Hace un año el mundo cambió y nos pilló desprevenidos. El caos llegó sin previo aviso, sin tan siquiera darnos tiempo a pestañear. Al principio las noticias eran vagas, imprecisas, poco claras. Más tarde llegó la inquietud y, de pronto, antes de que nos diésemos cuenta, estábamos encerrados en nuestras casas sin posibilidad de salir.

El COVID-19 había puesto en jaque a un mundo que no estaba preparado para afrontar el reto que se le planteaba por delante. El virus se extendió y las cifras de positivos se multiplicaba cada día. Para los testigos indirectos de todo aquello, las noticias que escupía la televisión nos parecían el infierno pero, sin embargo, el verdadero abismo estaba muy lejos de las imágenes que emitía la “caja tonta”.

Desde que el caos estallase en marzo de 2020 no han sido pocos los documentales que se han realizado sobre este virus desconocido que nos trae de cabeza y no parece querer irse. Sin embargo, hasta el momento no se había hecho ninguno que contase de una manera cruda, sincera y sin tapujos la verdadera pesadilla de esta pandemia, esa que se vivió en un territorio tan mencionado y, a la vez, alejado de nuestra la realidad; la UCI de los hospitales.

Carlos Caraglia presenta ‘COVID-19, El lado humano’ un documental producido por Earth360, en el que se narra la realidad de la pandemia en primera persona. Recopilando el testimonio de aquellos que vivieron la pesadilla en el silencio de las salas de urgencia, Caraglia nos sirve un café imposible de endulzar, puesto que no hay suficientes sobres de azúcar para digerir tanta dureza condensada en poco más de hora y media. 

Llegar más lejos

Carlos Caraglia es un documentalista de ideas fijas y tenacidad incansable. En su perfil de Linkedin su carta de presentación comienza con esta frase “sufrí un infarto a los 36 años de edad, tras el cual he realizado 8 expediciones en las zonas polares, 4 en la Antártida y 4 en el Ártico”.

Fotógrafo, documentalista y embajador de Panasonic, sus trabajos anteriores se han centrado más en la divulgación y la conciencia medioambiental. Sus temas predilectos son aquellos que tratan realidades a las que la sociedad no puede llegar, como si con su cámara quisiese mostrarnos un retrato de aquello que se conoce más por los oídos que por la vista.

Ese espíritu altruista y aventurero le llevó a decidir rodar un documental sobre el COVID-19 durante la primera ola y con epicentro en la realidad más dramática de la situación, la de aquellas personas que luchaban desde la cama de los hospitales por no dejar que su cuerpo perdiese la batalla contra el virus.

Dureza sin maquillaje

Para ver ‘COVID-19, el lado humano’ hay que estar preparado. Es un documental difícil de soportar de una sentada, puesto que lo que cuenta resulta muy complicado de digerir. Caraglia narra los hechos que azotaron a España durante la primera ola de la forma más sincera posible, dejando que sean aquellos que vivieron los peores momentos, los que narren desde sus recuerdos y vivencias lo que fue ese descontrol de ingresos en hospitales y muertes diarias.

Por delante de la cámara del director pasean familiares de fallecidos, supervivientes, policías, ciudadanos que quisieron aportar su granito de arena y, por supuesto, sanitarios. Probablemente sean estos los que se llevan el gran protagonismo, como no podía ser de otra manera.

Y es que el director les deja la libertad de manifestar lo que sintieron, dándole la posibilidad de que digan lo que les nace de dentro, sin necesidad de seguir un guion. Lo que vale es la sinceridad y la dureza sin maquillar. El documental igual muestra a un médico contando cual fue el procedimiento que siguieron las primeras semanas de la pandemia para luego romper a llorar al recordar a aquellos que se quedaron por el camino, que enseña como retoman la vida  los que cayeron enfermos y no tenían la certeza de si volvieran a sus casas.

Un documental necesario

Un año después de que todo comenzase, ‘COVID-19, el lado humano’ es más necesario que nunca. Es un reflejo de lo que sucedió de verdad, más allá de los aplausos en los balcones, las videollamadas y las canciones de Rozalén. Se trata de las historias que el informativo resumió en cifras despersonalizadas. De las vidas de familiares, sanitarios y enfermos que cambiaron en un abrir y cerrar de ojos.

Quizás las imágenes de los enfermos intubados, de la viuda que llora a su marido con la bolsa de basura con sus pertenencias y de la médico que vivió el 11-M pero no tiene palabras para describir la masacre que un virus ha generado en su hospital, resultan demasiado duras. Pero a fin de cuentas en eso consiste, en contar relatos que no han sido edulcorados o reducen a un número lo que de verdad sigue ocasionando un virus que conviven con nosotros desde hace doce meses.

Habrá quién considere que se trata de imágenes demasiado explícitas como para poder ser emitidas, quién apele al derecho a la privacidad de los enfermos o, incluso, prefiera evadirse de una realidad demasiado difícil de ver. Sin embargo, ahora que parece que el miedo se ha perdido y que nos hemos acostumbrado a vivir expuestos a un riesgo que puede quitarnos la vida, quizás sea el momento de que la jarra de agua fría nos despierte.

Si quieres conocer más sobre el COVID-19 sin medias verdades y de una forma sencilla pero demoledoramente sincera, entonces entra en Filmin y disfruta de esta pieza que ofrece Carlos Caraglia. Si quieres seguir negando la realidad, igual puedes abrirte una cuenta en Tik-Tok y apelar a la “plandemia”.

Claudia Banqueri