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ESPECIAL MADRE!: INTERPRETANDO SUS SIGNIFICADOS OCULTOS

Los festivales de cine siempre han sido caldo de cultivo para polémicas y un lugar perfecto para que las películas poco comunes vean la luz por primera vez. Son muchas las obras a lo largo de la historia del séptimo arte que han causado gran impacto en sus estrenos, grabándose a fuego en la mente de sus espectadores tanto para bien como para mal. Precisamente hoy, 5 de septiembre de 2019, se cumplen dos años del estreno de Madre! en el Festival de Venecia y de todo el revuelo que causó la última cinta de Darren Aronofsky. Por ello, y para reivindicar la importancia de un filme que incluso podríamos clasificar de obra maestra por su riqueza metafórica, os traemos un artículo especial analizando las interpretaciones más escuchadas de Madre! y sus significados ocultos, que sin duda os harán ver la película de muchas otras formas distintas.

Extrañeza y humanidad: una relación de amor-odio

Es un hecho indiscutible que la humanidad siempre ha sentido especial atracción por aquello raro, grotesco, macabro. Aquello que, de una u otra forma, no se asemeja a la normativa impuesta y rompe con lo establecido para crear, así, su propia y extraña realidad. Es este “fetiche humano por la extrañeza” el elemento que da lugar a numerosas obras artísticas de difícil interpretación, obras que a primera vista impactan pero que a medida que son analizadas resultan ser piezas de gran valor simbólico e interpretativo más allá de la crudeza de aquello que muestran. Y, si bien es cierto que gran parte de la interpretación recae en la subjetividad del autor y en cómo ha creado dicha obra y en lo que él mismo ha querido transmitir, es la extravagancia de este tipo de creaciones lo que da pie a múltiples lecturas al servicio de diferentes puntos de vista personales, aquello que provoca una bandada de incontables explicaciones sobre el sentido profundo de unos mismos elementos. Por lo tanto, la excepcionalidad significativa de estas obras repletas de singularidades un tanto siniestras son el paradigma perfecto (dentro del ámbito artístico) para entender el concepto de subjetividad y en cómo la delgada línea entre realidad e interpretación se encuentra prácticamente difuminada, dando lugar a un espacio heterogéneo en el que difícilmente se le puede asignar un significado universal y verdadero para todos los sujetos a una obra.

En este sentido, el ámbito cinematográfico es uno de los contenedores más exitosos a la hora de recoger obras de tales características. Uno de los ejemplos más recientes del impacto de este tipo de películas extremas y aparentemente sin sentido se dio, pues, con la última cinta de Lars Von Trier, hasta el punto de provocar la huida de los espectadores que asistían a su proyección durante el Festival de Cannes y de ser clasificada posteriormente como “vomitiva”, “vergonzosa” y “una película que nunca se tuvo que hacer.” La polémica está servida a la hora de hablar de filmes de tal calibre, explosivas en toda su esencia, que buscan dinamitar los cimientos del séptimo arte y provocar nuevas reacciones en sus espectadores, trascender más allá del éxito que puedan (o no) tener. Y si existe una cinta de relativa actualidad que reúne todas esas características grandilocuentes y un potentísimo halo interpretativo a su alrededor, esa es sin duda Madre! de Darren Aronofsky.

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Madre!, una fuente infinita de interpretaciones

“Brillante, una obra maestra alucinante”, “Un circo de libertinaje grotesco”, “La película de estudio más subversiva en décadas”, “Intransigentemente horrible”. Así de polarizadas se encontraban las opiniones sobre Madre! semanas antes de su estreno en salas de cine, hasta el punto que los encargados de marketing y distribución de la obra volcaron la polémica que el filme había generado en un brillante póster publicitario basado en la dicotomía de opiniones entre aquellos que ponían la película por las nubes y los que la odiaron desde lo más profundo de su ser. De la misma manera que ocurrió el año pasado con La casa de Jack en el Festival de CannesMadre! dio pie a una colosal ola de abucheos después de su proyección en el Festival de Venecia entre aquellos que no consiguieron (o no quisieron como consecuencia de su arrogancia crítica) conectar con lo nuevo de Aronosfky. Sin embargo, no todos los sentimientos que la obra originó fueron negativos ya que, como se ha comentado anteriormente, la opinión se encontraba ciertamente polarizada y buena parte de los asistentes quedaron satisfechos y tremendamente impactados al ver el trabajo realizado. Todo esto ya nos daba una pista sobre lo que estaba por venir: algo “extrañamente nuevo” que iba a fracturar los esquemas y la comodidad de lo establecido.

