STRANGER THINGS: RADIOGRAFÍA DE ELEVEN
*Aviso para navegantes: este artículo contiene una considerable cantidad de spoilers y no es recomendable leerlo sin haber visualizado la primera temporada al completo.
Hace poco hablábamos de Stranger Things y su llegada a Netflix España. El boom que está teniendo la serie creada por The Duffer Brothers está más que justificado. Reúne todas las características para convertirse en un clásico ochentero moderno: ciencia ficción adornada con una oscura fotografía, buen diseño de personajes, guion salpicado de misterio, drama, amor… Todos ellos indicadores de que tenemos una gran serie entre manos.
La cuestión sigue siendo por qué nos gusta tanto. Lejos de la nostalgia y del nexo generacional que suponen personajes y ambientación, uno de los principales factores es la niña de 12 años que ha cautivado a muchos: Eleven.
Este personaje femenino se plantea desde el comienzo como una incógnita. Siempre está alerta, le gusta observar cuanto hay a su alrededor, y es tímida y reservada, pero también posee un gran carácter y una sensibilidad extraordinarias. Sumado a su forma de ser está su aspecto: cara sucia, mirada perdida y cabeza rapada.
Cuando da con el grupo de Mike, Dustin y Lucas, tres preadolescentes enganchados a los juegos de rol y fanáticos de la ciencia, vamos conociendo su lado más humano. Es introvertida, y no solo lo vemos por su escaso don de palabra, sino por una clara falta de relación con su entorno social. Eso sí, cuando algo le molesta no tarda en reaccionar de forma agresiva. Entonces, ¿es una niña asustada o un monstruo?
Psíquicas en la ficción. Fuentes y antecedentes de Eleven
Desde luego, Eleven no es ni el primer ni el último personaje femenino con cualidades psíquicas en la ficción. Hay decenas, pero, entre todos los habidos y por haber, existe un anime llamado Elfen Lied (2004), creado por Mamoru Kanbe, en el que, a diferencia de Eleven, las protagonistas que tienen esas cualidades psíquicas no son del todo humanas, sino mutaciones con cuernos llamadas diclonius.
Las diclonius son capaces de crear una serie de extremidades invisibles que les permiten atacar a bastante distancia, haciéndolas tremendamente peligrosas. A pesar de no ser la cualidad que tiene Eleven, las extremidades provienen del mismo desarrollo neuronal. Con distinta forma o no, todas ellas son capaces de fracturar el cuello de un ser humano sin establecer contacto físico con él.
Otra similitud importante para el desarrollo de este tipo de personajes es la relación doctor-paciente. La figura del doctor/padre se observa en ambas series y es importante para la construcción del comportamiento de las chicas. La autoridad y la familia se fusionan en una única persona.
En Elfen Lied, uno de los diclonius llama al médico que la custodia “papá” (sabiéndose que no son familia biológica), igual que Eleven se lo llama al doctor Brenner. Ambos intentan establecer relaciones paternofiliales con el fin de obtener la confianza para poder utilizarlas como necesiten. Así, ellas se sacrifican constantemente y se fuerzan a sí mismas a petición de sus pseudoprogenitores para realizar tareas para las que han sido «criadas en cautividad» contra su voluntad.
En varias ocasiones son castigadas por no ser capaces de cumplir los objetivos, y en vez de enfadarse o volverse destructivas, apelan a las lágrimas y gritan «papá», conscientes de que no han sido capaces de hacer algo, demostrando la implicación emocional que tienen con sus progenitores.
En el caso de Eleven, supone una carga psicológica importante a la hora de determinar cómo establece relaciones sociales. Se crea la necesidad de complacer al otro, aunque se produzcan daños serios. Es utilizada como arma y dominada con las emociones humanas más básicas; vive entre el amor y el miedo.
En función del nivel de intensidad utilizado por su mente, puede cansarse más o menos; normalmente le sangra la nariz y a veces llega a desmayarse. Debido a la sobreactuación del cerebro, cuanto más intensa es esta experiencia, más se cansa y más sangra.
El sangrado causado por esta actividad cerebral excesiva no es algo que hayamos visto por primera vez. Por ejemplo, en El efecto mariposa (2004), el protagonista sufre los mismos efectos cada vez que revierte el pasado utilizando su mente. De hecho, en esta película se ve perfectamente el proceso de destrucción neuronal mediante hemorragias cerebrales.
