QUE TENGAS CUIDAÍCO, CHUS
Hoy tristemente nos ha dejado a los 85 años Chus Lampreave, la madre, abuela, vecina, tía, amiga, portera y tantas otras representaciones de la mujer en el cine español. La actriz ha tenido el privilegio de trabajar con los más grandes directores de su tiempo: Luis García Berlanga, José Luis Cuerda, Fernando Trueba, Fernando Fernán Gómez, Fernando Colomo, Antonio Mercero, Josefina Molina o José María Forqué. Nos deja, como ella misma decía, como vacas sin cencerro.
Pese a su extensa filmografía, su nombre estará siempre ligado al cine de Pedro Almodóvar, que ha construído para ella algunos de los mejores diálogos de sus películas. Ya fuera en las comedias más puras o como contrapunto en sus melodramas, la sola presencia de Chus anticipaba carcajadas. Memorable fue su testiga de Jehová en Mujeres al borde de un ataque de nervios o la genial abuela de la gran obra maestra del manchego: ¿Qué he hecho yo para merecer esto!
Almodóvar eligió a Chus para hacer de alter ego de Francisca Caballero, su madre, impregnando a sus personajes de expresiones y ademanes de la mujer ciudadrealeña. Del «que tengáis cuidaíco» de Volver a la mujer con «la casa empantaná» de Matador, pasando por la madre «apoltronaíca» de Marisa Paredes en La flor de mi secreto.
Habiendo trabajado en algunas de las comedias más significativas de nuestra historia como Bajarse al moro, El verdugo, El pisito, La escopeta nacional, Amanece que no es poco, Todos a la cárcel o Belle Époque (por la que ganó el Goya a la Mejor actriz de reparto en 1992), Chus Lampreave pertenece a esa estirpe de actrices secundarias que han sostenido nuestra cinematografía sin protagonizar portadas, recibir flashes o acaparar premios, pese a poder presumir de haber ganado una Palma de Oro en Cannes, eso sí, compartida con sus compañeras de Volver en 2006.
En los últimos años la hemos podido ver en Torrente 5 o en El artista y la modelo, última vez que su nombre se pronunció en una gala de los Goya organizada por una Academia que, una vez más, llega tarde para reconocer a una de sus más grandes miembros.
Fon López