En efecto, Madre! se posiciona como una película brutalmente rompedora de la que nacen incontables interpretaciones sobre su significado profundo y lo que las imágenes quieren transmitir a su audiencia. Es tal la locura que supone esta experiencia audiovisual que no es extraño que la película propicie las siguientes preguntas en los espectadores: “¿Qué acabo de ver?”, “¿Y si esto significa…?”, “¿He sido el único en no entender nada de lo que ocurre en el filme?”, “¿No crees que esto simboliza…?”, etc. La expresión inglesa mindblowing (que en español no tiene una traducción exacta) define a la perfección los efectos de Madre! en su público, además de favorecer el nacimiento de multitud de interpretaciones de acuerdo a la subjetividad y a la experiencia propia de cada uno de los espectadores. La riqueza metafórica de la cinta da pie a conversaciones, a debates sobre lo que cada uno ha sentido durante la proyección y a análisis sobre lo que podrían significar sus imágenes, sus personajes y, en general, su trama. De esta manera, en el presente ensayo se pretende arrojar un poco de luz al asunto y esclarecer alguna de las interpretaciones más importantes y acertadas de Madre!, teniendo siempre en cuenta que la película es una fuente infinita de significados de acuerdo a las experiencias personales de todos sus espectadores.

Madre! El PalomitrónBiblia y Madre Naturaleza

Empezando, pues, el análisis interpretativo de Madre!, es importante mencionar primeramente la visión más “fundamentada” (aunque, repetimos, no por ello la más importante ni la que tiene más validez dado que la esencia de esta obra es su riqueza simbólica y significativa), aquella que tiene lugar como consecuencia de las propias declaraciones de sus creadores, concretamente de su director Darren Aronofsky. La lectura oficial de la cinta declara que la trama de Madre! gira alrededor de una alegoría sobre la Madre Naturaleza construida a partir del uso de resonancias y elementos bíblicos en ella. De esta manera, Aronosfky afirma que la interpretación básica del filme incluye una mirada sobre los efectos que los humanos provocamos en el planeta y un mensaje final repleto de moralidad ecológica, empleando la Biblia como estructura para explicar todos estos elementos y no como pieza clave en su argumento. El director, al ser preguntado sobre lo que significa Madre!, declaraba las siguientes palabras al respecto: “Realmente quería hacer este tipo de alegoría sobre la Madre Naturaleza y nuestro sitio y nuestra conexión con nuestro hogar (…) contar la historia de la humanidad, las historias de la Biblia.” Y es que la conexión de la película con el conjunto de libros canónicos del judaísmo y el cristianismo, concretamente con la parte del Génesis, es más que evidente una vez empiezas a establecer nexos argumentales entre ambas obras y a comprender el simbolismo que hay tanto en los personajes como en los espacios y las acciones que transcurren en ellos.  

El inicio de la cinta nos presenta a sus dos protagonistas: aquel interpretado por Jennifer Lawrence, que representa la Madre Naturaleza, y aquel interpretado por Javier Bardem, que simboliza Dios. Ambos viven en una casa alejada de todo y en medio de la nada, y es este espacio (que hasta se podría considerar un personaje más de la película) el elemento que encarna el planeta Tierra dentro de esta alegoría cinematográfica. Madre (que así se hace llamar en el filme el personaje de Lawrence) siente una fuerte conexión con la casa que ella misma se ha encargado de construir, hasta el punto de poder escuchar los latidos de su corazón dentro de las paredes o de padecer su mismo dolor. Es con la llegada de un matrimonio un tanto extraño (encarnación de Adán y Eva entrando en la Tierra por mano de Dios) que la vida matrimonial idílica se convierte en una pesadilla y que la obra toma un rumbo ciertamente perturbador enfocado a mostrar una crónica alegórica de los inicios de la humanidad y lo que las personas hemos provocado con nuestra irresponsabilidad.

