Se antojaba un festival complicado: los escasos estrenos de comienzos del 2021 y la dificultad de que los autores pudieran acudir de forma presencial a la 18 Edición de este festival amenazaban con tirar por tierra todo el trabajo que la organización había realizado. En un momento en el que la única solución era reinventarse, Zinegoak (con su director Pau Guillen a la cabeza) sorprendió creando un festival híbrido, en el que muchas de sus películas se podían disfrutar de forma presencial, mientras que otras eran accesibles a través de Filmin. 

La inauguración, realizada en el flamante teatro Arriaga, discurrió con agilidad y con una amplia variedad de discursos y videos, los cuales complementaron la inmejorable actuación del inicio. Tras casi hora y media de presentación, llegó el culmen de la gala de inauguración. Llegó por fin Red Bay, un corto español dirigido por José Antonio Cortés Amunarriz. En su discurso ya dejó claro que la historia que se vislumbra en su corto es íntima y emocional, ya que se desarrolla en su Hondarribia natal, y sigue a un personaje que se enamora perdidamente de un hombre con el que nunca podrá tener una relación a largo plazo. Cabe destacar que la historia sucede durante la Segunda Guerra Mundial, y narra la complicada historia de amor entre un joven de un caserío vasco y uno de los pilotos refugiados de la Red Comète.

El corto inaugural estuvo a la altura de las circunstancias, ya que trata de una forma hábil y elegante los temas de los que se compone la esencia del festival. Con ese marco tan risueño y apetecible como es Hondarribia, además del carisma y la empatía de sus personajes, la historia fluye y emociona a partes iguales. Es cierto que técnicamente el corto podría mejorar, y su desenlace es extremadamente abrupto, pero en una inauguración lo importante es sorprender. Lo importante es impactar. Y Red Bay lo consigue. 

Días después de la gala de inauguración (a la que le siguieron innumerables cortometrajes y largometrajes en diferentes salas como Bilborock o Golem Alhóndiga), llegaron a la programación un largometraje chileno y otro español. Uno de ellos formaba parte de la sección FIK, que contiene los largometrajes de ficción seleccionados por el festival, y otro en su sección KRAK, que cuenta con largometrajes pertenecientes a directores con experiencia en el mundo del cine. 

El largometraje chileno se titula La nave del deseo, y es una película volátil y enamoradiza, en la que dos vecinas comienzan una relación sentimental en un pueblo en el que nadie las comprende. Esta película nos muestra que la liberación de las cadenas y el apartarse de la opinión de los que te rodean es posible incluso a una edad en la que ya nada parece posible. A pesar de contar con un final excesivamente irreal y de tener un ritmo irregular, la importancia de lo que nos cuenta y la sensibilidad con la que nos lo cuenta son dignas de mención.

Por otro lado, el documental español Tiempos de deseo, dirigido por Raquel Marqués, trata sobre una casa que se prepara para acoger el cambio, y en la que habitan los miedos. Es ahí cuando se introduce el deseo de la protagonista de ser madre sin pareja y lesbiana. A través de metáforas, contrastes y texturas (vegetal-humano, interior-exterior, ausencia-presencia), la cineasta concibe un hipnótico universo y una profunda filosofía personal que seguro cautivará la mirada del público.

Es un documental único, sencillo y efectivo, digno de un festival como Zinegoak. Su puesta en escena es natural e intimista, y la historia que nos cuenta es real de principio a fin. Un documental sensible y sincero, pero que necesita ser visto con paciencia.

Gracias a las entrevistas realizadas al finalizar las películas del festival, los espectadores pudieron acercarse a la idea que le había llevado a la directora a la realización de la película, y le preguntaron también por detalles que les habían sorprendido, lo cual siempre es de agradecer. 

Observando la inclusión de Zinegoak en Filmin, además de todas las películas que se pudieron disfrutar de forma presencial en las salas, creo que este 18 Festival de Zinegoak ha sido más necesario que nunca. Por su valentía, por su decisión y por el cine de calidad que hemos podido ver en Zinegoak, esperemos que este festival cumpla muchos años más. 

Jorge Gutiérrez Leguina