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crítica de Code Geass: Lelouch of the Resurrection
ANIME / MANGA CRÍTICAS REDACTORES

CODE GEASS LELOUCH OF THE RESURRECTION, UN CARAMELO AMARGO

Si hace diez años me preguntasen por una escena anime que me hubiese marcado seguramente respondería con el Zero Requiem. Si me preguntasen hoy, respondería lo mismo. Quizás peque de simple, quizás se deba a que Code Geass fue el primer anime que vi por cuenta propia o quizás, simplemente, es algo que me quedó grabado a fuego.

Había mucho más que ello. No era solo el réquiem y todo lo que conllevaba —considerar el ocio como algo político, en aquél entonces, era algo difícil de pensar—, sino todo lo que dejó tras de sí. En un momento en el que los foros lo eran todo y donde la única red social que conocía todavía seguía existiendo, el boca a boca, los rumores y las publicaciones en lugares recónditos de la red eran fuente de inspiración. Lo eran más, incluso, si como yo te encontrabas a los 13 o 14 años sin conexión a internet en casa.

El “Lelouch is alive” fue entonces un mensaje único. Los montajes eran difíciles de identificar, los foros hervían con teorías y el mítico frame de C.C despidiendo a Lelouch en lo alto de una carreta se convirtió en una imagen difícil de olvidar. Quizás, por todo aquello, sumado a lo que Code Geass supone, ese simbólico final repleto de misterio se convirtió en una pequeña leyenda.

Lelouch is alive, pero no como esperábamos

Una pequeña leyenda que cobraba vida con el anuncio de Code Geass: Lelouch of the Resurrection. Un anuncio que perpetuaba los rumores que se habían extendido durante años y años —no por nada se trata de una obra conmemorativa— pero que de alguna forma también se sentía fría. Una vez más, la muestra de que el espacio creativo no siempre puede desligarse del económico.

Al fin y al cabo Code Geass: Fukkatsu no Lelouch se anunció como una suerte de what if que nace, no de la serie original, sino de las películas que sirven como remasterización de la obra y que cambian algunos de los aspectos más identitarios de la obra. Entre ellos se encontraba ese clásico final al que, referencias de por medio, se alteraba para volver a incluir la clara indicación de que, de una u otra forma, Lelouch volvería a su lugar.

No sería como siempre apuntaron los rumores, habiendo ganado la inmortalidad y viajando junto a C.C en pos de su promesa, sino a través de un arriesgado giro donde Shirley —salvada de la muerte entre los cambios de esta nueva línea— recuperaría su cuerpo para que posteriormente C.C pudiese devolverlo a la vida. Un total cambio de rumbo que dirige el desarrollo de este universo paralelo pensado como un caramelo para sus fans. Un caramelo, sin embargo, con cierto regusto amargo.

Sin espacio para Code Geass

Más allá del hecho de que revivir a Lelouch supone un total desentendimiento con la simbología de la obra original, lo cierto es que Lelouch of the Resurrection parece buscar complacer por el mero hecho de existir, rompiendo así con la dinámica original de la obra, siempre basada en la agudeza mental y la capacidad de sorprender, no por hacer saltar las cosas por los aires, sino por demostrar que el campo de batalla va mucho más allá de los enfrentamientos.

En su lugar nos enfrentamos a una ristra de sucesos acelerados donde nuevos actores y actrices aparecen ante cámara sin ofrecer mucho más que roles secundarios y que, por desgracia, toman demasiado tiempo del que se espera que vaya a sus protagonistas. La resurrección de Lelouch es una simple excusa para llevar a cabo una nueva intervención militar, rasgando la paz que había logrado con el símbolo de su muerte. Apenas hay espacio para que la interacción entre él y sus compañeros. Suzaku se contenta con dos puñetazos y una breve conversación y Karen, más allá de ello, apenas llega a cruzar palabras con él.

La carga que suponía el Zero Requiem se pierde por completo. Las atrocidades cometidas en el pasado se olvidan porque el guion no tiene espacio para incluirlas — un punto positivo el que busque una excusa para ello, pese a dejar ciertas lagunas por el camino. Incluso la dinámica entre Lelouch y C.C se destempla a lo largo de su extensión, brillando tan solo en algunas escenas aisladas que sirven de punto de inflexión a todo lo anterior.

Bokoku no Akito sería una extensión idealista de Code Geass, pero sus inclusiones resultaban relevantes a su universo. El Geass de Leila era toda una ruptura de la idea del “poder de los reyes” y ese cambio justificaba su existencia y la hacia valiosa. Más allá de eso, sus enfrentamientos frenéticos y el mismo desenfreno de Ichiko Hashimoto a través de su banda sonora hacía vibrar toda su historia a unos niveles que, si bien no alcanzaban la original, la hacían brillar como hija de la misma. Era un esfuerzo costoso pero con una fuerza considerable. Lelouch of the Resurrection, sin embargo, se ahoga en ese mismo esfuerzo.

Un caramelo amargo

Es evidente que su formato tampoco ayuda. Los 120 minutos apenas alcanzan para desarrollar la estructura narrativa que necesita la obra y ante esa tesitura, su guion decide obviar las conexiones para centrarse en el estallido final. En poner un cierre de por medio y considerar por terminada la obra.

No solo es que ese mismo desencadenante final acabe por resultar demasiado insulso en comparación con otras acciones de Lelouch, es que, de nuevo, apenas tiene espacio o tiempo para llevarse a cabo y la película termina incluso antes de que haya cualquier tipo de conexión con los enemigos o sus motivaciones. Todo parece pensado para llegar a esa escena con la que se ha estado rumoreando durante años.

Todo está pensado para ver a Lelouch tender el traje de Zero a Suzaku de nuevo. A verle despedirse. A verle marchar, con la marca del Code dibujada en su piel, al lado de C.C. No como Lelouch Lamperogue. Tampoco como Lelouch vi Britannia, sino simplemente como L.L. Un caramelo para les seguidores de la serie, que vive en ese colectivo imaginario, pero que resulta esencialmente amargo por todo lo que constituye.

Al final, Code Geass: Fukkatsu no Lelouch no deja de ser un producto alternativo. Sus propios autores se encargaron de identificar la obra como una secuela, no de la serie original, sino de esta nueva línea creada a través de sus películas. Un acto promocional para mantener la continuidad de la serie que no afecta a su legado y sigue disponible para quien quiera disfrutar de ella. Un pequeño bocado que, si más no, ha esbozado un final con el que muches han soñado a lo largo de los años.

Óscar Martínez

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.