Madre! El PalomitrónTeniendo en cuenta que Él, el personaje de Bardem, se dedica a la escritura y posee un pequeño estudio para llevar a cabo sus trabajos literarios, el primer incidente a destacar dentro de esta alegoría fílmica es la irrupción sin permiso de Mujer (la parte femenina del matrimonio “intruso”) dentro del lugar de trabajo de Él y el posterior destrozo que provoca al romper la pieza decorativa más preciada del escritor, una especie de diamante con gran valor sentimental. Siendo el estudio una metáfora del Paraíso y el diamante una representación del fruto prohibido que tanto atrae a Eva en el Génesis bíblico, este acto provoca la furiosa expulsión del matrimonio del lugar de trabajo de Él, aunque el personaje de Bardem en ningún momento se plantea hacerles salir de la casa (la Tierra) dado que en todo momento alega que merecen tener la oportunidad de ser perdonados y de redimirse de sus pecados.

En este contexto observamos cómo la estabilidad mental y emocional de Madre se va desmoronando poco a poco al no poder soportar la irrupción del matrimonio en el lugar que ella ha creado y los progresivos desperfectos que están provocando. Existe, pues, un momento clave en el que Madre pierde por completo las riendas de la casa y de su vida: la llegada de los hermanos, hijos del matrimonio intruso. Tal y como ocurre con Caín y Abel, hijos de Adán y Eva, éstos inician una fuerte discusión entre ellos para ver quién se gana el cariño de su progenitor, causando eventualmente el asesinato de uno de ellos a manos del otro hermano. De la misma manera sucede en Madre!, acto que desencadena la que se podría decir “primera herida de gravedad” en la casa: la aparición de una mancha de sangre que pudre poco a poco el suelo de una de las habitaciones.

Madre! El PalomitrónEste acontecimiento desencadena el tercer acto de la película, aquel dedicado a los efectos que la humanidad tiene sobre el planeta. Primero para celebrar el funeral del hijo asesinado y más tarde con la llegada de fanáticos extremos fruto de la publicación del nuevo libro de Él (que simboliza los 10 mandamientos), asistimos a una completa invasión y destrucción de la privacidad y del hogar. En este último momento, cuando los seguidores del escritor llegan a la casa para mostrar apoyo a su ídolo de una forma completamente demencial, se condensan todos los males propios de la humanidad: manifestaciones de gran violencia, peleas, guerras, fanatismo religioso… La religión, pues, se manifiesta como el eje central alrededor del cual se construyen todos estos males humanitarios, provocando la completa devastación de la casa y de la metafórica Tierra. Cabe destacar, además, que Madre se encuentra embarazada y a punto de dar a luz en estas últimas escenas, y ésta intenta evitar en todo momento que los fanáticos violentos tengan un mínimo de contacto con el recién nacido. En un acto de completo ego, Él se hace con el bebé con la intención de mostrárselo a sus fieles seguidores. Aquí ocurre una de las cosas que el espectador del filme tanto temía: estando Madre delante para verlo con sus propios ojos, los fanáticos asesinan al bebé para posteriormente comérselo, metáfora de lo que ocurre cada domingo en la iglesia cuando los creyentes comen el cuerpo y beben la sangre de Jesús.

A partir de esta brutal y perversa escena (posiblemente el momento que mayores críticas ha suscitado de toda la película) llega el clímax final cuando Madre hace explotar en mil pedazos la casa como si de una catástrofe natural que acabase con la Tierra se tratara. La interpretación de la escena que cierra la película, sin embargo, no está tan clara como los otros elementos comentados, aunque muchos críticos apuntan a que Él, mediante el amor que Madre siente por su marido, reinicia el ciclo de la humanidad para volver a empezar de nuevo. Por ello, con el diamante que Él extrae del cuerpo moribundo de Madre, la casa vuelve a su estado natural y propicia la aparición de una nueva figura femenina representante de la Madre Naturaleza.

