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CINE CRÍTICAS

GAUGUIN: VIAJE A TAHITÍ

LOS ANTECEDENTES

Gauguin: viaje a Tahití es una producción francesa dirigida por el director y guionista Edouard Deluc. Protagonizada por Vincent Cassel, que ha recibido cuatro Premios César y al que vimos recientemente en la última película de la saga de Jason Bourne, narra los primeros años en los que el pintor posimpresionista francés se exilia a Tahití para buscar inspiración. El pintor volvió a Francia y, tras fracasar de nuevo con sus cuadros, regresó a la isla, donde murió solo y en la indigencia. Como otros grandes artistas, no vivió para ver el éxito que consiguió finalmente su obra.

LA PELÍCULA

Un Gauguin en plena madurez, casado y con cinco hijos, no acaba de hacerse un hueco en el mercado artístico del París de finales del siglo XIX. Cansado de lo que le rodea y desesperado por no encontrar la inspiración, decide trasladarse a la Polinesia para trabajar con libertad, alejado de los códigos morales, estéticos y políticos que le rodean. Allí, lejos de su familia y amigos, conoce a Tehura, una joven nativa a la que convierte en su esposa y musa de su obra.

La cinta comienza con una atmósfera agobiante que consigue trasladarnos la sensación de desesperación que siente el protagonista. Un París ruidoso y pendenciero contrasta con la miseria del hogar de Gauguin y la sobriedad de Mette, su mujer. Unos planos que juegan de forma inteligente con la luz dejan en el recuerdo del espectador el sabor del blanco y negro. De esta forma, el director consigue un mayor contraste de imagen y ambiente cuando nos transporta a la Polinesia: no solo el mar, el verde de la selva o el color de sus gentes, sino la luminosidad. Incluso en las escenas nocturnas que se desarrollan también a la luz de un candil se percibe un brillo diferente. Una metáfora del cambio emocional que sufre el protagonista.

Con un ritmo de acción pausado que refleja la tranquilidad, naturalidad y esencia de la vida en una Polinesia salvaje, y escenas con grandes silencios que marcan el conflicto del personaje con su entorno, el director consigue desvelarnos la profunda soledad que acompañó siempre a Gauguin: “Tú no sabes lo doloroso que es ser un artista”, llega a decir en algún momento.

No hacemos ningún spoiler si decimos que el final es trágico, como la fue la vida misma del pintor.

ELLOS Y ELLAS

Vincent Cassel convence en el papel de pintor obsesionado por encontrar la inspiración. Sin embargo, su interpretación está muy arropada por el conjunto de secundarios y, sobre todo, por el paisaje, la música y las espectaculares panorámicas tropicales. El papel protagonista femenino, interpretado por Tuhei Adams, es poco destacable. Sin embargo, los pocos minutos que tiene en escena Pernille Bergendorff consiguen mostrarnos el contraste entre su personaje, maduro, responsable y dominado por los convencionalismos, frente al espíritu desaliñado y libre de su marido.

Del resto de los personajes, el único que tiene cierto peso es Malik Zidi, que interpreta de forma aceptable al médico y único amigo de Gauguin en Tahití.

LA SORPRESA

Descubrir cómo un personaje adelantado a su tiempo, libre, con alma de artista y que busca la libertad, la belleza y la exuberancia de la Polinesia cae preso de la opresión y los convencionalismos del París del que ha huido. Confundir una mujer con una propiedad es algo propio de otro tipo de perfiles. O quizá solo sea una demostración de hasta qué punto puede llegar la crueldad del ser humano.

LA SECUENCIA/EL MOMENTO

La cinta tiene secuencias memorables por la belleza y la sencillez de la forma de vida del pueblo polinesio. En una de las secuencias, un grupo de aldeanos invita a cenar a Gauguin, que acaba de llegar a un poblado en la selva. Él observa a una joven que le sirve comida y su madre le pregunta: «¿Buscas una mujer?». Basta con decir que en la siguiente secuencia ambos personajes se marchan juntos del poblado.

TE GUSTARÁ SI…

Si te interesan los biopics y estás dispuesto a disfrutar de la imagen y no sorprenderte con la historia.

LO MEJOR

  • La belleza y la exuberancia del entorno polinesio.
  • Lo bien que está conseguida la atmósfera del París de finales del s. XIX.

LO PEOR

  • El triángulo amoroso que nos presenta no consigue el conflicto necesario para enganchar al espectador.

 

 Marisa Cruzado

2 COMENTARIOS

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