
Alien: Covenant, además, es una película atípica por su doble naturaleza: la de blockbuster de cine comercial puro y duro y la de pieza del engranaje del universo Alien. Así, los espectadores más jóvenes, los que no hayan crecido visionando las primeras películas de la saga, verán en la última cinta de Scott una más que entretenida propuesta dotada de un músculo visual sobresaliente y habitada por una de las criaturas más sanguinaria, compleja, y enigmática de la historia del cine. En cambio, todos aquellos que hayan caído rendidos ante Alien, el octavo pasajero o su continuación, Aliens: El regreso, es muy posible que vean en Alien: Covenant un galimatías que se mueve por aquí y por allá sin encontrar su sitio. Porque la nueva entrega de Alien renuncia a su función dentro de la franquicia para rendirse a los yugos del cine comercial, olvidándose de que su papel no es el de ofrecer un nuevo ejercicio de acción gratuito, sino el de completar la premisa, tan complicada como arriesgada, que supuso Prometheus y dar respuesta a los interrogantes con los que los amantes de la saga llevan ya décadas planteando, imaginando e ilusionando.


Pero tampoco sería justo obviar las mejores bazas de la propuesta, y por tanto es de recibo reconocer que entretenida es, que su fotografía (marca de la casa) es impecable, al igual que el detallismo que inunda sus fotogramas, que la muy medida factura de sus efectos especiales en buena, o que la dirección de algunas secuencias sueltas es muy eficaz. Pero hace falta más, mucho más, para justificar la inversión de tiempo, talento y dinero que ha supuesto esta entrega, sobre todo cuando las expectativas son tan exigentes. Para cualquier otro título espacial estos logros serían muy reconocibles, mientras que en el caso de Alien: Covenant todo adquiere una dimensión de carísimo parche para complacer a las audiencias menos exigentes, o si lo prefieren menos familiarizadas con la cultura xenomorfa que subyace en las capas de su universo.
Al final, solo nos queda un magnífico Michael Fassbender, por partida doble, que con el paso del tiempo será seguramente lo único que perviva en la memoria del espectador. Porque acercar el personaje de Daniels (interpretado por Katherine Waterston) a Ellen Ripley suena a eso, a otra triquiñuela promocional que no encuentra patas para sostenerse una vez se visiona la película, aparte de semejanzas evidentes que son fruto más del copipega del argumento que del tratamiento o desarrollo del personaje.
Quizá tenga que venir también Denis Villeneuve a poner orden en una saga que ni su creador acierta a coronar con la honra que merece. Quizá tengan que venir muchos Villeneuve a corregir todo lo que tenga en mente un cineasta que ya ha vivido bastante de las rentas obtenidas por sus primeros y sorprendentes trabajos en el cine. Del que tristemente en Alien Covenant no queda ni rastro.
LO MEJOR:
- El apartado técnico. Ninguna sorpresa.
- Michael Fassbender. Sobresaliente entre tanta vulgaridad.
- La escena de la enfermería. Una maravilla de tensión.
- Al final, sí, no es discutible. Es entretenida.
LO PEOR:
- Lo poco convincente que resulta toda la historia que implica a los ingenieros.
- El «esto ya lo he visto».
- Que Ridley Scott (el padre de la saga) demuestre que no tiene ni idea de hacia dónde va.
- Los agujeros de guion (ojo a los huevos) o algunas soluciones sonrojantemente facilonas.
Alfonso Caro