ESPECIAL CHRISTOPHER NOLAN: INSOMNIO

A good cop can’t sleep because he’s missing a piece of the puzzle. And a bad cop can’t sleep because his conscience won’t let him.
(Un buen poli no puede dormir porque le falta una pieza del rompecabezas, y un mal poli no puede dormir porque no tiene la conciencia tranquila)
Ellie Burr, Insomnio
Resulta muy estimulante enfrentarse de nuevo a Insomnio quince años después, en pleno reinado de su director, Christopher Nolan, que actualmente, nos pongamos como nos pongamos, puede ser considerado como uno de los mejores cineastas en activo. Porque su tercer largometraje brinda en estos días un visionado divertido, casi juguetón, en el que el espectador está invitado a descubrir minúsculas píldoras de su estilo personal, aprisionadas por los yugos de su naturaleza como producto de gran estudio y las directrices de un guión ajeno (el único de su carrera). Además, insomnio, un remake (al menos en su punto de partida) de una cinta noruega dirigida por Erik Skjoldbjaerg en 1997, es su primer filme (quizá el único) como director de estudio al 100%.
Y es que el cambio de registro fue bastante notable, y el público se encontró en Insomnio con un título que distaba mucho de sus trabajos anteriores. Muy lejos de The Following o Memento en su discurso fílmico o directamente en su planteamiento, Insomnio es la película más accesible y clásica de toda la carrera de un director que lejos de revelarse, opta por jugar lo mejor que puede con las cartas con las que Warner le sentó a jugar en la mesa. Lo que no quita que Christopher Nolan renunciase a hacer algunos guiños introduciendo de manera muy moderada y «controlada» algunas de sus señas de identidad en la partida.

Aunque Nolan tira de tímidos recursos extradiegéticos marca de la casa, lo cierto es que es en la composición de estos dos personajes, detective y asesino, donde más evidente es su huella. Y con ellos baila, y con ellos plantea al espectador su habitual juego de espejos, confrontando las lecturas de éstos, y obligando al espectador a plantearse hasta qué punto el accidente de Dormer es deliberado, o hasta que punto el asesinato cometido por Finch es premeditado. Y es que sea cual sea nuestra lectura lo que sí queda claro según avanza el metraje es que la noche llegará por fin, de manera inexorable e implacable, para ambos personajes.

Hillary Swank poco llamada está a destacar en Insomnio, y su papel es más socorrido que otra cosa. Y lo mismo ocurre con sus localizaciones, que aunque son brutales, Nolan prefiere no dejarse llevar por la tentación y abrir la lente en exceso, optando por centrarse en los personajes y en sus espacios más que en el entorno, que sí goza de algún plano como dios manda sacando rendimiento al paisaje, pero en mucha menor medida de lo que haría con este entorno otro director.
Con todo Insomnio no deja de ser un filme «menor» dentro de su filmografía, y en él se reconoce a un autor muy acotado por las limitaciones creativas del proyecto. Lo que también es cierto es que este autocontrol quizá haya sido la jugada maestra de Nolan, pues gracias a este trabajo los grandes estudios terminaron de confiar en que podían domar a la bestia. Quizá sin Insomnio su carrera no hubiese sido la misma y sus oportunidades de manejar grandes presupuestos nunca habrían llegado. Y quizá Insomnio sea la jugada maestra de un director que prefirió hacerles creer a los estudios que la bestia ya estaba domada, accediendo a las posibilidades que solo el manejo de grandes presupuestos pueden facilitar.
Sea como sea, la atención por parte del espectador está garantizada, y eso hoy en día hay que valorarlo con mucha generosidad.
Alfonso Caro