Madre! El PalomitrónAnsiedad, conciencia y subconsciente

Hemos visto cómo los sucesos de Madre! provocan una progresiva inestabilidad psicológica en la protagonista femenina, ocasionándole de forma puntual algunos ataques de ansiedad que remedia mediante una especie de brebaje naranja. De hecho, esta desagradable y agobiante sensación emocional se traslada también a los espectadores, quienes no pueden evitar ponerse en la piel de Madre y, consecuentemente, sentir cierta ansiedad en sus cuerpos durante el visionado del filme. La forma con la que Aronosfky genera tensión y angustia de forma gradual en los cuerpos de su público es una de las maravillas de la película y de la filmografía general del director, por lo que no es difícil de comprender que una de las lecturas que muchos críticos le han dado a la obra es la de un retrato metafórico de la ansiedad y sus efectos y secuelas en la mente humana.

Conociendo ya los personajes y los hechos que aparecen en Madre!, se puede establecer una clara conexión entre Madre y la conciencia, quien intenta en todo momento buscar la calma pero que es víctima de un “constante golpeteo en la puerta de su casa”. En efecto, la casa en esta interpretación de la película representa ni más ni menos que el cerebro humano, bombardeado durante las dos horas que dura la obra por constantes problemas e inconvenientes. La parte masculina del matrimonio, Él, se puede entender como una personificación del subconsciente, íntimamente ligado a la conciencia pero fuera de su control. Esto lo vemos sobre todo en la primera parte de la cinta, cuando el primero de los intrusos llega al hogar y Él actúa a espaldas de Madre, ignorando sus peticiones e incluso cuchicheando con su invitado para evitar que el personaje interpretado por Lawrence pueda escucharlos.

Los intrusos entrando en la casa, pues, simbolizan las entidades negativas haciéndose con el poder del cerebro. Para ello, los pensamientos nocivos bombardean la conciencia con constantes actos que ella no puede soportar (un ejemplo ideal es la escena en la que una tubería se rompe después de que los intrusos ignoren en diversas ocasiones las advertencias de Madre, momento culminante en la salud mental de la protagonista), impidiendo en todo momento que la paz vuelva a reinar en la vivienda y dándole las riendas del hogar a la locura e insensatez. Se podría considerar, asimismo, el hijo de Madre y Él como una forma de unificar la conciencia y el subconsciente, poniendo fin de forma momentánea a los macabros sucesos.

El final, tal y como en el caso anterior, vuelve a ser un tanto pesimista en relación al mensaje que deja. Habiendo tratado el tema de la ansiedad y sus efectos, el desenlace de la obra de Aronosfky nos viene a decir que la paz únicamente se consigue mediante la autodestrucción (Madre haciendo explotar la casa y, por tanto, también a ella misma) y la completa rendición al subconsciente (Madre dejando que Él, en los últimos minutos del filme, le quite lo último que le queda: su corazón). El despertar que da inicio y fin a la película es, por lo tanto, una metáfora de la eterna condena de la mente humana: conciencia y subconsciente siempre juntos.

