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KAREN

 LOS ANTECEDENTES

Cuenta la cineasta María Pérez Sanz (Malpartida Fluxus Village), que su segundo largometraje empezó como una gran hazaña: adaptar Memorias de África en el paisaje extremeño y en español. Para más complicación, sin una pizca de épica, ni de historias de amor, ni de safaris o fiestas de alto copete. Karen es así, un retrato íntimo y delicado de los últimos tiempos de Karen Blixen en África.

Karen, que participa en la Sección Oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla, nada tiene que ver con la obra maestra de Sydney Pollack. A cambio, este retrato super intimista de la escritora danesa de los mil nombres (Tania, Tanne, Isak Dinesen…) nos regala la segunda vida de una mujer de película. 

LA PELÍCULA

Lo mejor de Karen es como se aleja de Memorias de África y su alargada sombra. “Olvidarnos de la adaptación literaria nos liberó”, confiesa la directora. Intentar un remake o una continuación de una obra maestra del cine era un salto al vacío sin red. Ni con todos los recursos de Hollywood podría un cineasta competir con el filme protagonizado por Meryl Streep y Robert Redford si pretende hacerlo en la misma liga. 

Sabia decisión la de Pérez Sanz al no caer en la tentación de hacer una película historicista, ni narrar los acontecimientos de la vida de la escritora como granjera en Kenia. “Lo que buscaba era retratar a esa mujer en un momento muy concreto de su vida, el de su ruina africana, sin explicar las causas y dejando que el espectador completase la historia a su manera». 

Es así como Karen se centra en una faceta de la escritora desconocida hasta ahora, la de sus rituales cotidianos, sus pequeños quehaceres y sus conversaciones aparentemente intrascendentes junto a la poca compañía fiel que permanece junto a ella los últimos años de su vida. 

Gracias a una maravillosa dirección de fotografía (obra de Ion de Sosa y su cámara de Super 16mm), a un trabajo actoral sobresaliente, a un guion realmente interesante (firmado por la propia directora junto a Carlos Egea), a la música original de Christina Rosenvinge y, en general, a un costumbrismo casi etéreo, toda la fuerza recae en los detalles más simples. Hasta una escena de dos personajes sentados al borde de un pantano resulta hechizante. 

De un plumazo, cualquier otro elemento sobra. Ya no hacen falta ninguno de los personajes de la novela, ni sus amigos, ni sus amores, ni sus enemigos. Aunque al final de la película Karen Blixen siga siendo para nosotros un absoluto enigma. 

Karen desierto - El Palomitrón

ELLOS Y ELLAS

Karen es, según su autora, “un encuentro de dos personajes en los que recae fuerza en los detalles de la interpretación y en el significado simbólico de su relación. Y así, nuestra película se fue convirtiendo en un extraño reverso de la moneda. Un retrato suspendido en el tiempo de Blixen y su criado, atravesado por la losa del colonialismo”. 

En este particular universo, Karen es Christina Rosenvinge y Farah, Alito Rodgers. “Les escogí porque cumplían la máxima bressoniana de ser y no parecer”, relata Pérez Sanz. Capturar el misterio de ambos personajes por separado y de su relación era, por tanto, la misión principal. Un enigma que no hay forma de desvelar. Quizá por eso nos resulte tan fascinante. 

LA SORPRESA

La magia del cine vuelve a hacer de las suyas: Karen está rodada bastante lejos de Kenia. El salvaje paisaje retratado es el de la finca extremeña de la familia de la directora, ubicada cerca de la localidad cacereña de Trujillo. 

LA SECUENCIA / EL MOMENTO

Karen y su amiga Amelia (Isabelle Stoffel) conversan sobre el pasado y los motivos que las condujeron a un territorio tan bravo y tan lejano. La única vez que la protagonista baja la guardia en toda la película, dejando salir un poco sus impenetrables emociones.

foto rodaje Karen - El Palomitrón

TE GUSTARÁ SI…

Si te gusta el cine cocinado a fuego lento y con mucho, muchísimo mimo. 

LO MEJOR

  • Christina Rosenvigne.
  • La preciosísima fotografía, firmada por Ion de Sosa. 
  • La sombra de Memorias de África es alargada, pero huye completamente de la mítica película. Crea su propia identidad. Una muy elegante, intimista y delicada. 

LO PEOR

  • Después de verla, Karen Blixen sigue siendo prácticamente el mismo enigma. Es coherente con la intención de la película, pero frustrante para el espectador que se ha quedado fascinado con su personalidad. 

María Robert 

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