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LEGIONARIO

Crítica de Legionario en El PalomitrónDesde el pasado 21 de abril, la ópera prima de Eduardo H. Garza puede visionarse en plataformas online (Movistar+, Amazon, iTunes, Google Play y Microsoft Xbox), ventanas que ya son un triunfo para un gran porcentaje de nuestro cine, aquel que no goza del favor de las cadenas en su producción y, por tanto, libra una guerra sin cuartel cuando llega la hora de buscar distribución. Legionario es un ejemplo más del cine prácticamente invisible que nuestra industria pone en circulación cada año y, como es norma, también es un ejemplo de la gestión de recursos a los que estos proyectos están obligados a someterse.

Tirando de un elenco bastante televisivo, y de una preparación técnica notable, Eduardo H. Garza plantea un thriller juguetón y circular que gira en torno a la desaparición de la chica de nuestro protagonista después de una fiesta, y la obligatoria búsqueda de respuestas no solo para entender qué ha pasado, sino también para resolver el enigma. Porque nuestro protagonista no es uno más, hablamos de un legionario que, tras prestar sus servicios en Afganistán, vuelve a la vida civil con intención de casarse con su prometida, soldado también, y compañera inseparable de batallas, tanto en la vida como en el frente.

Legionario - El PalomitrónLejos de acomplejarse, el director arranca la película con un primer tramo bélico que nos sitúa en Afganistán, y en el que a base de planos cortos disimula con muy buena nota las limitaciones presupuestarias propias de este tipo de cine, viéndose el conjunto empujado por unas actuaciones muy correctas y unas líneas de diálogo muy naturales. Será imposible para los espectadores que os acerquéis a Legionario evitar la comparación con la entretenidísima (y muy necesaria) Zona hostil, de Adolfo Martínez, en un espontáneo juego de espejos muy útil para asomarse a las brechas de presupuesto que reinan en nuestra industria, y disfrutar con las soluciones que obligan a adoptar las limitaciones en la materia de producción. Un prólogo muy arriesgado que no es gratuito y que nos conduce al nudo del relato, la vuelta a la vida civil de nuestra pareja protagonista, y la desaparición de ella tras una noche de fiesta, lo que da el pistoletazo de salida a la verdadera naturaleza de la cinta y activa una odisea en la que nuestro legionario se enfrentará a un misterio que le llevará a todos los rincones del edificio en busca de su prometida. Solo y sin información, su preparación militar y su obsesivo amor por ella espolearán una batida contra el mundo, y también contra una difusa nube de recuerdos en los que se mezclan escenarios, caras, situaciones y experiencias. Toda una serie de elementos y reacciones en comunión con los cánones básicos (y a veces obligatorios) del thriller psicológico.

Crítica de Legionario en El PalomitrónQuizá las bazas más destacadas de Legionario sean la frescura de su reparto, todos muy televisivos y muy correctos (muy buen trabajo de Raúl Tejón, presente en la recién estrenada en televisión Indetectables, Diana Palazón y Luis Mottola), y el interés que la cinta es capaz de generar hasta sus últimos minutos, porque aunque su fórmula no es nueva, ni mucho menos, sí se ha puesto cuidado en algunos detalles para que el segundo visionado destape los mínimos errores posibles. Pensado y meditado, este relato sobre consecuencias y heridas de guerra irreparables juega con sus protagonistas e invita al espectador a ir montando su propio puzle a medida que avanza la trama.

Una historia de construcción inversa que se beneficia mucho de su carácter lúdico y de escapar de los mensajes excesivamente personales que habitan en estas propuestas de baja visibilidad, para pasearse por el territorio del puro entretenimiento y de la trampa psicológica. Porque entretenida es, y con eso ya consigue un mundo.

LO MEJOR:

  • La gestión de su economía de recursos y algunas soluciones técnicas que ponen de manifiesto las capacidades de Eduardo H. Garza.
  • Raúl Tejón, volcado en su papel, y la contagiosa naturalidad de Diana Palazón.

LO PEOR:

  • Los espectadores con muchas horas de vuelo se harán rápidamente con las instrucciones de la película.
  • Lo de siempre: que haya que buscar y rebuscar este tipo de cine, cuya visibilidad depende en la mayoría de los casos de la recomendación de alguien cercano.

Alfonso Caro

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.