CRÍTICA: LA VIDA A CINCO NUDOS
Si pensamos en un barco español famoso, seguramente, en la mayoría de los casos, nos venga a la cabeza el Juan Sebastián de Elcano. El buque escuela de la Armada española durante más de ochenta años (fue botado en 1927). Incluso, casi todos podríamos hacer una breve descripción del mismo: se trata de un gran velero de color blanco que tiene cuatro mástiles y que toma su nombre de uno de los más grandes marineros de la Historia de la navegación y el primero en dar la vuelta al Mundo.
La función principal de este buque es formar a los futuros oficiales de la Armada española pero también tiene que representar a España en los puertos de los países extranjeros en los que recale.
Se podría afirmar, sin llegar a equivocarnos mucho, que este buque ejerce una clase de influencia en la vida de las personas que lo conocemos. Ni que decir tiene en la vida de aquellos que han tenido la suerte de embarcarse en él. Casi todos coinciden en decir que lo que se vive en este buque difícilmente se puede experimentar en otro lugar. La huella que deja es incomparable. De hecho es el propio Comandante el que afirma que se hizo marino por este buque. Y es que el Juan Sebastián de Elcano es un generador de vocaciones marineras sin importar los riesgos que se corren por la propia naturaleza de la navegación a vela, los trabajos en altura o la vida a la intemperie.
El documental navega, durante dos horas, por todos los aspectos que envolvieron la vida de este buque y sus tripulantes en el LXXXV crucero de instrucción. Y lo hace sin la típica voz en off y de forma cronológica al viaje real. Este tratamiento resulta muy acertado dado que la personalidad del buque y de su dotación es tan fuerte que no necesita de falsos añadidos salvo una ligera música de fondo para potenciar los detalles, como esa sopa que se mueve en el plato al compás del vaivén del buque.
Las únicas voces que se escuchan son las del Comandante y las de los oficiales, suboficiales y marineros que conviven en el Juan Sebastián de Elcano. En todas y cada una de ellas se trasmite la emoción y el orgullo de estar allí, en mitad del océano Atlántico, navegando en un barco como ese. Porque el Juan Sebastián de Elcano también es emoción. Pura emoción. No hay más que escuchar las palabras del Comandante, dirigidas a toda la tripulación, recordando el combate naval de Santiago de Cuba al pasar cerca de ese lugar camino de Nueva York. O las de ese marinero que vuelve a su camarote después de haber subido a lo más alto de uno de los mástiles. Recuerdos y vivencias para toda la vida, sin duda.
Como la mayoría de los planos son cortos, cercanos, se consigue la doble sensación de estar realmente dentro del buque y como consecuencia aumentar el sentimiento de pertenencia al mismo. Evitar los planos lejanos, con la típica imagen del barco que todos conocemos, ha debido ser difícil dada la potencia de la imagen que trasmite la figura de la nave por sí sola, y así se ha optado por darle protagonismo al conocimiento del interior, lo cual añade mucho más valor. El Juan Sebastián de Elcano no solo es una silueta bonita, como se puede ver en el documental.
Volviendo a las palabras del Comandante, el mar, todos los mares, tienen sabor a España y a sus marinos y a sus hazañas. Y sin embargo un país como el nuestro, de clara condición marítima por historia y geografía, casi siempre ha tenido una mentalidad continental. En vista de esta reflexión, lo raro es que una “institución” como es el Juan Sebastián de Elcano haya perdurado tanto en estos tiempos en los que lo políticamente correcto y el “buenismo” imperan.
El Juan Sebastián de Elcano inculca una serie de valores que hoy en día están casi en desuso. Valores que muchas veces no sólo se esconden disimuladamente bajo la alfombra sino que se combaten abiertamente; esfuerzo, soledad, unión, riesgo, compañerismo, tolerancia…
Aunque bien mirado, menos mal que aún nos queda el Juan Sebastián de Elcano para recordarnos esos valores mientras sigue navegando por todos los mares y océanos del Mundo.
LO MEJOR:
- Capta muy bien la esencia de lo que debe ser vivir y trabajar en el buque.
- La emoción y el orgullo que trasmite.
- El montaje, ya que a pesar de tener una duración de dos horas, no se hace nada pesado.
LO PEOR:
- Al ser un documental, seguramente, no tenga una gran distribución ni llegue masivamente al público.
Enrique Teruel Soria