CRÍTICA: HUELLAS (AZTARNAK)

Alejandro Pazó 14 octubre, 2021

ANTECEDENTES

Maru Solores se inició en el cine en una moviola como meritoria de montaje. Primero se formó en la Escuela de Cine y Vídeo de Andoain a comienzos de los 90 y trabajó como Ayudante de producción en Euskal Telebista. Después cursó estudios de Dirección Cinematográfica en la DFFB (Academia Alemana de Cine y TV de Berlín). En 2011 terminó su primer largometraje, Camera Obscura, que fue presentado en varios festivales de cine internacionales como la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). Huellas (Aztarnak, 2021) es su segundo largometraje y, tras clausurar la Sección Zinemira de la 69ª edición del Festival de San Sebastián, llega a las salas el 15 de octubre.

LA PELÍCULA

Huellas es el regreso de Maru Solores a las raíces, los orígenes, cuando todo está por venir. Es la vuelta a la infancia, un estudio del comportamiento humano desde el nacimiento hasta los primeros años de vida. No sólo de los niños sino también de los padres, de cómo las decisiones que se toman en este momento tan importante moldean nuestra forma de comportarnos con los demás y de sentir el mundo. Para mostrar todo esto, la directora establece una bella relación entre el ser humano y la naturaleza que está siempre presente a lo largo de la cinta, comparando visualmente, por ejemplo, la erosión que sufren las rocas en el mar con las marcas (huellas) que deja el parto –y el tiempo– en el cuerpo de una madre.

Esta representación de la piel es una constante en la película, ya que es en los primeros momentos después de dar a luz cuando las madres buscan de una manera casi obsesiva (como poseídas por un instinto animal) el contacto con sus hijos. Aquí la directora se centra mucho en los cuerpos, mostrando planos de ese contacto piel contra piel. Se crea así una imagen muy bonita, delicada, la de ese momento en el que no sabes dónde acaba un cuerpo y empieza el otro. Cuando la conexión es total.

A través de diferentes entrevistas a expertos –Ramón Maudit, Laura Gutman, Michel Odent…– pero también a padres, vemos no sólo esta visión idealizada de la maternidad, sino también la preparación previa y sus problemas y preocupaciones. Y es que hay una palabra que se repite: miedo. Miedo a que su cuerpo no resista, a no saber educar correctamente, a no ser suficiente. Aquí entran varios temas interesantes, como la presión social en torno al instinto maternal, que se entiende como algo intrínseco a las madres cuando en realidad también hay que aprender a cuidar, y es algo que se adquiere con el paso del tiempo; el hecho de que el sistema no está preparado para apoyar a las mujeres después de dar a luz (no sólo en el ambiente laboral, sino también a nivel emocional), o los problemas estructurales derivados del sistema capitalista y patriarcal que condicionan tu modo de vida desde el momento en que eres padre o madre.

Con Huellas, Maru Solores no pretende tanto dar respuestas como plantear preguntas. Este documental, este proyecto personal, se muestra como una forma de dar voz a distintos puntos de vista de manera que se genere un espacio para la reflexión alrededor de distintos temas acerca de la maternidad. Y, en ese sentido, funciona muy bien.