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FESTIVAL DE VENECIA: CRÍTICA: EL RAPTO

ANTECEDENTES

Daniela Goggi realizó su primera película, Vísperas, allá por el 2006, cuyo guión logró la Mención Especial del Jurado para un primer o segundo largometraje del INCAA. A esta película le siguieron otras dos, Abzurdah y El Hilo Rojo, con las cuales ha conseguido hacerse un nombre en el mundo del cine. En esta ocasión, tras haberse centrado en películas anteriores en el mundo femenino y el amor, se adentra en los tejemanejes políticos de Argentina tras el fin de la dictadura. Su película, El Rapto, tiene el honor, además, de presentarse en la Sección Orizzonti Extra del Festival de Venecia.

LA PELÍCULA

El Rapto es una de esas películas con un pulso firme y una idea clara. Una dictadura puede terminar, pero el aparato político e institucional que la sustenta, en ocasiones, pervive tiempo después. Además, si eso lo unimos al hecho de que sus acciones quedan impunes, la indignación es máxima y el contenido para realizar una película abrumador.

En El Rapto, Goggi nos cuenta la historia de Julio, un hombre que regresa con su familia a Argentina tras la caída de la brutal dictadura que se impuso a la democracia. Las cosas no tardan en ponerse feas cuando secuestran a su hermano y Julio se convierte en el principal negociador con los criminales. Goggi acierta individualizando el sufrimiento y la injusticia vivida en Argentina tras el fin de la dictadura, logrando que la historia de Julio nos resulte cercana y empática.

En el fondo, la película no se centra tanto en la propia desaparición del hermano de Julio, sino que pone el foco en retratar a una sociedad dirigida por hombres a la que poco les importan los derechos humanos y se encubre al criminal. De hecho, lo mejor de la película resulta ser la forma en la que los dirigentes políticos se lavan las manos y tergiversan la realidad, poniendo a salvo sus puestos. Todo ello lo hace siendo consciente del sufrimiento de una familia y con un pulso envidiable. La atmósfera que se crea resulta idónea para una película de estas características.

Por otro lado, lo cierto es que nada sorprende. La película, tras un comienzo y un nudo más que correctos, comienza a decaer sin tener nada más que contarnos. El asunto del rapto se olvida y se enfoca en Julio, fantásticamente interpretado por Rodrigo de la Serna. Los problemas empresariales del personaje principal pasan a ser el asunto central de la película, perdiendo la cinta interés y decayendo el ritmo. Ese bajón se acusa en el último tercio, aunque la película, en su conjunto, es un correcto y humilde retrato de Argentina tras la dictadura. Sin alardes.

ELLAS/ ELLOS

Rodrigo de la Serna es, sin duda alguna, de lo mejor de la película. Logra dotar de vitalidad y humanidad a Julio, un personaje que necesita ser empático para sostener una película que depende, en gran medida, de él. Carga a sus espaldas con la responsabilidad que tiene con honor y con talento, resultando algo a destacar de El Rapto. Bien acompañado por Julieta Zylberberg, que está a la altura de las circunstancias. 

LA SORPRESA

Uno de los problemas de la película quizás reside en su falta de sorpresas. Un thriller político siempre debe sorprender, y El Rapto no lo hace en exceso.

LA SECUENCIA/ EL MOMENTO

La secuencia de la reunión con un grupo de encargados de encontrar al hermano de Julio cuenta con un clímax increíble.

TE GUSTARÁ SI…

Si te gustan los thrillers políticos que destapan la corrupción de las instituciones. 

LO MEJOR

  • La interpretación de Rodrigo de la Serna.
  • El retrato de las instituciones y sus miembros.
  • El equilibrio entre el plano familiar y el político.

LO PEOR

  • El último tercio de la película.
  • La falta de sorpresas.

Jorge G. Leguina

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