ALIEN: LA HISTORIA ILUSTRADA
“Empieza con la nave… la nave… y el silencio…”. Alien: La historia ilustrada comienza y termina de manera cíclica utilizando esta sentencia, como un mantra cuyos ecos resuenan a lo largo de todas las viñetas. Creado y diseñado por Archie Goodwin y Walter Simonson, la novela gráfica, editada por Diábolo Ediciones, homenajea la película de 1979. Un homenaje que recrea en dibujos, fotograma a fotograma, las escenas más emblemáticas de la cinta de Ridley Scott, que vuelve a la carga con Alien: Covenant.
Esta obra se remonta a 1979, antes de todo el fluir de continuaciones intergalácticas iniciado por James Cameron y su Aliens: El regreso. La historia ilustrada permaneció más de 30 años inédita en nuestro país (con la excepción de una mediocre edición de Bruguera) hasta que en 2012 Diábolo la reeditó con un nuevo formato de tapa dura y con colores remasterizados. Ahora se puede encontrar en las estanterías de las librerías por poco más de 15 €.
Como un recordatorio para los fans de Alien, y con la función de ser un antídoto para aquellos que ya conocen todos los recovecos de la misteriosa Nostromo, esta historia ilustrada es un correcto homenaje que aunque no aporta nada nuevo sí respeta y honra la película original y a sus seguidores más acérrimos.
Destacan las ilustraciones de Simonson: coloridas y bien estructuradas y diseñadas. También las excelentes recreaciones de las caras de los actores. Esta es su mayor virtud: ser un storyboard de la cinta del 79. Las secuencias más famosas, como en la que el alien destroza el pecho de Kane y baña al resto de tripulantes en su sangre, o el desenlace, donde Ripley carboniza al extraterrestre con los motores de la cápsula de escape, resultan tan poderosas dibujadas como verlas en movimiento en una pantalla grande.
Sobre si es necesario un cómic de Alien… la respuesta dependerá del lector. Aquellos que disfruten con sus secuelas y spin-offs se sentirán satisfechos con una recreación íntegra de la obra original. Por el contrario, no convencerá a los cinéfilos que están cansados de que algunas obras sean explotadas por su éxito original.
Nos surge un dilema entre contenido y significado. Lo visual, excelente; el significado, escaso. ¿Cómo valorar algo que se aprovecha de un éxito que no le pertenece? ¿Es la Déjame entrar norteamericana (dirigida por Matt Reeves) mejor que la sueca? Si no existiese Tomas Alfredson sería una gran película. Igual que el test de paciencia que planteó Michael Haneke con su recreación íntegra en 2007 de la Funny Games austríaca. En este caso, si Ridley Scott no hubiese iniciado la saga alienígena, este cómic podría haber sido un éxito de ventas. Quizás hasta hubiese dado pie a que algún realizador con dos dedos de frente lo hubiese adaptado en condiciones. Pero a no ser que algunos científicos estén en lo cierto y exista el multiverso, eso ya no lo veremos nunca.
David G. Maciejewski