
La secuencia de apertura ya nos deja entrever lo que ENEMY nos ofrece. Oscura. Absorbente. Perturbadora. Calmada intensidad que predomina en este thriller psicológico con tintes tarantinianos y que ligeramente puede recordar a ORIGEN. Una vuelta de tuerca más en la conciencia humana cortesía de un DENIS VILLENEUVE que tras PRISIONEROS, y en sus mejores horas, hila con fragilidad y sensibilidad una historia que en un principio sólo debería provocar repulsión. Y es que es fácil olvidar que, al fin y al cabo, ENEMY es solamente una historia. Una (no tan) simple historia. La de un hombre cualquiera, con un trabajo cualquiera y la monotonía como forma de vida, que descubre tras ver una película a un actor idéntico a él. La de la búsqueda por encontrar respuestas y por encontrarle, y las consecuencias inesperadas que eso traerá. La historia de la perturbación, de la adaptación de la novela ‘El Hombre Duplicado’ de Saramago, del orden y el caos, y de cómo, de alguna forma y sin dar respuestas, todo consigue dar sentido a este complejo rompecabezas.
Si Kafka levantara la cabeza, estaría orgulloso. Y ante todo, dejaría atraparse por la tela de araña que ENEMY teje de principio a fin. Somos presas de un suspense que engancha, de la rareza de una historia pausada, pero ligera en ritmo, acompasada a sus actores y director, y de una atmósfera de la que no podemos (ni queremos) salir. Una banda sonora fundamental para enfatizar la sensación de suspense y angustia, e hilo de transmisión de dudas, inquietudes, anhelos y temores. Somos presas de lo que no conocemos, y de que VILLENEUVE nos conozca tan bien.
Lo mejor y lo peor de VILLENEUVE se aúna en ENEMY. Lo sobrecogedor y conmovedor de ‘Incendies’ se atisba en una obra que gana cuando se aleja de lo onírico, lo dramático en exceso (como pasaba en ciertas escenas de PRISIONEROS) y lo expresamente creado para confundir. El tono kafkiano de la historia gana fuerza al centrarse en la rareza de las situaciones cotidianas, y se va diluyendo hasta sucumbir en un final polémico, superfluo y desacompasado, que enganchará a unos, despertará del trance a otros, y dejará en shock a todos.

Lo inquietante se convierte en perturbador en ENEMY, el nuevo puzle de VILLENEUVE, donde hay espacio para cualquier duda pero rechazo a todo atisbo de respuesta. La curiosidad humana llevada a un extremo donde lo onírico se mezcla con lo real, y lo real se mezcla con lo ficticio. Y quizás la confusión nos embriague cuando aparezcan los créditos y tratemos de atar cabos. O quizás aún estemos en shock como para empezar a hacerlo. Lo único que es cierto es que para disfrutar de algunas preguntas, no es necesario tener respuestas. El cine es arte, no pura ciencia.
LO MEJOR:
- La atmósfera. Pocas veces se puede ver una película de intriga que enganche al espectador de la forma en que ENEMY lo hace, sin realmente conseguir entender mucho a cambio. Escenas acompasadas a una banda sonora que merece todo el mérito por esto.
- JAKE GYLLENHAAL. A la altura de sus mejores interpretaciones, destaca con su doble actuación en una cinta que hace suya desde el principio. Lejos de caer en convencionalismos, dota a sus personajes de una personalidad diferenciada y que no confunde al espectador.
LO PEOR:
- El final. Para amar u odiar. O para seguir en shock, si se ha visto recientemente. Uno de los finales más extraños de los últimos años y que, lejos de crear indiferencia, me deja un poco fría y algo de mal sabor de boca. La ruptura de la tela de araña perfectamente hilada.
- La carga dramática. Lo onírico también. El exceso de melodramatismo o lo extremadamente fantasioso puede sacar al espectador del trance en el que se sumerge una vez empezada la historia.
Lydia Martínez