MK Ultra: cuando el poder mental y la ciencia ficción se fusionan
El proyecto MK Ultra es un estudio científico real puesto en marcha en la década de los 50 por la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA). Este fue duramente castigado por la ilegalidad de sus prácticas y el riesgo que suponía para los que en ellas participaban. Con este preámbulo (y llevado con ocultismo a lo largo de toda la serie), a mitad de temporada se nos plantea la posibilidad de que Eleven sea la hija de una de las pacientes que participó entre la década de 1950 y 1960: Terry Ives.
Como relata su hermana Becky en el episodio “The upside down”, Terry participó de manera voluntaria en estudios en los que era inducida a estados mentales alterados mediante fármacos como el LSD, y en numerosas ocasiones la colocaban en tanques de aislamiento sensorial, todo ello con la intención de desarrollar la mente humana a nuevos niveles.
Durante la realización de las pruebas Terry estaba embarazada, y en el tercer trimestre perdió a la niña, Jane. Sin embargo, Terry cree firmemente que su hija no murió y que sigue viva, en alguna parte. Becky (su hermana) lo achaca a la fragilidad y destrucción de su mente tras los experimentos que se realizaron doce años atrás.
Nosotros estamos del lado de Terry: todo tiene sentido. Estar encinta durante la realización de experimentos de alteración cognitiva puede afectar al feto igual que fumar durante el embarazo o llevar una mala alimentación. El bebé podría nacer con una percepción sensorial bastante más alta de lo habitual, pudiendo haber sufrido modificaciones genéticas a raíz de las experiencias límite de su madre.
De igual forma, el robo de Jane se produjo cuando apenas había nacido. Dándose aislamiento, ejercicios mentales desde una temprana edad, predisposición a un desarrollo neuronal tras las condiciones en las que se dio el embarazo… Jane se presenta como el perfecto sujeto de experimentos.
¿Por qué era tan importante? A lo largo de la serie podemos deducirlo. Al principio, Eleven es utilizada como conejillo de Indias en pequeños experimentos (estrujar una lata con la mente, escuchar una conversación a varios metros de distancia…), pero descubrimos que el verdadero propósito es escuchar y adivinar movimientos del Gobierno ruso en pos de innovar en el sistema de espionaje (ese es su cometido cuando introducen a Eleven en la bañera de aislamiento).
Sin embargo, durante el proceso de aislamiento en el que Eleven es capaz de escuchar conversación a miles de kilómetros de distancia, encontramos una disfunción: «el otro lado». Esa disfunción es The Monster, o Demogorgon como le llama la pandilla de Mike en honor a Dragones y Mazmorras.
¿Qué cabos quedan sueltos?
Otro factor sin resolver es el nombre que le dan. 011 (Eleven) da a entender que puede no ser el primer sujeto de pruebas que tienen. ¿Es el undécimo paciente que intentan desarrollar? ¿Es esta una cifra aleatoria? ¿Tiene que ver con el número de sujeto de pruebas que tenía su presunta madre años atrás?
Sin saber qué es realmente el Demogorgon cerramos la temporada con su muerte, la desaparición de Eleven después de un intenso combate en la escuela y la reaparición de Will, el niño que desapareció, poco antes de que muera. ¿Entonces?
Es evidente que muchos cabos quedaron atados al cerrarse la temporada, como la desaparición, búsqueda y aparición de Will, núcleo central de la trama. Sin embargo, lo que al principio comenzó como una desaparición tradicional desplegó todo un devenir de acontecimientos que nos metieron de lleno en una verdadera serie de ciencia ficción. El caso pasó a un segundo plano, y lo psíquico, los experimentos secretos del gobierno estadounidense y la existencia de «otro lado» han dejado nuevas incógnitas en el aire que podrían desembocar en una segunda temporada.
No son pocas las preguntas que han quedado en el aire: ¿Sigue viva Eleven? ¿Qué es el Demogorgon, y de dónde ha salido? ¿Será importante el huevo que vemos en «el otro lado» en uno de los últimos capítulos? ¿Will ha vuelto o está en el limbo entre aquí y «allí»? ¿Han cesado los experimentos? Pendientes de la confirmación de renovación por parte de Netflix, solo nos queda volver a disfrutar de la serie o pasar las tardes como Mike y compañía en el sótano luchando contra un menos terrorífico Demogorgon en miniatura.
Cristina Domínguez