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MAGUS OF THE LIBRARY: REDESCUBRIENDO LA MAGIA DE LA LECTURA

Cuando era pequeño mi familia decidió mudarse a una urbanización perdida en la montaña. A escasos minutos del pueblo y del colegio, la distorsión infantil de la distancia se convirtió en un mundo entero. Sin gente con la que hablar, sin el conocimiento de la existencia del Internet y con un Pokémon Amarillo al que ya había dedicado más horas de las que debería ser físicamente posible, el consuelo que ofrecían los libros era algo prácticamente mágico.

Cuando las pocas caras amables del colegio se quedaban encerradas en un período de cinco días que abría el paso a la soledad intermedia entre el fin de una semana y el inicio de la siguiente, aquél breve espacio de dos días se convertía en una pequeña angustia compensada por las horas que se llevaban las páginas al mostrarme nuevos mundos, nuevas personalidades; espacios con los que jamás habría podido soñar.

Los libros fueron, entonces, un lugar de acogida y cariño. También un lugar al que aislarse, en el que encerrarse y desaparecer, a salvo, mientras pasaba la tormenta. Un lugar que, lejos de ser olvidado, cambia sus formas y colores cuando la realidad necesita superponerse a la fantasía y la lectura forma parte de tu subsistencia. Formas y colores capaces de volver cuando el estímulo necesario se presenta y que, sin mucho esfuerzo, Magus of the Library ha logrado conmigo.

Si solo pudiese decir una sola cosa sobre Magus of the Library diría que es la obra que mi yo de aquél entonces siempre necesitó. Una historia que, con su envoltura dulce y tierna, supone una puerta de entrada maravillosa para quién se adentra al mundo de la lectura, pero que no pone barreras para el público adulto.

Con un mundo que bebe y destila la inspiración en Las mil y una noches, Mitsu Izumi (autora al cargo de la preciosa adaptación al manga de Anohana: The Flower We Saw That Day) ilustra un mundo con tintes arábicos en los que entremezcla una pizca de fantasía y una suavizada crítica social que no se entiende tanto como tal sino, aprovechando la temática de su obra, como una moraleja con ciertos fines educativos.

El pequeño Theo, un apasionado de la lectura y su magia, sueña con viajar hasta la ciudad de Aftzaak, el reino de los libros. Lejos de sus sueños, y debido a sus orejas puntiagudas, la biblioteca de su pequeño pueblo le veta el acceso a causa de su sangre mestiza y los chicos de su clase —como extensión— le hacen la vida imposible a causa del mismo motivo. Una vida de desgaste marcada por la condición de su hermana mayor, que malvive y trabaja de más para poder darle acceso a la educación.

Es la llegada de las kafnas, un grupo de personas dedicadas a la conservación y cesión de los libros en Aftzaak, la que supone el giro necesario para dar alas a la vida de Theo y sacarlo de la miseria que le acosa en las calles de su pequeño pueblo. Una estructura harta conocida que, sin desmerecer la atención por lo clásico, decide dar una pequeña vuelta de tuerca.

Y es que la llegada de las kafnas —y, en especial, la de Sedona, el personaje más carismático de este primer volumen— no supone la llegada de un heroína que le salve de su realidad, como suponía Theo, sino el empujón necesario para convertirse en el dueño de su propia vida. De su propia historia. Más allá de cómo la obra presenta su mundo y hace de los libros un icono mágico y omnipotente, Magus of the Library brilla por como su propia dedicación por la lectura sirve antes de anclaje de qué objetivo. Partiendo de un importante denominador educativo, la serie esgrime esta suave crítica social para desterrar al racismo y recuerda que no siempre podemos esperar a que alguien nos salve. Hay veces en las que nosotres mismes debemos sacar la valentía para buscar nuestro camino.

Es un mensaje valioso, valiente y, en esencia, muy tierno. La relación entre Theo y Sedona es fugaz pero también inspiradora. Acompañada de los trazos limpios y ampliamente detallados de Izumi, la obra mimetiza ese sentimiento mágico que asigna a los libros en su fantasía y se convierte en una entrega realmente especial. Su naturalidad e inocencia no levantan los pies del suelo y cada pequeño fragmento de su historia cuenta con una moraleja que, si más no, resultan inspiradoras para quien se adentra en sus líneas.

Su mundo no palidece ante estas ideas. Aftzaak se dibuja como una meta lejana y supone el principal interés del viaje, de la aventura. Y la idea de que los roles protagonistas no se asignen a factores clásicos de la fantasía sino a “guardianes de los libros” resulta una especialmente acogedora que, cuidado, no por ello deja la acción y la fantasía al margen de su historia. Una combinación que sorprende por su originalidad, conquista por su ternura y naturalidad pero fascina por su pasión.

Si algo juega en su contra, eso sí, son los compases que dirigen la narrativa de, al menos, este primer volumen. La autora relega demasiado en la figura del narrador para explicar su mundo y, a veces, el dinamismo perece ante las explicaciones más estáticas, dejando al guion que hable por encima del arte. Algo que puede sentirse desaprovechado en algunas ocasiones pero que, de la misma forma, tiene justificación propia en muchas otras al enfocarse en contenido educativo. Dos caras de una misma moneda que, si bien no, iluminan el mundo el que se basa la historia de Theo y compañía.

Con todo, Izumi también sabe cuando hacer que el guion calle y la magia hable y contamos con paneles que roban el aire y una puesta en escena que destila detallismo por todos sus poros, dando vida no solo a sus personajes, sino también a sus escenarios y todo lo que representan. La autora da vida a su mundo a través de sus conceptos, representando culturas y personalidades a través de la tinta que emplea en su dibujo.

Magus of the Library es una pequeña delicia. Una obra dulce que presta atención a todo cuando puede ofrecer. Una historia original y delicada, con el concepto de la aventura brillando por encima de todo pero con una vuelta que destila cariño. Un concepto poco explorado, con cierta reminiscencia al trabajo de Shinobu Ohtaka en Magi, que brilla por su capacidad para sorprender y, en especial, un abrazo constante que recuerda con ternura la magia de abrir un libro y perderse entre sus páginas.

Banner inferior Norma Editorial septiembre 2021 - El Palomitrón

Óscar Martínez

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.