El Palomitrón

Tu espacio de cine y series españolas

ANIVERSARIOS CINE DOSSIER CINE

Especial PRIMER ANIVERSARIO. Enamorándonos del cine.

 

cinema

 

Para celebrar nuestro primer aniversario no se nos ha ocurrido nada mejor que compartir con vosotros ese momento mágico en el que nos dimos cuenta de que el cine había llegado para quedarse con nosotros, descubriéndonos un universo sin límites o barreras. El universo del cine nos abría la puerta y nos invitaba a explorar, a sentir, a emocionarnos,a vivir y a compartir las historias que nos han acompañado en nuestro constante crecimiento como espectadores, pero también como personas.

Todos los redactores que hacemos posible El Palomitrón hemos elegido la película que de alguna manera nos marcó. Hemos querido compartir con vosotros de dónde nos viene esta pasión por el cine, el momento y la película en el que este arte moderno nos atrapó para ya no soltarnos.

Estas son las películas que nos marcaron:

 

EL TERCER HOMBRE. José Colmenarejo (redactor)

 

TERCER

 

No es nada trágico. Recuerda lo que dijo no sé quién… En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia no hubo más que terror, guerras, matanzas, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? El reloj de cuco.”

Le juré amor eterno al cine una calurosa noche de verano adolescente. Comenzaba a sonar la pegadiza melodía compuesta por ANTON KARAS, y yo aún no sabía que esa noche JOSEPH COTTEN me iba a enseñar que uno podía perder con estilo. Quedarse sin la chica ya no era un problema tan grande después de haberme quedado hipnotizado admirando EL TERCER HOMBRE, obra maestra de CAROL REED. El cinismo personificado, Harry Lime (ORSON WELLES), un muerto viviente escondido entre las alcantarillas, las sombras y las ruinas morales de una Viena dividida tras las Segunda Guerra Mundial, le regala esa perla envenenada a su amigo y héroe desorientado (JOSEPH COTTEN), que le intenta alertar del mal que está causando con sus trapicheos. Un paseo en noria y cine convertido en oro.

Dos escenas inolvidables me hicieron detener el visionado para asimilar lo que acababa de ver. La primera de ellas incluía a un COTTEN ebrio gritándole hastiado a una misteriosa silueta en la noche. Su voz rompe la noche desde la calle y despierta del sueño a una señora. La luz que ésta enciende desde su ventana ilumina el rostro burlón de un WELLES al que creíamos bajo tierra. Aun hoy me parece una de las mejores presentaciones de un personaje jamás realizadas. La segunda escena era aquel memorable plano fijo que servía como colofón final, con COTTEN encendiéndose con parsimonia un cigarrillo mientras la chica en discordia pasaba de largo. Sin más.

Yo era consciente de que algo se me escapaba, pero entre encuadres imposibles, reflexiones sobre los brotes de genialidad entre la inmundicia y triángulos amorosos, llegaba a comprender que jamás olvidaría la magia de EL TERCER HOMBRE. Como la de tantas otras noches de verano.

 

 

 

DESAYUNO CON DIAMANTES. Lydia Martínez (redactora)

 

DES

 

Lo recuerdo como si fuera ayer. Recuerdo ese 1999, la lluvia que caía y observaba tras la ventana, y me recuerdo a mi misma, a esa niña de 7 años, rebuscando entre las cintas de vídeo del salón hasta que una llamó mi atención. DESAYUNO CON DIAMANTES (BLAKE EDWARDS, 1961). Qué absurdo, ¿cómo alguien iba a desayunar diamantes, no se daban cuenta de que se iban a atragantar? La curiosidad infantil me pudo. O quizás el instinto de que estaba ante una película especial, no lo sé. Fuera como fuere, esa cinta acabó dentro del reproductor de vídeo y yo acabé sentada en el sofá, pero sumergida en el Nueva York de los años 60.

Holly Golightly, ¿qué decir de ella? Ese ente solitario siempre acompañada de hombres, esa incomprendida joven obstinada en encontrarle el sentido a la vida y el verdadero significado de la felicidad, esa vividora y poco trabajadora mujer temerosa de los días rojos y aún más de no encontrar un taxi disponible para acudir a su amado Tiffany’s. Ella. Común y sin embargo tan única, que sólo una especial mujer como AUDREY HEPBURN podría interpretarla. Porque los años han pasado y la historia se ha mitificado, pero Holly Golightly es AUDREY HEPBURN, y AUDREY HEPBURN es Holly Golightly  (y Sabrina, y Eliza Doolittle, y la Princesa Anna, y un largo etcétera).

Y fue, es y será ella uno de los principales alicientes de mi inexplicable pasión por esta historia de sutiles pasiones, ingenio, ácidez, comprensión y amor. Amor por Paul Varjak (GEORGE PEPPARD), ese escritor con tintes de gigoló, condenado a entenderla y dispuesto a instalarse en el piso de arriba y también en su corazón. Amor por su gato sin nombre, por el reflejo de una vida que no siente como propia. Y amor, en mayúsculas, por Nueva York. La ciudad que le ofrece una nueva oportunidad. La ciudad que le da todo y que, sin embargo, ese todo no es suficiente. La ciudad que la pertenece. Que se pertenecen. La verdadera historia de amor-odio de la película.

