CRÍTICA DE BOKU NO HERO ACADEMIA 3X03

El pasado mes de octubre la segunda temporada de Boku no Hero Academia llegó a su fin ofreciendo un cierre que aventuraba algo mayor, algo mucho más grande. El campamento de verano estaba a la vuelta de la esquina y, tal vez, podría suponer un período de relativa paz y tranquilidad. Sin embargo, la convicción y firmeza de Tomura Shigaraki en pos de erradicar al símbolo de la paz avivó la llama de la tensión.
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Estudio BONES sabe de la importancia de este arco argumental —considerado el mejor para una gran parte de los seguidores de la obra de Kōhei Horikoshi— y son conscientes de la oportunidad y cierta responsabilidad por realizar un espléndido trabajo. De subir el listón —uno que ya está bastante alto— y encumbrar la serie una vez más. Por ello, tras un primer episodio a modo de resumen o recordatorio, los encargados de la adaptación están asentando los cimientos con calma y gran esmero.
Rompiendo los límites
Si tuviéramos que resumir en tan solo una palabra el capítulo de la semana pasada sería adaptación. El campamento tiene como objetivo potenciar las habilidades de los alumnos de la U.A. y esta primera toma de contacto les hizo trabajar en equipo para terminar con ciertos obstáculos que les impedían alcanzar cómodamente su punto de destino. Como espectadores notamos cierta maduración en ellos, sus experiencias les han hecho tal y como son ahora, tal y como se muestran. Sin embargo, sus respectivos poderes apenas han evolucionado en los meses de educación. Ahora, de la mano de Eraser Head y las Wild Wild Pussycats experimentarán el dolor de llevar sus capacidades físicas al límite, de superarse.

Buena parte del metraje del episodio está dedicada a ello. Observamos como cada «héroe» tiene que exponerse a un tipo de entrenamiento para elevar sus capacidades. Kirishima debe recibir golpes constantemente para mejorar su capacidad de endurecimiento, Todoroki alternar continuamente entre el fuego y el hielo para regular la temperatura o Sero producir sin descanso cintas para aumentar su fuerza y cantidad. Todos y cada uno de ellos deben someterse a un entrenamiento único, personalizado; totalmente coherente a su respectivo poder.
Las acciones frente a las palabras
Las duras sesiones de entrenamiento se intercalan con pequeños momentos de placidez con espacio para la socialización entre los estudiantes, para conocerse mejor entre ellos y que nosotros, como meros observadores, también lo hagamos. Aderezados por los ya habituales pequeños instantes humorísticos de los que hace gala la adaptación, estas partes casan a la perfección dentro del desarrollo del argumento, no interfieren en el ritmo y aportan cierto elemento orgánico, de viveza. La ausencia de Kota en los mismos, el niño que perdió a sus padres héroes en acto de servicio, parece ser percibida únicamente por Deku, quien no duda en ir tras él para intentar forja un vínculo, para intentar derribar ese muro que el huérfano ha construido como método de auto defensa.
Kota guarda en su interior un profundo odio no solo hacia los héroes y villanos, sino también a los quirks y la propia construcción de la sociedad. La muerte de sus padres fue el detonante de ese sentimiento. Individuos que se asesinan entre ellos por portar la simple etiqueta de «héroe» o «villano», la soberbia y el alardeo de éstos por poseer capacidades especiales o los daños colaterales causados por la mezquindad de sus actos son argumentos de peso contra los que poco a nada pueden hacer las palabras de un joven Midoriya que trata de empatizar con el niño. Un niño que, al final y al cabo, es un juguete roto de esta sociedad de súper humanos tan vistosa en apariencia pero con tantas taras ocultas.

Su preciada paz está completamente en nuestras manos
Boku no Hero Academia 3×03 explora una faceta muy humana, la del personaje de Kota. Sitúa el foco tanto en este personaje como en su relación con Midoriya, mientras el resto de estudiantes rompe sus límites para mejorar sus dones. Sin embargo, dos capítulos han sido suficientes para narrar un período de relativa paz y sosiego. En el horizonte se alzan siete figuras, siete miembros de la Liga de los Villanos liderados por Dabi que planean mermar poco a poco al Símbolo de la Paz. Un grupo reducido de enemigos con un plan de actuación estratégico, inteligente. Se acabó la fuerza bruta vista en anteriores momentos. En esta nueva partida Shigaraki ha realizado el primer movimiento, uno que pillará desprevenido a todo el elenco heroico. ¿Qué consecuencias tendrá esta incursión?
Edu Allepuz
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