El Palomitrón

Tu espacio de cine y series españolas

CINE CRÍTICAS REDACTORES

DEMOLITION

En el año 1999 se estrenaron una serie de películas que retrataban a personajes con vidas «ejemplares» pero cuya alienación los llevaba a rebelarse, a huir de aquellas existencias prefabricadas y dedicarse simplemente a hacer lo que les complaciera. Los ejemplos más conocidos son American BeautyTrabajo basura (que es la misma película pero en comedia), El club de la luchaMatrix. Sin embargo, al cambiar de milenio este subgénero desapareció. 16 años después, Jean-Marc Vallée nos confirma que la temática aún da mucho de sí con Demolition.

Si en los casos anteriores los protagonistas eran empleados, ahora el guionista Bryan Sipe apunta más alto al retratar a un miembro de la alta esfera de un banco, interpretado por el cada vez más grande Jake Gyllenhaal. El detonante de su metamorfosis es la muerte de su mujer en un accidente de tráfico. Toda su existencia anterior a este punto es resumida en la genial primera secuencia dentro del coche. Aunque su mujer le está explicando cosas, el protagonista no muestra signos de comprensión. Tampoco está pensando en su trabajo. Simplemente está en un punto de abstracción, como si él no tuviera ningún control sobre su destino. La dirección de fotografía y el uso de determinados sonidos ayudan a crear esta atmósfera.

La hora siguiente del filme es de lo mejor que veréis este año. En ella el personaje principal va saliendo de su burbuja y va comprendiendo la futilidad y el vacío de su vida anterior al accidente. Su lujosa casa, sus relaciones laborales, su aspecto… Nada de eso significa nada para él. Todas estas reacciones son perfectamente presentadas por un guion que administra sabiamente unos toques de humor negro que le sientan genial a la cinta, ayudan a caracterizar muy bien al personaje y recuerdan mucho a Trabajo basura.

No obstante, hay un punto de inflexión en la cinta, la irrupción de un personaje secundario interpretado con su habitual excelencia por Naomi Watts, a partir del cual parece que al guionista se le acabaron las ideas y decidió tirar del manual de tópicos del cine indie estadounidense. Padre alcohólico, familias con graves problemas de comunicación, adolescente rebelde, un proyecto personal que ayuda al protagonista a reencontrarse a sí mismo, Chris Cooper… Todo ello fagocita el clima único que el filme había ido creando para convertirla en otra película más. Si bien esto es cierto, sería injusto ignorar la última escena, puesto que vuelve a recuperar la fuerza del primer tramo para conseguir que el espectador se vaya a casa satisfecho.

La analogía de desmontar todas tus propiedades materiales y la reconstrucción de la personalidad del protagonista es otro elemento destacable del filme. Muy inteligentemente, el guionista opta por construir el arco del personaje alrededor de esta idea. La primera hora es la deconstrucción y, la segunda, el proceso inverso.

En el ámbito interpretativo, Jake Gyllenhaal vuelve a demostrar que no para de crecer y cada vez sus personajes son más y más matizados. El actor controla todas las partes de su cuerpo y es capaz de cambiar el ritmo de la escena o la actitud de su personaje con un solo gesto. El personaje, sin ningún lugar a duda el que está mejor escrito de toda la cinta, permite a Gyllenhaal experimentar con muchos registros debido a sus fluctuantes estados anímicos. En su caracterización hay trazas del psicópata de Nightcrawler (2014), de la sutileza de sus interpretaciones en Enemy (2013) y del carisma de Jamie Randall en Amor y otras drogas (2010). También brillan, pero no con tanta intensidad, Judah Lewis y el gran Chris Cooper (visto recientemente en 11/22/63).

Por último, sería inaceptable no alabar el trabajo del montador debutante Jay M. Glen. Su trabajo juega de forma muy curiosa con los saltos temporales, a veces en forma de flashes y otras en las que insiere en el medio de una escena de un tiempo pretérito. Asimismo, es muy destacable cómo utiliza las transiciones entre escenas para hacer asociaciones de ideas. Con semejante talento, le auguramos un futuro prometedor.

 

LO MEJOR:

  • Poder disfrutar de este monstruo de la actuación en el que se está convirtiendo Jake Gyllenhaal.
  • La primera parte: irónica, subversiva, calculada al milímetro, genial.

LO PEOR:

  • El uso de clichés del cine indie.

Pau Jané

¡No olvides dejar aquí tu comentario!

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Cinéfilo en constante evolución. Escuchando en bucle la soundtrack de El gran Lebowski. Perdido entre videos de Tony Zhou. Esperando la carta de Hogwarts.