LOS ANTECEDENTES

Algunas veces el éxito cinematográfico sigue la vía inversa: de la televisión a la gran pantalla. Y Downton Abbey es un ejemplo de ello. La película, que se estrena este próximo viernes en nuestro país, es la continuación de la exitosa serie británica de 52 capítulos y el mismo nombre, que dirigió Michael Engler, y que terminó su emisión original en diciembre de 2015. En abril del año siguiente, ya se estaba trabajando en una adaptación cinematográfica, con guión de Julian Fellowes. Para la gran pantalla, se ha contado además de con el mismo director, con parte del reparto original, incluidos Hugh Bonneville, Elizabeth McGovbern, Michelle Dockery, Allen Leech, Laura Carmichael, Maggie Smith y Joanne Froggatt.

La serie había devuelto a la pequeña pantalla el glamour de la Inglaterra de principios del XX y se situaba en la ajetreada vida de una familia de la nobleza y su personal de servicio. Downton Abbey repetía el modelo de la también británica Arriba y abajo, que hizo las delicias de los espectadores a principios de los 80. Muy premiada en su momento, mostraba la forma de vida de la alta sociedad británica que ocupaba la parte de arriba de las mansiones; y la de sus empleados (mayordomo, ama de llaves, cocinera, lacayos, doncellas, pinches de cocina y demás personal doméstico), que ocupan las estancias de abajo. Sin duda, lo que más atrajo al público en su momento fue la descripción de la compleja relación entre unos y otros, sus encuentros y desencuentros y, sobre todo, cómo unos y otros se adaptaban a los cambios que traía en ese momento la modernidad.

LA PELÍCULA

Downton Abbey es una delicia. Uno de esos regalos que muchas veces llegan a la gran pantalla desde la factoría británica. La historia es muy simple: Los habitantes de Downton Abbey reciben una carta de la Casa Real anunciando una visita oficial del Rey Jorge V y la Reina María. Los monarcas se hospedarán en la mansión y darán una cena. Pero eso es sólo la excusa para ofrecernos una imagen ácida y mordaz de la vida de la nobleza de la época, los conflictos políticos, la influencia de las tradiciones en el comportamiento de las diferentes generaciones que conviven y, sobre todo, la peculiar relación de amistad y servicio que se generaba entre personas de diferente estatus que convivían toda la vida bajo el mismo techo.

Las intrigas, los amores prohibidos, la vileza humana, la intriga y el triunfo de los más bajos instintos son los ingredientes que salpican una puesta en escena magistralmente ambientada. Además, el rodaje ha compartido escenarios de la serie, como el castillo de Highclere (Hampshire), que había sido la localización principal en televisión. También muchas escenas han sido rodadas en Lacock, en el condado de Wiltshire, una localidad de gran valor histórico y buen estado de conservación.

Si a esto le sumamos un espectacular vestuario, peluquería y una excepcional recreación del modo de vida de la nobleza británica del siglo pasado, tenemos como resultado una magnífica producción que entretiene, gusta a los sentidos, divierte y sobre todo, no defrauda.

El guion discurre por un conjunto de subtramas perfectamente entrelazadas que se suceden alrededor de la visita real y dan consistencia a la historia. Así, de una forma casi natural, la película nos muestra los cambios sociales que se estaban produciendo, las tensiones políticas de la época, las dificultades económicas que atravesaba el país y la percepción de que la monarquía era un sistema obsoleto, abocado a la desaparición. Y todo sin que nos demos cuenta, obnubilados por una escenografía y una puesta en escena al estilo del mejor Hollywood.

ELLOS Y ELLAS

La película tiene un reparto coral, magníficamente interpretado por rostros muy conocidos en la pequeña pantalla. Es el caso de la británica Michelle Dockery, que interpreta a Lady Mary Crawley y Joanne Froggatt, que es Anna Bates, la abnegada e inteligente doncella. Completan los papeles femeninos Maggie Smith, a quien hemos visto recientemente en la gran pantalla en la película The lady in the Van, y que da vida a la matriarca de la familia Crawley, una mujer de carácter acostumbrada a conseguir todo lo que quiere; y Laura Carmichael como Edith Crawley. Destacamos también la interpretación de Lesley Nicol, quien en la película, es Mrs. Patmore, la regordeta e ingeniosa cocinera que protagoniza alguna de las escenas de humor de la cinta. Humor británico, claro está.

En los papeles masculinos destacamos a Hugh Bonneville, a quien recordamos por su divertida interpretación del broker despistado de Notting Hill y más recientemente en las dos entregas de Paddington. En Downton Abbey interpreta a Robert Crawley, Conde de Grantham. Finalmente, destacamos el papel de Rob James Collier, primer mayordomo de la mansión y protagonista de una de las subtramas de la historia, de la que no haremos spoiler.

LA SORPRESA

Sin duda la atmósfera que genera la puesta en escena de toda la película. Nos traslada a principios del siglo pasado, cuando los caballeros llevaban sombrero y las mujeres se cambiaban de ropa para comer o cenar. Un ambiente de delicada sofisticación, que pretendía ocultar la realidad de un modo de vida abocado a desaparecer ante el triunfo de la democracia, la igualdad y la defensa de las libertades civiles.

LA SECUENCIA / EL MOMENTO

Sin duda, las conversaciones que mantienen los invitados en la cena de honor organizada por los Reyes en Downton Abbey es un momento brillante. La reacción de los lacayos que sirven la mesa con gran nerviosismo es uno de los mejores momentos de la cinta.

TE GUSTARÁ SI…

Te gusta el cine de época y disfrutas con el humor británico.

LO MEJOR:

• La interpretación coral, bien orquestada y resuelta
• El vestuario y la ambientación de la Inglaterra de principios del XX

LO PEOR:

• Que sea la continuación de una serie de TV. Dice mucho de la crisis de creatividad cinematográfica.

Marisa Cruzado