LOS MERCENARIOS 3
SYLVESTER STALLONE vuelve a la carga en esta tercera entrega que sigue con mucho rigor el esquema original de la saga: reunir a todos los actores iconos del cine de acción y montar una película que base su atractivo en verlos machacar juntos hordas de enemigos y disfrutar de alguna puyita o pique entre ellos. Mucho león y mucha testosterona compartiendo plano es lo que tiene.
Esta vez los chicos de Barney tienen que cumplir una misión muy especial: detener a Stonebanks y llevarle ante el tribunal de La Haya para ser juzgado por crímenes de guerra. El problema es que Stonebanks no es ni un dictador, ni un terrorista, ni el líder de ninguna milicia bielorrusa. Es el co-fundador (junto a Barney) de los mercenarios, así que estamos hablando de un tipo duro que se separó de Barney porque veía un futuro mucho más lucrativo en el tráfico de armas. Para atrapar a Stonebanks, Barney reclutará un nuevo equipo de mercenarios jóvenes y hambrientos para lo que puede ser una misión sin retorno.
Es cierto que hay que tener presente que el espectador de este tipo de películas sabe lo que va a ver, y que no pide mucho más que pasar un buen rato con la añorada acción de la vieja escuela, esa que se basta de toda suerte de vehículos militares tradicionales, un arsenal interminablemente variado de armas y muchas, muchas explosiones. Cuantas más y más grandes, mejor. Y esto es lo que vuelve a haber en MERCENARIOS 3, una generosa ración de acción de la de toda la vida en la que los malos mueren literalmente a puñados, barridos a ráfagas, y los buenos siempre se libran por lo pelos. Bueno, casi todos…El problema que arrastra MERCENARIOS 3 es que parece no contar con que el espectador quizás haya tenido ya bastante con dos entregas y puede ser que lo que espere sea algún tipo de novedad en el planteamiento, en el trascurso o en el desenlace de la trama. STALLONE sigue convencido de que no hay que dedicarle mucho tiempo a esto de innovar o sorprender y vuelve a presentar más de los mismo, pero no mejor que en las anteriores entregas. Esta es la mayor debilidad del producto. Ya ni sorprende, como sí lo hacía la primera entrega, ni divierte tanto como lo hacía la segunda porque ni HARRISON FORD ni MEL GIBSON son tan divertidos como lo fueron JEAN CLAUDE VAN DAMME (una verdadera parodia de sí mismo) y CHUCK NORRIS (cuyas líneas parecían escritas por el mismísimo Joaquín Reyes). Lo único que nos queda es seguir viendo las mismas escenas de acción (se ha rebajado bastante la violencia, eso sí) y disfrutar de las nuevas incorporaciones con esa óptica dominada por el morbo de ver a MEL GIBSON desatado, cómo dará la talla HARRISON FORD (72 añitos) o cómo encajarán WESLEY SNIPES y ANTONIO BANDERAS con el equipo de Barney.
Y no es que nos empeñemos en pedir peras al olmo, nada más lejos. Lo que sí pedimos, y con esta ya van tres, son síntomas de progresión (aquel progresa adecuadamente que figuraba en los boletines de notas infantiles de toda una generación) en alguno de sus aspectos. Ya sea en la trama, en el desarrollo de la acción, o en el diseño de producción y la planificación de las escenas de acción, MERCENARIOS 3 necesita mejorar porque con la que está cayendo hay que empezar a exigir un poco más de creatividad en este tipo de películas. Buscar secuencias espectaculares (el enfrentamiento con tirolinas en las escarpadas paredes de G.I. JOE: LA VENGANZA sí lo era) o renovar el espíritu y el planteamiento de la saga (como sí se ha hecho con la saga FAST&FOURIUS) deberían ser prioridades ahora mismo en los despachos de UNIVERSAL si quieren que el público no termine por aburrirse de una fórmula potente pero que no admite usos más allá del golpe de efecto inicial, algo que si ya desaparecía notablemente enla segunda entrega, en esta casi se ha esfumado.
Quizás la única novedad notable es la entrada en escena de un nuevo grupo de mercenarios, jóvenes e igual de preparados que los antiguos compañeros de Barney, pero con una visión mucho más moderna y práctica de cómo resolver las misiones. Así, las viejas tácticas de entrar y arrasar son sutituidas por una planificación mucho más tecnológica y limpia en la ejecución. En este sentido será Barney quien se tenga que adaptar a la nueva escuela. Un espejismo porque no tardamos en volver a la fuerza bruta, al festival de casquillos y cristales rotos.
En cuanto al reparto, lo únicos que sobresalen sobre el resto son MEL GIBSON en su papel de Stonbanks (necesita más minutos) y ANTONIO BANDERAS, fantástico en su papel de Galgo. Sobre BANDERAS recaen los momentos más divertidos de la cinta (guiño a La Legión incluido), algo que se agradece por romper la monotonía interpretativa de la que es víctima la mayoría del reparto. El resto de los actores son víctimas de un guión plagado de conversaciones y chascarrillos que como ni aportan ni divierten sólo sirven para enquistar el ritmo y que el espectador pida a gritos la acción, aunque sea consciente (o sospeche) que pocas sorpresas le aguardan en la próxima pantalla tipo «Cabal» ideada por STALLONE.
A ver si esos rumores que apuntan a la inclusión de un grupo de mercenarias (The Expandebelles) en la cuarta entrega, probablemente capitaneadas por SIGOURNEY WEAVER, si funcionan las indirectass de SYLVESTER STALLONE y en el cheque de los productores figuran los ceros suficientes, acaban finalmente materializándose y se pueda luchar así por salvar los muebles de una saga que de seguir así no parece tener mucho más futuro.
LO MEJOR:
- ANTONIO BANDERAS. Su entrada en plano es sinónimo de diversión, o en el peor de los casos de un mínimo de interés.
- La apuesta es segura para todos los fans de la saga que tengan miedo a los cambios.
LO PEOR:
- La sensación de agotamiento de la fórmula que nos invade desde el primer minuto.
- Pese a ser una película de acción y contar con un despliegue de estrellas difícil de ver, resulta bastante aburrida.
Alfonso Caro