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EL ARTE EN LA BELLA Y LA BESTIA DE DISNEY

La Bella y la Bestia Disney Vidriera

Para toda una generación, La Bella y la Bestia de Disney, estrenada en 1991, supuso toda una revolución. Lo más curioso es que nada era original, pero todo era diferente, brillaba. En definitiva, todo un festín audiovisual que nos caló hasta los huesos y se hizo un hueco en nuestro interior, donde aseguraban que residía la verdadera belleza.

Su protagonista (guapa y delicada, sí, pero con ideas propias), con gustos peculiares (la lectura, ya se sabe, es hobby fatal para cazar marido), era la nueva heroína, y el príncipe ya no era azul, pues tenía cuernos, garras y colmillos. Todo se salía de la norma. Ahora tenemos una nueva oportunidad para poder regodearnos en la nostalgia y sentir esta historia como si fuésemos niños, gracias a la adaptación en acción real de La Bella y la Bestia. Pero ¿por qué nos gusta esta historia? Porque es arte, puro arte, y en los siguientes párrafos os mostraremos las referencias más evidentes de esta emblemática película.

Lo clásico de lo clásico: una pareja mitológica

Canova, A. Eros y Psique, 1793

La historia de Bella y Bestia nació del mito clásico de Eros y Psique (la propia imagen de Bestia sale de un animal mitológico, la quimera). De forma muy resumida, para evitar la ira de su madre Afrodita, Eros visitaba a Psique siempre de noche. Esta, creyendo que era un monstruo, decide averiguarlo mientras Eros duerme y, sin querer, le echa aceite hirviendo en la cara. ¿Nos suena? Pues claro: la belleza, las apariencias y hasta un príncipe bello al que creen un monstruo.

De todas las obras de arte sobre esta pareja, la más famosa es la escultura de Antonio Canova. Esta figura, además, es clave para la factoría Disney, pues podemos encontrarla (censurada) en el jardín donde Mégara canta No diré que es amor en la película Hércules (minuto 1:46 del vídeo que disponemos al final del párrafo). Y no es para menos, la escultura neoclásica es uno de los atractivos del Museo del Louvre. De este mito hay innumerables interpretaciones y ha servido de inspiración a obras como la de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont en la que se basa La Bella y la Bestia de Disney.

Un castillo neogótico y una vidriera maldita

Lo primero que vemos de esta película de Disney es el castillo del príncipe. Una edificación majestuosa sobre una montaña, rodeada de bosque. Sabemos que el castillo de la factoría Disney lo encontramos en La Bella Durmiente (y que guarda cierto parecido con El Palacio Episcopal de Astorga de Gaudí), pero ¿de dónde han sacado el castillo de Bestia? Aunque mucho más sobrio que el de los dibujos, el Castillo de Neuschwanstein en Alemania cumple a la perfección.

Jank, Ch. Castillo de Neuschwanstein (Alemania), 1869-1886 (arriba) Rosetones Nôtre Dame de París (Francia), reconstrucción S. XIX (abajo)

Además, en esta introducción se nos cuenta la maldición de Bestia al estilo medieval: a través de las vidrieras. En época medieval las iglesias góticas utilizaban las vidrieras de colores para contar, a los feligreses iletrados, los diversos pasajes de la Biblia. Disney utiliza el mismo formato para contar un historia maldita para niños y adultos.

Si no es Barroco es barraca

La célebre frase que Din Don suelta entre lágrimas de risa nos sirve para adentrarnos en el castillo. Una serie de estancias laberínticas y barrocas hasta la extenuación nos sirven de fondo para esta historia de amor. Cada estancia tiene su inspiración y aquí os las ofrecemos una a una:

  • Vestíbulo: Din Don y Lumière interceptan a Bella cuando esta se dirige hacia el ala oeste. El plano, nos ofrece un vestíbulo cuya techumbre está sujeta por cuatro atlantes/bestias. Buscamos la Sala Terrena del Palacio del Belvedere de Viena y… ¡voilà!
Vestíbulo La Bella y La Bestia El Palomitrón
Von Hildebrandt, J.L. Palacio del Belvedere, Sala Terrena (Austria), 1714-1723
  • Escaleras y logias: Bestia conduce a Bella desde el torreón hasta su cuarto, paseando por una logia con arcos de medio punto que se reproduce en el segundo piso. Este tipo de corredores tan barrocamente decorados los encontramos en el Palacio de Weissenstein, en Alemania.
Logia La Bella y La Bestia El Palomitrón
Dientzenhofer, J. y von Hildebrandt, J.L. Palacio de Weissenstein (Alemania), 1711-1718
  • Biblioteca: la joya de la corona de la película de Disney era lo más habitual en los palacios barrocos. Sin duda, la referencia más clara la encontramos en la biblioteca del monasterio de Admont en Austria.
Biblioteca La Bella y la Bestia El Palomitrón
Hueber, J. Biblioteca del monasterio de Admont (Austria), 1776
  • Salón de baile: una de las escenas cumbres de esta película es el baile de los protagonistas en el majestuoso salón, mientras la señora Potts canta Bella y Bestia son. Suelos ajedrezados, lámparas de cristal, decoración barroca y grandes vidrieras; todo ello en la Residencia de Wurzburgo, Alemania.
Salón del Baile La Bella y la Bestia El Palomitrón
Neumann, B. Residencia de Wuzburgo (Alemania), 1719-1744

Antes de que caiga el último pétalo

Por último, las múltiples referencias que rodean el enigma de la rosa que marca el tiempo de Bestia (¿cuántos poetas la han usado para representar el tempus fugit?) las uniremos con otra historia de amor por excelencia: Romeo y Julieta. Bella en el balcón y Bestia trepando; Gastón le ataca y muere en brazos de Bella. Decía Julieta en la obra de Shakespeare, «una rosa con cualquier otro nombre olería igual de dulce», lo que a fin de cuentas es lo que piensa Bella, tras la metamorfosis de Bestia.

¿Preparados para dejar que el arte se apodere de vosotros? Nosotros sí, sin lugar a dudas, deseando oír esa canción que nos hace suspirar. Y hablando de canciones, ¿os resulta familiar el tema Acuario de Saint-Saens?

Lorena Rodríguez

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Una tarde, con siete añitos, entré en el salón cuando mi madre veía El Padrino. La escena en cuestión era la del caballo y mi madre me gritó que no mirase, pero miré. Desde aquel entonces no pude dejar de mirar, de observar y soñar. Lo más cerquita que pude quedarme del cine fue haciéndome historiadora del arte. El cine es mi Tardis, un Delorean que me hace la vida real más fácil. Mi primera serie fue Urgencias, siempre fiel, a pesar de lo mal que la trató la tele. No sé decirle que no a una serie.