CRITICA: EL MAESTRO DEL AGUA
Es bien sabido que el saltar de un lado al otro de la cámara, es algo que se ajusta a los ideales de algunos actores. Pero también es cierto que no todos llegan a conseguirlo y de los que lo consiguen, algunos lo hacen mejor que otros. Todos tenemos en mente algunos intérpretes, totalmente consagrados en la dirección como CLINT EASTWOOD (EL FRANCOTIRADOR, GRAN TORINO) y otros, cuyas filmografías como directores ha sido aplaudidas, en mayor o menor medida por la crítica, entre los que se encuentran por poner algún ejemplo GEORGE CLOONEY ( MONUMENTS MEN, LOS IDUS DE MARZO) o ANGELINA JOLIE ( EN TIERRA DE SANGRE Y MIEL, INVENCIBLE)
Es turno ahora de dejarse seducir por la tentación para RUSSELL CROWE (que en nuestro país coincide en carteleras con la ópera prima de RYAN GOSLING: LOST RIVER), al que nadie puede discutir su valía como actor. CROWE se pone a los mandos de EL MAESTRO DEL AGUA, no sólo dirigiendo sino también reservándose el papel protagonista, en una producción claramente épica, donde la esperanza domina todo un metraje antibelicista como si de un personaje principal más se tratase.
Connor, un granjero australiano, viaja a Estambul después de la Primera Guerra Mundial para descubrir qué ha pasado con sus hijos, declarados muertos en combate, al tiempo que inicia una bonita relación con una mujer turca propietaria del hotel en el que se hospeda.
RUSSELL CROWE retoma el telón de fondo con el que PETER WEIR dirigió al por entonces futurible MEL GIBSON: La Batalla (carnicería) de Galípoli. Un pasaje remarcable de la historia de Australia en el siglo XX.
En EL MAESTRO DEL AGUA, RUSSELL CROWE articula su punto de vista sobre la guerra y sus consecuencias a través de los ojos de los participantes de ambos bandos, Turcos y Australianos, para reflejar el sin sentido de cualquier guerra. Un proyecto nada fácil para un CROWE principiante que resuelve la papeleta sólo a medias. Para ello recrea una épica historia de fe y heroísmo que recuerda en estructura a EL PACIENTE INGLÉS (ANTHONY MINGHELLA, 1996) principalmente en la disposición de los flashbacks, necesarios para acceder al pasado de los protagonistas y poder entender el desenlace de la historia, pero sin llegar a la intensidad melodramática que probablemente buscaba el primerizo director y que hacen de la película un intento de film clásico lleno de lagunas.
Para este bélico e intercultural rompecabezas fílmico, CROWE se ha rodeado de un gran equipo, desde los guionistas ANDREW KNIGHT y ANDREW ANASTASIOS hasta ANDREW LESNIE, que firma una fotografía de gran nivel logrando una recreación impecable tanto de Australia como de esa Turquía asolada de postguerra. La ambientación de la exótica Estambul (la mezquita Azul, los zocos turcos llenos de gente, las especies o el colorido…) ayudan positivamente a esta historia, pero no lo suficiente para que nos termine de convencer.
Para interpretar a la protagonista femenina de la película, curiosamente CROWE, conocido por su exigencia, eligió a OLGA KURYLENKO (OBLIVION, QUANTUM OF SOLANCE ). KURYLENKO, pese a que lo intenta, resulta totalmente forzada y no cumple el perfil que requiere la historia. La actriz no logra el punto necesario para que nos creamos ni a su personaje ni a su relación con el personaje de CROWE. La química entre ellos brilla por su ausencia. Completan el elenco actoral un buen plantel de secundarios de los que destacamos el trabajo de JAI COURTNEY ( DIVERGENTE, JACK REACHER) y YILMAZ ERDOGAN ( ÉRASE UNA VEZ EN ANATOLIA ); ambos perfilan sus personajes con maestría, igual que el mismísimo RUSSELL CROWE, cuya perfecta interpretación y carisma llenan la pantalla.
Otro de los sin sentidos que juega negativamente en contra de EL MAESTRO DEL AGUA es el de la traducción de su título original THE WATER DIVINER, en la que se pierde toda la magia de ese doble objetivo de adivinador-buscador, un aspecto que todos los que veáis la cinta entenderéis a la perfecciión.
En resumen, la película es una buena historia épica, que si bien no consigue emocionar como pretende, entretiene y no aburre. Pese a que en ciertos momentos del metraje es completamente lineal y previsible, se consolida como una primera cinta de CROWE aceptable y bien defendida. Ojalá sea la primera de muchas en su filmografía como director. Tiene madera para ello, y hay que reconocérselo.
LO MEJOR:
- Las interpretaciones tanto de RUSSELL CROWE como de los secundarios.
- La fabulosa fotografía.
- La mezcla épica de melodrama intercultural.
LO PEOR:
- La química nula entre los protagonistas.
- OLGA KURYLENKO.
- La historia clásica conocida y previsible