Intercanvi o Intercambio es una propuesta de género en formato corto que te mantiene atento a cada detalle que sucede en pantalla. ¿Cómo lo hace? Pues sembrando una atmósfera inquietante durante los dieciséis minutos que dura. El terror apela directamente a nuestros miedos, a la adrenalina que nos provoca la oscuridad, y en este caso, a una cultura y un ambiente que no son los que esperamos, generando un contrapunto bastante interesante. Alberto Evangelio, su director y guionista, intenta atraparnos desde los títulos de crédito en la casa de doña Hortensia, una señora que, a través de un programa de intercambio, comparte su casa con estudiantes. Gracias a ello, nuestra protagonista, Alba, tiene la posibilidad de tener un techo mientras estudia en la universidad. Pero en su última noche deciden celebrarla de una manera especial, será entonces y solo entonces cuando la pobre muchacha descubre las verdaderas intenciones de su vetusta casera.

Nominada en el Festival de Sitges, Intercambio nos hospeda dentro de unas paredes que se revelarán como un auténtico infierno, rompiendo la tónica idílica de la buena convivencia que había entre los dos personajes durante los meses anteriores. Una cena que, a pesar de transcurrir con naturalidad, transmite todo lo contrario. Aunque disfruten de ricos platos, el postre será diferente al esperado…

El ambiente cambia sutilmente a medida que avanza la noche. Los gestos amables y las conversaciones triviales dan paso a una tensión palpable en el aire. Alba comienza a notar miradas furtivas y sonrisas siniestras en el rostro de doña Hortensia, pero no puede precisar el motivo de su incomodidad.

A medida que se sirven los platos, Alba percibe algo extraño en su compañía, aunque trata de ignorarlo y disfrutar de la velada. Sin embargo, el postre trae consigo una revelación aterradora, convirtiéndose en el punto de inflexión de una historia macabra y escalofriante. Alba se da cuenta demasiado tarde de que su estancia en la casa de doña Hortensia ha dejado de ser un intercambio inocente para convertirse en una pesadilla de la que puede que no logre escapar.

Es muy interesante cómo el director sabe sacar el máximo provecho a un buen puñado de elementos, que, servidos de manera elegante, consigue transmitirnos la historia a la perfección, sobre todo gracias a una maravillosa interpretación de María Caballero, quien representa los ojos del espectador. Mostrándose muy natural en el desarrollo del arco de Alba. Es muy difícil ser veraz para transmitir emociones tan viscerales y Caballero está extraordinaria.

En conclusión, Intercanvi no se anda con rodeos, va al grano y da en el clavo. Una obra minimalista que crece en sus detalles y transmite muy mal rollo, hasta el punto de que no creo que vuelvas a mirar igual a tu casera.

Martín Ortiz