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CRÍTICA: EL CONDE

Pablo Larraín es uno de esos directores que no deja a nadie indiferente. Tras triunfar con dos complejas películas, Jackie y Spencer, Larraín acude al Festival de Venecia a presentar El Conde, una curiosa sátira en la que Augusto Pinochet es un vampiro que se sostiene alimentado por el mal. Lo cierto es que el argumento de la película ha logrado enganchar a la prensa y al público del Festival de Venecia, que la esperaba con ansias, convirtiéndose así en una de las grandes favoritas al León de Oro.

LA PELICULA

Después de doscientos cincuenta años de vida, Pinochet ha decidido dejar de beber sangre y abandonar el privilegio de la vida eterna. Ya no puede soportar que el mundo lo recuerde como un ladrón. A pesar del carácter decepcionante y oportunista de su familia, encuentra una nueva inspiración para seguir viviendo una vida de pasión vital y contrarrevolucionaria a través de una relación inesperada. 

Desde luego, la apuesta de Larraín era arriesgada. Y eso es algo que debe ser valorado. Además, la película cuenta con algún que otro momento hilarante que nos recuerda la genialidad que caracteriza al director que firma esta película. Digamos que la película se debate entre lo “gore” y la sátira, conteniendo un puñado de escenas violentas, y otro puñado de escenas que desnudan al dictador. El objetivo principal de Larraín, además de lograr que el espectador disfrute, es mostrarnos cómo era Pinochet y porque no debe caer en el olvido. En este sentido, Larraín acierta y logra que nos replanteemos el asunto de olvidar a personas que tanto daño han hecho y tanto horror han causado.

Por otra parte, uno se queda con la sensación de estar viendo una película que no acaba de estar a la altura de un festival como el de Venecia. Ello es así porque se trata de una sátira en la que la sonrisa puede estar presente en alguna que otra ocasión, pero la risa no lo está nunca o prácticamente nunca. Quizás sea por su previsibilidad, o quizás porque Larraín no se las ingenia para que en la parte central de la narración suceda algo que capture nuestra atención, pero lo cierto es que El Conde comienza a perderse conforme pasan los minutos y no acaba de rematar su historia ni de hacer disfrutar al espectador. Prometía mucho, pero no ha logrado encauzar esa idea que Larraín tenía y convertirla en una película solvente y eficaz.

ELLOS Y ELLAS

El elenco no decepciona. Con un Jaime Vadell en estado de gracia interpretando al mismísimo Pinochet, tampoco defraudan Munchmeyer, Alfredo Castro ni Paula Luchsinger. El Conde necesita sobremanera apoyarse en las interpretaciones debido al vacío creado en algunos momentos por un guión un tanto vulnerable, y lo cierto es que consiguen tapar algunas situaciones complejas.

LA SORPRESA

La verdadera sorpresa es la persona con la que Pinochet se ha vuelto a ilusionar para continuar viviendo. Es, quizás, un personaje sorprendente pero que resulta desaprovechado.

TE GUSTARÁ SI

Si te gustan esas películas que tienen la intención de ser irreverentes y no van a descansar hasta conseguirlo.

LO MEJOR

  • La interpretación de Jaime Vadell.
  • Lo arriesgada que resulta la propuesta de Larrain.
  • El retrato de los hijos de Pinochet.

LO PEOR

  • Su parte central.
  • La poca efectividad de su humor.
  • La pérdida de frescura conforme avanza.

Jorge G. Leguina

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