CRÍTICA: LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS
Siempre que nos enteramos de que un proyecto va a ser llevado a las pantallas, por inercia, nos echamos a temblar. Pero, a veces, la magia del cine le sienta bien a las historias y convierte buenos argumentos en emocionantes películas. Algo así le ha pasado a LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS, la nueva película de RICHARD LAGRAVENESE (HERMOSAS CRIATURAS, POSDATA: TE QUIERO), quien ha hecho del alabado musical del Off-Broadway una interesante película romántica en la que lo más importante no está en lo que vemos, sino en lo que no vemos. Las elipsis y los saltos temporales pesan tanto como los números musicales, e hilarlo todo para construir una bella y dolorosa historia de amor es, cuanto menos, una apetecible tarea.
LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS nos sitúa en la ciudad de Nueva York. Allí se conocen Cathy, interpretada por ANNA KENDRICK (DANDO LA NOTA 2, AÚN MÁS ALTO, INTO THE WOODS), una actriz que busca su sitio en el mundo de la interpretación, y Jamie, a quien da vida JEREMY JORDAN (JOYFUL NOISE), un joven escritor de imparable éxito. Situándonos al lado de uno y otro conoceremos el devenir de la relación desde sus comienzos hasta el irremediable final.
Siendo una adaptación teatral, LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS continúa en esa misma línea. Es fiel al lenguaje escenográfico y lo notamos desde la disposición de los escenarios a la interacción interpretativa y, sobre todo, en cómo los actores se mueven por las estancias. El propio JEREMY JORDAN viene de triunfar en Broadway y por eso quizá le veamos ligeramente más encorsetado en el papel que su compañera. ANNA KENDRICK transmite en cada lágrima y en cada sonrisa triste todo cuanto está pasando por su cabeza. JORDAN se limita a gesticular desmesuradamente y a resulta divertido, malvado o atractivo según lo requiera el guión, sin naturalidad en el semblante como sí lo consigue KENDRICK. Sin embargo, entre ellos se produce la química necesaria para dejarnos arrastrar a lo largo de los cinco años que pasamos con ambos.
Pero si algo destaca con mayor fuerza en la representación de la historia es en la manera en la que está contada. Aquí, la forma le proporciona todo lo necesario para que nos encontremos ante una buena película, aunque este mérito bien procede de su idea original y no del director RICHARD LAGRAVENESE. Cuando vemos LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS, lo que vemos en realidad son los momentos más significativos de la relación de cada uno. Un puzzle que fácilmente se ordena si seguimos un criterio: de contar el final se encarga ella, mientras que de contar el principio se encarga él. Confluyendo en una escena final magistral y de una emotividad especial en el que lo mejor y lo peor de Cathy y Jamie como pareja se encuentran y el espectador no puede más que abandonarse al amor, correspondido o no.
Diálogos integrados casi en su totalidad en el lirismo de unas canciones cuyas letras cuentan más y con mayor poesía de lo que cabríamos esperar. Los textos de la historia pueden ser tan dolorosos como divertidos. Frases crudas que se atreven incluso a la crítica más mordaz, o sino que se lo digan a RUSSELL CROWE, quien tampoco se libra en el reparto de comentarios ácidos. Y, entretanto, simpáticos homenajes a otros musicales clásicos que Cathy aspira protagonizar, como SONRISAS Y LÁGRIMAS y una KENDRICK al más puro estilo JULIE ANDREWS girando sobre sí misma en el campo.
Es cierto que existe una ligera descompensación en el enfoque de uno y otro. Por más que veamos planos luminosos no estamos ante una relación equilibrada. LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS gira en torno a la carrera profesional de Jamie, y la ilusa Cathy intenta hacerse un hueco insignificante en todo ese magnificente mundo arrollador. Por lo que al final lo profesional, salpica a lo personal. Y esta intromisión no ocurre por descuido, sino porque en la composición genética de Cathy y Jamie tenía que ser así. Él nunca será capaz de entender la frustración de ella, y ella jamás sabrá lidiar con sus propios fantasmas y acompañar a Jamie. En definitiva, una relación abocada al fracaso desde el primer fotograma, sí, pero no por ello menos intensa o apasionada.
LO MEJOR:
- La sinceridad de ANNA KENDRICK.
- La magistral escena final.
- La profundidad de las letras.
- El montaje doble de la historia.
LO PEOR:
- La sobreactuación de JEREMY JORDAN.