THE WALKING DEAD 7×16: EL PRIMER DÍA DEL RESTO DE TU VIDA
Llegó a su conclusión la séptima temporada de The Walking Dead y comprobamos que todas nuestras predicciones fueron acertadas: la muerte impactante, los giros inesperados, la escaramuza de rigor, los discursos emocionales… Vamos, que la serie ha intentado darnos gato por liebre, aunque lo veíamos venir desde hace mucho. Parece que estamos ante un capítulo regular y no ante un final de ciclo. No ha habido el grandísimo enfrentamiento, sino que se ha encendido la mecha de una contienda que está por venir. Repasamos el último episodio con poca fe en el futuro.
Atención: Contiene spoilers
Sasha aparece en primer plano, en una situación que luego entenderemos. Tiene unos auriculares puestos y escucha música mientras evoca distintos recuerdos, en especial una conversación con Abraham justo antes de que trataran de llevar a Maggie al médico en Hilltop la temporada pasada. Estas escenas irán salpicando el episodio de principio a fin. También seremos testigos de su acuerdo con Negan: ella le ayudará, pero siempre y cuando no muera nadie. El malvado jefe de los Salvadores le explicará que tiene que haber una compensación y al menos deberá morir uno de los de Alexandria, y Sasha lo acepta. Morirá una persona.
Mientras, Dwight asegura a Rick y los suyos que está de su lado y que les va a ayudar a acabar con el reinado del terror de Negan. Les explica cuándo y cómo deberán actuar y que los esclavos de los Salvadores se pondrán de su lado. Todo parece sencillo. Además, los soldados del Reino, con Ezequiel y Carol a la cabeza, se dirigen a Alexandria para unirse a la guerra. En el camino se les unirá Morgan, que también está dispuesto a luchar. Por su parte, Maggie tiene que tomar una decisión sobre qué harán los de Hilltop, ya que aunque nadie sabe que están en el ajo de la insurrección contra Negan, sospecha qué puede estar haciendo Gregory, que ha desaparecido.
Rick y los suyos dan la bienvenida al grupo de Jadis y se reparten las posiciones para la emboscada a los Salvadores, que aparecen capitaneados por Eugene. Cuando el héroe dé la señal para que comience el ataque, algo falla: los Basureros se ponen en su contra. Jadis confirma que ha hecho un nuevo trato con Negan y no querrá saber nada de renegociar con los de Alexandria. Negan se presenta con un ataúd; ahí es donde estaba metida Sasha. Lo que él no sabe es que ella se ha suicidado con el veneno que le proporcionó Eugene. Cuando el villano abre la tapa de la caja para amenazar con la muerte de su prisionera si no consigue lo que quiere, la zombi Sasha le ataca y empieza la acción.
Hay un tiroteo entre los héroes y los Salvadores y sus aliados. Rick no podrá desembarazarse de Jadis, que le dispara en el costado. Y vemos que Michonne, apostada en un tejado como francotiradora, lo pasa mal al ser atacada por una miembro de los Basureros. En seguida los de Alexandria son neutralizados y Negan quiere sangre, así que saca a Lucille para matar a golpes a Carl. Justo en ese momento se oye un grito y todos creen que Michonne ha muerto. Rick, fuera de sí, vuelve a amenazar a su enemigo con acabar con él, cueste lo que cueste. Cuando parece que vamos a perder al muchacho de Atlanta, Shiva, el tigre de Ezequiel, ataca a un secuaz de Negan.
Hacen acto de presencia tanto los luchadores del Reino como los de Hilltop, que consiguen que los Salvadores y los Basureros tengan que huir del lugar precipitadamente. Rick y Carl corren a buscar a Michonne y, aunque muy malherida, está viva. El grito que escucharon era de la mujer que había intentado matarla. Todos agradecen el sacrificio de Sasha, pero será Maggie la que tenga que darle muerte de definitivamente. Ahora los bandos ya están definidos y comienzan los discursos a las tropas. Ahora sí, comienza la guerra.
Tenemos un final bastante flojo, pero al menos es cierre de casi todas las tramas y subtramas que se fueron abriendo de forma paralela durante toda la temporada. Hemos tenido emoción, traición, amor, amistad… y se ha recordado a los que ya no están. El gran discurso final, que corre a cargo de Maggie, habla del pasado, de todo lo que les ha llevado hasta ese momento y lugar en el que se encuentran, pero también de lo que está por venir, que esperamos que sea mejor que esta tanda de capítulos. Y es que no solo parece que los guionistas y showrunners se han quedado sin ideas, sino que la ficción está perdiendo en calidad técnica por momentos (a las quejas y bromas sobre los cromas o el famoso ciervo de entregas pasadas debería añadirse la forma tan mala de plantear las escenas de acción de este capítulo o que Carl apunta con el ojo perdido). ¿Que no está Gregory? Nos da igual. Puede que al final su desaparición tenga algún interés, pero si no volviéramos a verle, como a Heath (¿alguien lo echa de menos?), tampoco nos perderíamos nada. Y lo mismo podemos decir de un montón de personajes que tuvieron cierto protagonismo en otras temporadas y capítulos y que ahora parecen meros extras. Y si hay que destacar a alguien en esta entrega, esa sería Sasha. Una muerte que ya se veía venir por lo impulsivo de sus acciones y su deseo de vengar la muerte de Abraham, pero que al menos ha tenido un sentido. Por cierto, su acto final es una idea reciclada de los cómics.
¿Y ahora qué? Pues quedaría saber qué va a pasar con Dwight, que deja el mensaje que Daryl encuentra; también si ha habido consecuencias para las mujeres de Oceanside, ya que Negan parece hacer una referencia velada a que sabe de dónde sacaron las armas; ¿Eugene va seguir sin recibir ningún castigo por su traición?; y ¿de cuánto está embarazada Maggie? ¿Veremos su tripita en algún momento? ¿Realmente nos importa todo esto? The Walking Dead no es lo que fue, y creemos que tampoco volverá a serlo. Se ha convertido en una serie aburrida, de ritmo lento, mal construida, pésimamente escrita, nulamente solucionada… La carta de Negan, que en un principio parecía que iba a ser la panacea a sus problemas, ha resultado ser un farol. Si el personaje de Jeffrey Dean Morgan se está convirtiendo en una caricatura, el de Andrew Lincoln es un chiste (los aspavientos de uno y las caras de sufrir del otro hastían). Hay que empezar a reivindicar la muerte de la serie, a ser posible de forma digna. Porque no es un zombi: está en estado vegetativo con alguna que otra contracción nerviosa. Seamos compasivos y dejemos que se vaya en paz de una vez, no sin antes clavarle algo en la cabeza para asegurarnos de que no se vuelva a levantar. Lo sentimos mucho, Rick, pero ya no creemos en ti.
Rocío Alarcos