900 DÍAS SIN ANABEL, EL SECUESTRO MÁS LARGO DE LA HISTORIA DE ESPAÑA
El 12 de abril de 1993 Anabel Segura, una joven de 22 años, decidió salir a correr cerca de su urbanización en la Moraleja. No se supo más de ella, en los días posteriores a su desaparición, un jardinero, un grito, una furgoneta blanca y una recompensa de 150 millones de pesetas fueron las únicas pistas que conducían a su paradero. En ese momento nadie podía saberlo, pero la sociedad española se preparaba para ser testigo del secuestro más largo de su historia.
El pasado viernes Netflix estrenó ‘900 días sin Anabel’ el documental que revive el caso de la mano de Mónica Palomero y Señor Mono. En los tres capítulos que dura la docuserie se hace un repaso cronológico de la evaluación de un secuestro que conmociono a una sociedad que por aquel entonces aun trataba de recuperarse del terrible crimen de Alcàsser.
Una espera de llamada en llamada
A principios de los 90, ETA no solo atentaba, también secuestraba. Por eso no es de extrañar que la primera hipótesis sobre el secuestro de Anabel señalase a la banda terrorista. Duró poco, la investigación se desvió por otro camino cuando comenzó el baile de llamadas telefónicas al representante de la familia solicitando la cifra de 150 millones de pesetas como rescate si querían que Anabel volviese con vida a su casa. Un primer encuentro fallido fue la primera piedra en un camino que duró tres años.
De forma lineal y con testimonios de los policías involucrados en la investigación se comienza a reconstruir el caso que mantuvo en vilo a la sociedad durante 900 días. En el transcurso del documental, no tardan en aparecer los puntos sueltos, tanto de la investigación, como del guion. Si bien el ritmo narrativo es correcto, el abuso de los mismos tipos de planos recurso le aporta poco dinamismo, ni siquiera las grabaciones, hasta entonces inéditas, ni las imágenes de archivo consiguen que se conecte con el caso de una forma profunda.
Sufrimiento y una polícia ineficaz en su trabajo
Tampoco ayuda la forma en la que los involucrados en la investigación cuentan el desarrollo de la misma, con un tono frívolo, poco profesional y que deja latente la enorme incompetencia de estos. Es muy dificil como espectador no cuestionar el por qué de su actuación y sentir una enorme ira ante su inoperancia. Con el avance de la convestigación y con los medios de comunicación entrando a escena la sensación de rabia es mayor.
Vuelve a dejarse en evidencia, tal y como sucedió con el caso Alcàsser, que en aquel momento la prensa española comenzaba la estela del amarillismo que hoy día marca el contenido de muchos programas televisivos. El morbo, la recreación y pinchar en el dolor de una familia para capturar el drama son prácticas que vivieron su edad de oro durante esos años. Aunque al césar lo que es del césar, con el avance en los capítulos del documental comprendes lo importante de los medios para aligerar una investigación que estaba en un callejón sin salida. Finalmente el desenlace se produce de forma fortuita, atropellada y en una sucesión rápida de minutos que interrumpen una última media hora que roza la redundancia, casi con la misma celeridad con la que se resolvió el caso tras tres años de incertidumbre.
‘900 días sin Anabel’ recuerda la historia de una joven que tuve la mala fortuna de encontrarse en el lugar equivocada en el momento equivocado. No obstante, pese a sus carencias narrativas y de ritmo, hace un buen tratamiento a la situación de la víctima y su familia. La imagen y memoria de Anabel se abordan desde el máximo respeto, recordando su desdichado destino a aquellos que por edad eran demasiado jóvenes o que incluso aún no habían nacido. Además de poner de relieve un problema que en los últimos años se ha agudizado; la seguridad de las mujeres ¿Bastaba con un documental de hora y media? Sí, no obstante es un trabajo muy digno que merece ser visto.