor, para elevar a un nuevo plano las relaciones sexuales de pareja…pero como tales, son inservibles cuando todos los vínculos que unen a una pareja comienzan a desintegrarse.
Tanto DAVID VERDAGUER como NATALIA TENA firman dos interpretaciones formidables que tienen su clave en la naturalidad que destilan sus personajes. Durante todo el metraje se adueñan de la pantalla, y también de nuestra atención. Ambos lidian con personajes complicados porque las relaciones son todo menos planas. Cada personaje tiene sus defectos, sus anhelos y sus propias ambiciones.
Verídica, bien rodada, dulce y simpática en su primer tercio y tremendamente amarga y desgarradora en sus compases finales. Totalmente necesaria.
LO MEJOR:
- El plano secuencia que abre la película. Una ventana a la vida en pareja. Sin limitaciones, sin excesos; como la vida misma.
- La secuencia de Sergio, atormentado por sus inseguridades, intentando redactar un E-Mail a Alex. Como la vida misma.
- El visión de CARLOS MARQUÉS-MARCET, que dirige y coescribe el guion de la película sin perder el norte en ningún momento.
- DAVID VERDAGUER y NATALIA TENA. Impresionantes.
LO PEOR:
- Nada destacable. El peso del conjunto es enorme.
Alfonso Caro
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