Madre! El PalomitrónFandoms y redes sociales

No es una exageración decir que, psicológicamente, Madre! tiene mucho que ofrecernos. El gran trabajo que hay en relación a cómo funciona la mente humana y los efectos de la ansiedad en ella hacen de esta película una completa maravilla introspectiva que ahonda en uno de los temperamentos más característicos del siglo XXI. De hecho, es prácticamente indiscutible que, si existen unos factores que determinan la parte más oscura de la psicología de la posmodernidad, esos son la negatividad vital y el nulo respeto hacia el otro. Estos aspectos, sobre todo el último de ellos, se han visto incrementados con la llegada de las redes sociales, caldo de cultivo perfecto para aquellos que, detrás de un perfil anónimo o falso, se creen con el derecho a faltar el respeto y ultrajar a aquellos que no compartan sus mismas ideologías y pensamientos. La creación de religiones y sectas, tema fundamental en Madre!, se puede extrapolar a la creación de los llamados fandoms en la actualidad. Si bien es cierto que no es justo equiparar los seguidores de las celebrities con grupos de extremo fanatismo, existe una importante cantidad de ellos que destacan por su increíble toxicidad. Fandoms que, en nombre de sus propias creencias, utilizan la violencia verbal y las faltas de respeto en estas redes sociales para intentar desestabilizar a sus víctimas.

De acuerdo con esto, es posible establecer una clara relación alegórica entre la trama de Madre! (especialmente el tercer y último acto) y las redes sociales, dado que en ambos sitios existen grandes masas de gente que, para defender aquello en lo que creen y en nombre de sus “ídolos”, deciden destrozar por completo el concepto de privacidad y vejar a quien no se adapta a sus ideales. De esta manera describe la periodista Mireia Mullor la relación entre Madre! y las redes sociales: “El triunfo de la individualidad y, en consecuencia, del egoísmo por todo lo que nos rodea, aunado en grandes masas irreconocibles de gentes que se esconden tras un perfil falso en Twitter. También esa multitud que asalta la casa de la pareja evidencia que no son merecedores de privacidad, es la constatación de que, en la era de internet, no existe vida íntima donde un caradura no pueda entrar.”

Madre! El PalomitrónEgo y creación artística

La anterior interpretación nos lleva, además, a una más obvia relacionada con la creación y el ego del artista masculino. El personaje de Bardem, un escritor frustrado e inseguro, desea ser amado a toda costa y para ello toma y toma de su musa femenina, todo al servicio de una creación ambiciosa con la que calmar sus ansias ególatras. Al conseguir su propio fandom, es tal la altivez de Él que no puede parar de alimentar la gran masa de seguidores que tiene, pese a que ello le comporte numerosos destrozos e incluso la muerte de su propio hijo recién nacido.

El personaje es incapaz de ver la realidad y de controlar la situación, pues la fama le ha provocado un estado de ceguera del que despertará demasiado tarde. Es el propio actor que da vida al protagonista masculino quien comenta que la película “muestra la destrucción de la creatividad: una persona, en nombre de la creatividad, puede destruir todo lo que tiene porque le ha dado más prioridad a lo que él quiere crear que a lo que realmente existe.” El egoísmo pero también las ganas de que su trabajo se vea reconocido por un público son los elementos que llevan, en definitiva, a este personaje al mismísimo abismo. Como dice Madre en los últimos minutos del filme y frase que define a la perfección esta interpretación sobre el ego del artista y sus consecuencias: “Tú jamás me amaste. Amabas lo mucho que yo te amaba a ti.”

Una puerta abierta a nuevas visiones

Con esta visión del ego y la creación artística nos acercamos al final de este pequeño pero intenso ensayo sobre algunas de las interpretaciones de Madre!. La riqueza metafórica de la película es tan grande que es imposible acabar poniendo un punto final al asunto. Por ello, es importante considerar esta conclusión sobre la cinta como una puerta abierta a nuevas visiones sobre lo que nos quieren decir las imágenes y el significado que guardan detrás. Porque, al fin y al cabo, la esencia del séptimo arte es lo que cada sujeto encuentra en sus películas favoritas y la experiencia que supone visionarlas. El cine no es un jardín cerrado, sino un verde campo que se extiende más allá del horizonte y en el que podemos encontrar infinitos elementos con los que sentirnos identificados. Y Madre!, como en tantos otros ámbitos, es un perfecto ejemplo de ello.

Martí Farrés


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Estudiante de Comunicación Audiovisual. Tengo una ligera obsesión con los musicales y a veces fantaseo con vivir en algunos de mis favoritos. De pequeño me daba pánico Chucky y, sorpresas de la vida, ahora es uno de mis mayores referentes cinematográficos.