No voy a decir que DESAYUNO CON DIAMANTES es perfecta. No lo pensé la primera vez que la ví ni lo he llegado a pensar alguna de las numerosas veces en que la he visto. No voy a elogiar los aciertos o errores que pueda tener. No voy a decir nada. Porque creo que hace 14 años, en una tarde lluviosa de 1999, sentada en el sofá y con “Moon River” de fondo, dije por primera vez lo único que puedo decir: Esto es cine, y esto a mi me encanta.

 

http://youtu.be/ckMVqRH_4iE

 

ANATOMÍA DE GREY. Elena Rodríguez (redactora series)

 

ANA

 

Hace poco me dijeron que tenía que escribir sobre mi serie preferida, llevaba unos días pensando cuál podría elegir, estaba dudando entre un par hasta que el viernes pasado lo vi claro tras de ver el primer episodio de la décima temporada de ANATOMÍA DE GREY, esa es mi serie.

No es la mejor objetivamente hablando, pero para mí es perfecta, es la que me llega, la que espero con ansia, con la que río, con la que lloro (y mucho)… es mi droga y no me da vergüenza reconocerlo.

Una serie donde ningún personaje es imprescindible, aunque a veces se nos haya hecho costosa la despedida de muchos. Una serie donde cualquier cosa puede pasar, porque a su creadora, SHONDA RHIMES, se le va y mucho la pinza (y lo que nos gusta…).

El culebrón médico por excelencia.

El capítulo musical, los finales de temporada (desde los más trágicos hasta uno de los episodios más bonitos de la serie con Meredith y la casa de velas), la pedida de Derek en el ascensor, el episodio del tirador que sacó unas actuaciones tremendas del cast, las historias de amor, los raros casos médicos, la muerte de personajes principales, Meredith dándose cuenta de quién era el paciente anónimo (escalofríos me sigue dando esa escena), Cristina operando a punta de pistola, las bodas y las no-bodas, los crossover con los personajes de SIN CITA PREVIA, en especial, con mi querida Addison Montgomery (vuelve ya), las fiestas en casa de Meredith, los bailes, Denny, el post-it, las infidelidades, el ferry… entre otras mil escenas más que me ha dado esta serie.

Mucha gente cree que debió acabar hace mucho, por mí que siga otras diez temporadas más, disfruto los nuevos y no me canso de ver antiguos episodios.  Ha tenido sus momentos de bajón y de giros de guión sin sentido pero a mí y creo que a mucha más gente, nos sigue encantando.

Mención especial a la BSO por estar tan bien elegida: Anna Nalick, Keane, Adele, Bryn Christopher, Brandi Carlile, Snow Patrol, Psapp, The fray…

 

 

 

FRANCES. Marina Calvo (redactora)

 

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Antes de que seamos conscientes de lo que realmente somos, en esos años en los que se comienza a vislumbrar la complejidad del mundo que nos rodea, cada nuevo descubrimiento se puede traducir en una conmoción. FRANCES (GRAEME CLIFFORD, 1982) fue una de esas conmociones en las que comenzamos a reconocernos en un ideario que todavía no comprendemos pero que, antes de ser digerido por la cabeza, nos llega directamente al corazón. Hay muchas historias de mujeres luchadoras y pioneras en un mundo en el que todo estaba en su contra y muchas son más relevantes que la de esta actriz de los años treinta. Pero su terrible vida me llegó a través de la increíble interpretación de JESSICA LANGE. Desde entonces, ya sea en las manos de King-Kong o en las de JACK NICHOLSON o como extraña vecina de una casa de los horrores, JESSICA LANGE siempre lleva algo del espíritu de Frances Farmer.

Frances destacó desde estudiante por su gran inteligencia y por su belleza pero además por su espíritu rebelde, por su necesidad de independencia, de involucrarse y de opinar sobre el mundo. Impetuosa y temperamental nunca pudo doblegarse ante ninguno de los papeles que la vida asignaba a las mujeres entonces. Con una ideología de izquierdas, acusada de comunista y atea, era todo provocación. Poco a poco fueron acabando con ella de las formas más crueles con las que se puede atacar a un ser humano y en concreto a una mujer. La destrozaron hasta hacer mil pedazos que ya no pudo recomponer. En la película, en lo que parece ser una licencia de efecto, pero que a mí me gusta creer que es real, cuando reaparece ante las pantallas como un ser “reparado”, sumisa y complaciente (o visto de otro modo, anulada y rota pero manejable) hay un momento en que vuelve a asomar la mujer contestaría y rebelde, pero consciente de haber perdido la batalla. Todo esto en la mirada de JESSICA LANGE.

Muchos han sido los pequeños desagravios a su figura, entre ellos esta película, pero merece la pena recordar también la canción de Nirvana Frances Farmer Will Have Her Revenge On Seattle.

