VUELVEN LAS REINAS DE LA LUCHA LIBRE
Hace aproximadamente un año, nos preguntábamos (al igual que lo hacían sus protagonistas) si GLOW tendría éxito. Hoy, después de haber devorado su segunda temporada (que se estrena el 29 de junio), podemos afirmar sin género de dudas que esta locura de purpurina y golpetazos (algunos actuados, otros no tanto) que Netflix nos trajo el verano pasado está más en forma que nunca para aguantar otros cuantos rounds.
En su primera temporada, GLOW ya demostró ser una serie con una identidad muy marcada de la que no se desprendería, aun si con ello no gustaba a todo el mundo. Quienes no comulgaron del todo con su desparpajo exacerbado puede que se reconcilien con ella en esta segunda entrega. Si la primera tanda de capítulos era una comedia ligera (con un humor de esos que no te saca carcajadas a cada segundo), la segunda se vuelve consistente, se pone «seria» y deja la satisfacción y el buen sabor de boca de un producto con el suficiente empaque, algo que no terminábamos de ver en la primera temporada, que nos dejó con la sensación de haberse quedado a medio gas, sin arrancar hasta el último episodio.
El salto a la televisión
GLOW se basa en el making of de Gorgeous Ladies of Wrestling, un programa de lucha libre femenina que se emitía en los años ochenta. La primera temporada sirvió de introducción al formato, o más bien a la idea de crearlo, y contaba cómo se reclutó a las «luchadoras». El season finale nos dejó con la miel en los labios acerca de la impresión que causaría el piloto, y en estos diez nuevos capítulos nos vemos metidos de lleno en el show business.
El programa ya está en emisión, con lo que eso conlleva: surgen los primeros fans, pero la audiencia es soberana, y de los datos que esta arroje dependerán las futuras inversiones o la permanencia de GLOW en antena. Además, Ruth (Alison Brie) y Debbie (Betty Gilpin) dan nuevos pasos (o lo intentan) dentro de la industria de la televisión, desencadenando, como comentaremos más adelante, los momentos más relevantes y necesarios de la temporada.
Y entonces llegaron ellos
Las mujeres dentro del ring, y los hombres fuera. Cámaras, realizadores… El equipo técnico del programa llega al gimnasio de Sam Sylvia (Marc Maron) para desempeñar sus labores, y ya de paso, revolucionar un poco a las chicas. Aparte de estos nuevos personajes, tenemos una nueva luchadora, Yolanda, alias Yo-Yo, interpretada por Shakira Barrera. La carismática mexicana pone el punto de diversidad al conjunto.
La inclusión de casi todas estas caras nuevas sirve como potenciadora de relaciones o intereses amorosos, dando cancha a que, a través de ello, conozcamos mejor a las chicas a nivel individual, así como su vida fuera del wrestling impostado.
Menos loca, más profunda
Mejor. Y lo afirmamos rotundamente. Habrá quien quedó prendado por el mamarracheo de la primera temporada, pero en nuestra opinión, este «tomarse más en serio» de la segunda le sienta de maravilla a GLOW. El desarrollo de los personajes le da muchísima solidez a la ficción, y si para ello tenemos que pasar menos rato sobre la lona, y más fuera del gimnasio, bienvenido sea el cambio. Con menos risas, se hace más patente que hay temas importantes sobre los que hablar, y aquí volvemos a lo mencionado en el primer punto. Sin entrar en spoilers, es maravilloso el retrato crítico que la serie sigue haciendo sobre el machismo, y sobre ese «pasar por el aro» que tan a la orden del día está, desgraciadamente, en el mundo del espectáculo. Otro tanto más para el movimiento #MeToo.
Para terminar con este epígrafe, no podemos dejar pasar la oportunidad de aplaudir la evolución del personaje de Sam Sylvia, que, quién lo iba a decir, nos acabará robando el corazón.
El espíritu de GLOW
Hay menos cuadrilátero, sí. Hay menos peleas, también. Y lo único que nos da pena de ello es que por momentos se echa de menos la interacción y sororidad entre todas las chicas que podíamos ver en la temporada anterior. Sin embargo, cada escena entre las cuerdas recupera al 200 % la esencia del GLOW de siempre. Por supuesto, la música y la ambientación ochentera ni fallan ni tienen un pero.
En resumen, la segunda temporada te gustará más o menos dependiendo de cuál fue tu grado de satisfacción con la primera. Si buscas una serie que no se conforme con quedarse en la superficie de lo que fue, sino que se afianza en lo que será, GLOW es una muy buena opción que hay que tener en cuenta. Las maravillosas chicas de la lucha libre tienen aún mucho que decir.
Aitziber Polo
Han tomado el nombre de un programa original, creativo, rupturista como fue G.L.O.W. para hacer una serie sobre los ’80s vistos desde los 2010s. Me hubiera gustado algo más apegado a la historia real, y menos discurso feminista del tipo «las chicas lo resuelven todo y los hombres se quedan con el crédito».