EL OTRO CINE: LA VENUS DE LAS PIELES
ROMAN POLANSKI lo ha vuelto a conseguir. Con veinte films a sus espaldas, nos avisa que sigue en plena forma y con el talento funcionando a toda máquina. Después de haber cosechado gran parte de su fama con películas grandilocuentes como EL PIANISTA, LA SEMILLA DEL DIABLO o CHINATOWN, aquí se decide por todo lo contrario. Como ya hizo en UN DIOS SALVAJE basa su relato en un solo espacio y con muy pocos actores. Se nota que el genial director polaco tomó nota de los múltiples errores que cometió con su anterior película. Ha aprendido la lección y ya no vemos esas idas y venidas sin sentido, el exceso de personajes en algunos momentos o una puesta en escena demasiado estática. También queda de manifiesto que ha vuelto a revisionar uno de sus grandes clásicos: LA MUERTE Y LA DONCELLA. En este caso son sólo dos los personajes. Por un lado Thomas, un director de teatro que está desesperado por encontrar la actriz que encarnará a la erótica protagonista de su nueva producción, y Vanda, una actriz dicharachera y banal (o al menos eso es lo que parece en un inicio) que intenta optar por el puesto. La historia es sencilla: el director está solo tras una audición desastrosa y Vanda llega como un torbellino. Acepta a regañadientes dejar a la chica hacer la prueba, sin esperar nada en absoluto de la vulgar actriz. Cuando arranca se lleva una sorpresa que desembocará en una batalla interpretativa asombrosa y brillante.
MATHIEU AMALRIC y EMMANUELLE SEIGNER forman un trepidante dúo del que ya disfrutamos en la chocante LA ESCAFANDRA Y LA MARIPOSA. Él en QUANTUM OF SOLACE y ella en LA VIE EN ROSE demostraron estar a la altura cuando se trata de grandes presupuestos y ahora se embarcan en un proyecto singular que les obliga a aguantar una hora y media dándolo absolutamente todo. Thomas es la cultura de clase alta, la pedantería más absoluta y los humos por las nubes. No es difícil ver que POLANSKI hace una inconmensurable autocrítica y aprovecha para dar rienda suelta a todas esas ideas que ha tenido sobre algunos de sus compañeros de profesión. Toques de resentimiento e introspección se observan en la altanería con la que se mueve el personaje. Pero ella es otra cosa; otra cosa bien diferente. Ella es explosiva, espontánea; puro sexo. Provocativa desde un primer momento, consigue ir evolucionando esta sensación de desafío constante, de algo puramente físico a algo cada vez más intelectual. Es interesante la manera en la que se mueve esta obra. No oculta las obviedades y no trata al espectador como a un estúpido (se agradece de vez en cuando). Sabe cual es el momento para subir y es consciente de que cada pequeña revolución necesita su merecido periodo de paz.
Para cualquier director debe ser un reto apasionante y atemorizador rodar todo un film en un sólo espacio; en este caso un antiguo teatro. Algunos de los más grandes directores de fotografía, arte o sonido han dicho que cuantas más restricciones se les aplica, más creativos se vuelven. Esta gran verdad se ejemplifica a la perfección en esta obra. En los apartados visuales la cinta se desenvuelve con elegancia y simplicidad, pero en el caso del sonido se vislumbran algunos destellos más que agradables. Esta producción franco-polaca no decepciona y nos anima a pensar que nos queda POLANSKI para años.
LO MEJOR:
- La pareja de intérpretes. Veracidad, contundencia y talento.
- El sonido. No hace falta dirigir o actuar para ser creativo en el cine.
LO PEOR:
- En algunas ocasiones se tiende a parar el discurso y dar vueltas sobre cuestiones más externas.
- Puede sorprender el tono surrealista que aparece en ciertos momentos.
Adrià Naranjo