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Critica de Steins;Gate 0 22
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CRÍTICA DE STEINS;GATE 0 22

Critica de Steins;Gate 0 22

Steins;Gate, la original, jugaba con el drama de una forma cíclica. Cada intento era una nueva puñalada en la vida de Okabe. Cada intento era una nueva pérdida. El intento del ser humano de desafiar a Dios y caer ante la fuerza divina.

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Steins;Gate 0 es diferente en ese sentido. En ella el humano sabe cual es su posición y cual es la de Dios. ¿Que sentido tiene hacer frente a un ente que te supera en todos los sentidos posibles? No hay esfuerzo, no hay intento, solo la desesperación que acompaña al fracaso.

El esperado retorno

En el momento de escribir una crítica siempre es menester repasar el capítulo anterior. Algo que, en este caso, ha estado cargado de connotaciones, de motivación, de fuerza. El regreso de Okabe, de Hououin Kyouma, no era algo precisamente inesperado, pero si necesario.

Lo podríamos considerar como el summit de la obra, lo que ha estado persiguiendo hasta ahora. Desde en principio todo ha girado entorno a eso, a la dicotomía. La de Okabe y Okarin era importante, por supuesto, pero también está la de Amadeus y Kurisu o incluso la distensión contra la depresión.

Por eso, el momento en el que «0» desaparece de su título para dejar paso a Steins;Gate… podría decirse que es la propia obra la que converge por una vez. Una metáfora propia que utiliza para recuperarse de unos ritmos de guión que no han sido capaces de adaptarse a la novela visual original y han sentado como un duro golpe a la obra.

Levántate y lucha

Ese es el principal problema de Steins;Gate 0. Su deconstrucción es una premisa interesante, pero también un duro golpe para su extensión. Afecta a sus personajes, a su guión, a su evolución. El ambiente depresivo se lleva mucho de su faceta con él y aunque ahora se levanta y lucha —igual que sus personajes— cuesta olvidar que lo hace con la poca energía que le queda.

Tiene momentos gloriosos, por supuesto. Está ese Okabe destrozado en el tejado que no duda en recurrir a su alter ego para levantarse de nuevo. Y tenemos detalles tan pequeños como ese cómico momento en que ayudan a Hiyajo a escribir en la pizarra, jugando con la distensión en los momentos más duros.

¿Hay un esfuerzo? Sin duda, lo hay. Pero eso no sirve para redimir a Steins;Gate 0. Es un resurgimiento y estos últimos capítulos han estado tan cargados de emotividad que es imposible negarlo, pero sigue siendo una victoria pírrica.

El último sacrificio

Y es que al final, Steins;Gate 0 ha pasado de deconstrucción a tributo. No es una crítica destructiva, pero si una dudosa. Porque dudo de si pretende rendir tributo a su original o levantar algo nuevo de sus cenizas. Es dudoso, horriblemente dudoso.

Todos sus recursos apuntan hacia el mismo punto: al regreso. Y, ¿que grandeza hay en volver a los orígenes de esta forma? No tiene porque ser una mala idea, pero si vamos a pasar de un punto a otro para volver al primero, ¿para que necesitamos recorrer ese camino?

Y ahí está, de nuevo. El sacrificio final, el mismo sacrificio. Amadeus es la clave de todo —como lo fue Kurisu en Steins;Gate. Su sacrificio es la pieza final del puzzle, la reina en el tablero. Y la jugada ya la conocemos, solo hay que sacrificarla.

Es emocional. El último paseo de Okabe con Amadeus es increíblemente emocional. No solo por lo que ella supone como avatar de Kurisu, sino por lo que supone como avatar en si mismo, independientemente de sus orígenes. Porque hay unas tonalidades tan profundas, tan humanas, que duele. Y es que tiene que doler.

Pero es un recurso vago. Porque es el mismo movimiento, una vez más. Es su banda sonora, esos tintes de teclado y cuerda, es ese subidón momentáneo de adrenalina, Okarin —Hououin Kyouma— gritando mientras Hiyajo y Daru se encargan de cerrar su movimiento definitivo. Y ahí está el final y el cambio de de línea temporal.

Un paso más hacia Steins Gate. Pero también un paso más lejos de ella.

Duele. Una vez más. Pero siento que duele más tener que expresarlo en palabras. Porque este episodio 22 de Steins;Gate 0 es un golpe duro. Un duro golpe emocional, pero también uno familiar. Uno que llega tan tarde y de forma tan previsible que se siente, por supuesto, pero duele mucho menos de lo que tendría que hacerlo.

Al final no sé quien ha huido realmente durante estos 22 episodios. Si Okabe o la propia obra. Queda un capítulo, un cierre que suena algo abrupto, sin espacio suficiente para el desarrollo que conlleva. Pero ojalá cuente con una conclusión más positiva que esta. Steins;Gate vale mucho más.

Óscar Martínez

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.