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56SITGES: ROBOT DREAMS

ANTECEDENTES

De sobras es conocido el transformismo de Pablo Berger a la hora de abordar sus proyectos, una reinvención pura y continua espaciada en el tiempo que nos ha regalado maravillas como Torremolinos 73 (2003), con su original abordaje de las relaciones matrimoniales y el sexo, o Blancanieves (2012), cuento gótico de la Sevilla más castiza de los años 20 a golpe de tradición, toros y cine mudo en blanco y negro. En esta segunda semana del Festival de Sitges y tras su paso por Cannes, Pablo Berger nos regala Robot Dreams, una joya de la animación que se suma no sólo a la fructífera y original carrera de títulos de su director, sino que encuentra por sí misma un hueco en lo mejorcito de la animación hispánica.

LA PELÍCULA

Dog es un perro solitario que vive solo en un apartamento en el Nueva York de los años 80. Su vida es rutinaria, aburrida y triste hasta que decide llenar ese vacío con el encargo de un robot a domicilio que él mismo monta y que repentinamente le llenará sus días de color. A medida que pasan tiempo juntos, ambos se dan cuenta de que están hechos el uno para el otro, pero un accidente inesperado en la playa hará que Dog deba tomar la decisión de abandonar a su compañero Robot durante un tiempo hasta que pueda recuperar esa relación. Mientras tanto, habrán de pasar ambos los días, los meses, las estaciones, las personas y, en definitiva, la vida.

Basado en el cómic de Sara Varon, la nueva película de Pablo Berger es uno de los estrenos más apreciados de esta edición del Festival de Sitges. Poco es lo que se puede expresar de una película que sin diálogos durante casi dos horas es capaz de llenar el corazón de nobleza y humanidad, pues la sensación de que estamos ante una obra inmensa que no habla sólo de las desventuras de un perro y su robot, sino que encauza diálogos con la vida misma, es algo que merece ser visto y no explicado. Robot Dreams derrocha imaginación, pero también se sumerge en la vida misma, que es aquello de lo que, al fin y al cabo, va el cine.

Por el camino que cruzan ambos protagonistas nos toparemos con múltiples referencias no sólo al propio apellido de Berger, sino a la cultura española en el caso de la bolsa con el dibujo de Naranjito que porta Dog de su mano, al maravilloso mundo onírico de El mago de oz (Victor Fleming, King Vidor, 1939) que sirve para evadirse de la cruda realidad en algunos momentos, el clásico Snowman (Jimmy T. Murakami, Dianne Jackson, 1982) y su amistad muda e incluso a aquellas historias en las que el extraño ser creado cobra vida, como Air doll (Hirokazu Koreeda, 2009). Lejos de ser un pastiche de películas, Robot Dreams adquiere, sin embargo, cuerpo propio y nos presenta una historia aislada y original que nada tiene que envidiar a los mundos imaginativos de los que bebe.

Nuevamente nos encontramos ante el genio de un autor que se atreve con cualquier tipo de trabajo, aunque este le suponga un nuevo desafío a su carrera. Berger nos vuelve a demostrar que es un cineasta que, a pesar de contar con pocos títulos, conserva la capacidad de sorprendernos y de hacer trabajos cuyo visionado valga la pena. De nuevo regresamos a una época concreta del pasado como ya vimos en el Torremolinos cañí de los años 70, en la Sevilla empedrada de tradición de los años 20 y el Nueva York, ahora, de los años 80 en una cinta que explota de color y de costumbrismo a ritmo de canciones míticas que sellaron una época. Sus protagonistas no son sólo el perro y su robot, sino una ciudad de Nueva York que cobra vida propia y que tiene su trasunto en los acontecimientos que ocurren, pues, aparte de un diálogo con la vida, de la reflexión de temas universales como la soledad, la pérdida y el duelo; Robot Dreams es la radiografía pausada del alma humana perdida en las grandes ciudades de nuestro tiempo.

ELLOS Y ELLAS

Poco hay que decir en este apartado, pues la película no sólo no contrata a actores para su realización, sino ni siquiera para unas voces que ni existen entre los distintos personajes.

LA SORPRESA

La película en sí es toda una sorpresa, una nueva demostración de un director que, aunque espacie sus trabajos, sabe refinar hasta la perfección cada una de sus obras.

LA SECUENCIA/EL MOMENTO

El momento en que Dog se da cuenta de que no podrá llevar a Robot consigo y se nos parte a todos el corazón.

TE GUSTARÁ SI…

  • Aprecias la animación española, cada vez más diversa, imaginativa y atrevida.
  • Te gustan las historias de Nueva York y la gran ciudad, especialmente las de la ciudad americana de los años 80.
  • Quieres regresar por enésima vez a los 80.

LO PEOR

  • Que, desgraciadamente, la película tiene que acabar y que su final no a todos gustará, un final, como hemos estado diciendo, como la vida misma.

https://www.youtube.com/watch?v=B6Y3xZjeNv4&ab_channel=BaldoviNet-Lostr%C3%A1ilersdeBaldov%C3%AD

Javier Alpáñez

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