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BIBLIOTECA: DAVID LYNCH. EL ONIRISMO DE LA MODERNIDAD

David Lynch Dennis Hopper El Palomitrón

De la mano de Ediciones JC y del puño y letra de Javier Memba nos llega el libro David Lynch. El onirismo de la modernidad, un repaso exhaustivo de la carrera de uno de los directores más enigmáticos de Hollywood: enigmático, poco canónico y que cultiva elogios y críticas a partes iguales.

Con la llegada de la esperadísima tercera temporada de Twin Peaks, la serie que cambió la televisión, nos hemos adentrado de lleno en este tomo en el que, película a película, y por orden cronológico, se nos disecciona una filmografía tan única.

Portada libro JC EDICIONES El Palomitrón

Javier Memba hace eco aquí de su dilatada experiencia para tratar la selecta filmografía de Lynch desde un punto de vista puramente cinematográfico. Tarea complicada, pues Lynch es uno de esos directores cuya vida personal y cine conforman un todo difícil de separar, como un autor de su alter ego. Pero Memba usa su maestría para dar las pinceladas justas sobre la privacidad de Lynch que afecta a la comprensión de sus películas, y así continuar analizando cinematográficamente sus éxitos y fracasos.

El autor no deja claro si Lynch es santo de su devoción, pero lo que deja cristalino es su admiración hacia el director por romper con el establishment y sobre todo por dotar de pura originalidad cada uno de sus trabajos, algo de lo que carece, como se encarga Memba de indicar, el más reciente Hollywood.

«Pese a su dispersión, deseamos el regreso a la gran pantalla de David Lynch con la esperanza que merece uno de los pocos autores que destacan por su brillante estilo en el agotado, manido y adocenado cine estadounidense de las secuelas, precuelas, remakes y demás fórmulas que tan inútilmente intentan paliar un mal que ya parece endémico: la falta de talento artístico que padece el Hollywood de las últimas décadas» (p.16).

Lynch Cabeza Borradora El Palomitrón

A día de hoy sabemos que ese deseo no se cumplirá, pues las últimas declaraciones del director, hechas hace apenas unos días, nos anunciaron la triste noticia de que Lynch no dirigirá más películas. Las nuevas generaciones se perderán ese magnífico fenómeno que es disfrutar de Lynch en pantalla grande como sí pudo hacer el autor de este libro (su dedicatoria es a Juan Luis Abad, con quien vio Cabeza borradora en el cine).

Este libro no se centra única y exclusivamente en los largometrajes, pues también hay capítulos dedicados a Twin Peaks y a los cortometrajes (tanto a los de sus primeras épocas de experimentación como a algunos de los últimos, por ejemplo, Rabbits). Cada capítulo disecciona la película, serie o cortometraje citado en el título, pero además nos habla de cómo influyeron estos productos en el cine y la televisión, dejando entrever un poco el Lynch que fue y el Lynch creado por un público entregado.

Con fotografías en blanco y negro que ayudan a la comprensión del texto, el lenguaje académico usado por Memba en este libro hace que su lectura encaje no solo en fans del director, sino también en los profundamente interesados en el mundo del cine y sus entresijos. Para gozar de lecturas como esta es aconsejable haber visto la filmografía de Lynch, no solo por el riesgo a spoiler, sino para entender de inmediato a lo referido en el texto.

En cierto modo, la noticia de su retirada del cine (que más que noticia fue expresar en voz alta lo que todos ya temíamos) ha sido como saber que nunca más aparecerán los petirrojos. Nos veremos privados de su cine, pero bajo el impecable jardín seguirán trabajando los escarabajos, aunque nadie los vaya a filmar con su maestría.

Lo positivo de esto es que siempre nos quedará Twin Peaks y sobre todo, libros como este para degustar lentamente, a la par que se disfruta de su filmografía enigmática. Un libro para fans de Lynch y para aficionados al cine; un gran trabajo de Javier Memba sobre uno de los mejores directores de las últimas décadas.

Lorena Rodríguez

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Una tarde, con siete añitos, entré en el salón cuando mi madre veía El Padrino. La escena en cuestión era la del caballo y mi madre me gritó que no mirase, pero miré. Desde aquel entonces no pude dejar de mirar, de observar y soñar. Lo más cerquita que pude quedarme del cine fue haciéndome historiadora del arte. El cine es mi Tardis, un Delorean que me hace la vida real más fácil. Mi primera serie fue Urgencias, siempre fiel, a pesar de lo mal que la trató la tele. No sé decirle que no a una serie.