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LIGA DE LA JUSTICIA

Después de años y años de espera, Liga de la Justicia por fin se ha reunido en la gran pantalla. Y el resultado es tan espectacular como decepcionante. 

El primer tema que abordar, el más significativo, es el cambio de registro de Liga de la Justicia respecto a su antecesora, Batman v Superman: El amanecer de la justicia. Simplificando un poco la cuestión, la distancia que hay entre ambas es la que separa Watchmen (la película) de Los Vengadores. Este viraje del tono nos parece que viene más motivado por razones económicas que artísticas. El departamento de producción ha decidido seguir la estela del modelo de negocio marvelita (sí, no podemos evitar hacer referencia al estudio rival, ya que compiten por el mismo mercado), influenciado por los fichajes de Danny Elfman (compositor de Los Vengadores 2), Richard Pearson (montador de Iron Man 2) y, por supuesto, el de Joss Whedon (director y guionista de Los Vengadores 1 y 2). ¿Significa que la cinta ha perdido su «toque» Snyder? No: el cambio de dirección lo marca el guion.

Es difícil determinar hasta dónde llega la autoría de Joss Whedon. Lo que sí sabemos es que Liga de la Justicia bebe en gran medida de las colaboraciones del director con Marvel. Una influencia es muy evidente en dos aspectos: la estructura del filme y los diálogos.

En cuanto a lo primero, la plantilla de la historia no es nada original. Tenemos 30 minutos de presentación (cada personaje en su ambiente), un segundo acto en que las tensiones entre estas criaturas con tanto poder pero al mismo tiempo tan dañadas psicológicamente pone a prueba la cohesión del grupo y un tercer acto de lucha contra un villano muy genérico. ¿Os suena?

La idea muy whedoniana de ir construyendo los personajes por acumulación a partir de breves fragmentos de diálogo es la que mantiene viva la historia, en contraste con los largos y, en ocasiones, vacuos monólogos que ralentizan la fluidez de la narración. Esta forma de dosificar la información permite que cada miembro del conjunto tenga su propio arco semicerrado (con posibilidad de reabrirse) en la película.

Este cambio de tono funciona principalmente a nivel subterráneo. La estética sigue siendo bastante de la marca Zack Snyder (una versión más light) para bien y para mal, y su estilo se tensa entre el hiperrealismo y la necesidad de controlar digitalmente el plano para crear el fotograma estéticamente perfecto. Así, el efecto resultante para la audiencia es el de ver una viñeta en movimiento. Esto funcionó (relativamente, depende a quien preguntes) en Watchmen debido a que era una adaptación literal del cómic, pero no lo hizo tanto en Batman v Superman: El amanecer de la justicia. En esta entrega, los momentos de iluminación snyderiana están un poco más medidos y solo hay un montaje a cámara lenta que pretende captar las pulsiones del universo que retrata. Esto conlleva, tristemente, una falta de discurso (hay algunos destellos de crónica política actual, pero son demasiado inconexos) y de ambición por crear una obra que tenga múltiples lecturas (por muy obvias y superficiales que sean).

Pese a esta actualización de su lenguaje fílmico, la textura visual del director mantiene el universo cinematográfico de DC cohesionado. También ayuda a crear esta sensación de unidad el hecho de que los acontecimientos de cada nueva película sean consecuencia de la anterior.

Finalmente, hablemos de la incógnita que se ha planteado todo el mundo en algún momento u otro: ¿Es posible crear un universo cinematográfico sin presentar películas individuales primero? Sí, lo es. Por lo menos en algunos casos. Las incorporaciones de Flash, Aquaman y Cyborg no solo no estorban, sino que enriquecen este mundo tan particular. Con 15 minutos justos de presentación para cada uno, nos queda claro de dónde vienen (de un evento trágico, obviamente) y hacia dónde van.

Resumiendo, Liga de la Justicia es un divertimiento que hará las delicias de muchos fans de los cómics, pero no de todos… En algunos momentos se nota que hay demasiadas manos controlando la historia (¡3 montadores!) y su tono un poco disperso se compensa con momentos de espectacularidad visual y las divertidas interacciones entre personajes. Progresa adecuadamente.

 

LO MEJOR:

  • Las batallas. Los personajes se lo pasan pipa luchando, y esto llega a la audiencia.
  • Los diálogos whedonianos.
  • La textura visual de Snyder.
  • Un paso en la buena dirección en cuanto al trabajo con los intérpretes principales.
  • La inabarcable cantidad de talento que hay en su elenco de secundarios. Cada cara que aparece en pantalla es una persona con una trayectoria impresionante.
  • La escena poscréditos.

LO PEOR:

  • El tratamiento machista de Wonder Woman, un paso hacia atrás.
  • El montaje es un poco caótico.
  • Hay algunas líneas de diálogo (y escenas enteras) que necesitaban más trabajo.
  • El villano: genérico y olvidable.
  • El elenco principal flojea en bastantes momentos.
  • El planteamiento de la mitología es calcado al de El señor de los anillos.

 

Pau Jané

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Cinéfilo en constante evolución. Escuchando en bucle la soundtrack de El gran Lebowski. Perdido entre videos de Tony Zhou. Esperando la carta de Hogwarts.