 

[sz-youtube url=»http://youtu.be/QJzj8dRRmbk» /]

 

 

 

2001 UNA ODISEA EN EL ESPACIO. Jesús Sanz (grafismo, montaje y edición)

 

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“Magnum opus, del latín: ‘gran obra’, u obra maestra, se refiere a la mejor o a la más renombrada producción de un autor”

Así define Wikipedia el concepto de obra maestra, pero al que esto escribe le parece, cuanto menos, poco. En mi tierna adolescencia, a este joven cinéfilo las palabras obra maestra resonaban en mi cabeza grandilocuentes, con cuerpo, podían apartar las neuronas de mi cabeza para hacerse un hueco. Nada de lo que había visto estaba a la altura de esas palabras y uno soñaba con ese día en el que viera una obra cinematográfica de tal calibre, una obra cinematográfica tan colosal, que pudiera dejarte sacudido, golpeado y epatado durante una buena temporada. Es decir, yo esperaba el día que viera una obra maestra.

Era un día entre semana, al día siguiente había que ir a clase y quedarse hasta tan tarde para ver una película era una idea un poco alocada. Pero al menos, la 2 no emitía anuncios y podía verla en condiciones. Y es que esa emisión televisiva era la única forma que tenía de conseguirla. Ni vídeos, ni hostias.

Llegaron las doce de la noche y comenzó la proyección. Todo lo que durante tanto tiempo había ansiado empezó a discurrir ante mis ojos. Me habían sacudido, me habían golpeado. Era 2001, Una odisea del espacio. Y era una obra maestra.

Casi, mirando en perspectiva, lo de menos era el jump cut del hueso y la nave espacial. Cuando sus más acérrimos detractores me preguntaban que por qué diablos me gustaba tanto, que qué tenía de especial esa odiosa cinta yo sólo podía contestar “por el placer que supone verla”. Muchos la critican diciendo que es una película lenta, pero para mí es todo lo contrario. Como leí una vez de un admirador: “Yo tengo que pararla cada cinco minutos del ritmo que lleva”. 2001 rebosa contenido para todo aquel que quiere leerlo. La nave espermatozoide. El Júpiter óvulo. El niño espacial. HAL. HAL. Y no nos olvidemos de HAL. Más humano que muchos hombres, el ordenador de la nave Discovery se lleva los mejores momentos del metraje, como su inolvidable muerte.

Quizá demasiado críptica en muchos aspectos (El amanecer del hombre, el monolito, los siete minutos de viaje multicolor, el acto final) 2001 es una película cuyos defectos son virtudes, pues todos ellos hace de ella un pastel que cada vez dan más ganas de degustar. Un pastel en que en cada bocado, descubres una nueva guinda.

Muy pocos de estos atributos tuvieron después su recompensa. Incomprendida por el gran público y vapuleada por la crítica, los Oscar se olvidaron de ella concediendo una única estatuilla a los mejores efectos especiales. Pero poco importa, 2001 es una de esas películas capaces de lo imposible, capaces de sumergirte en su universo hasta no darte cuenta que estás en una sala de cine.  Pueden señalarme con el dedo y reírse de mí si quieren, pero el que esto firma, se sorprendió a sí mismo exclamando: “Madre mía. Para rodar todo esto en el espacio…”

 

 

 

 

MI AMIGO PÚRPURA. Isabel Polaina (redactora)

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Todos los cinéfilos del mundo en algún momento de nuestras vidas tendemos a echar la vista atrás para intentar recordar cuáles fueron las primeras películas que nos marcaron. Esas cintas maravillosas que en cierto modo hicieron que nos interesáramos y aficionáramos a este arte tan espectacular. Normalmente cuando pensamos en ello nos vienen a la cabeza más de dos superproducciones( Disney se lleva el monopolio en la mayoría de los casos, sí) y es que siempre habrá uno o dos largometrajes que nos pondrán una sonrisa de niño en nuestros labios desgastados.

Para esta humilde servidora, un título prevalece por encima del resto. Primer encuentro con la claqueta, detonante para mirar el cine más de cerca o quizás recuerdos de tardes memorables de visionado y videoclub en compañía de mi admirado abuelo materno. (Gran cinéfilo: D. Antonio Gallego-Acho).

Año 1988 una cinta  norteamericana sin ambición alguna se estrenaba en los cines de todo el mundo para el disfrute de los niños de aquella época. Basada en la popular canción «Purple People Eater» compuesta por el conocidísimo actor/cantante de los años 50 Sheb Wooley, MI AMIGO PÚRPURA narra la historia de púrpura, una criatura de otro mundo que llega a la Tierra a través de una melodía. Con la ayuda de su nuevo amigo Billy de tan solo 12 años, ayudarán a los habitantes de una ciudad participando en un concierto benéfico de rock and roll. La película no tiene aspectos destacables: efectos visuales limitados, técnica de animación muy justita y un guion con sabor a fantasía. Pero en contraposición, esta cinta muestra una  trama que desborda sentimientos a raudales, una trayectoria entretenida y el reclamo de la música como tema principal de la obra. Genera  y potencia valores de amistad, amor fraternal y un puntito de «lucha para que se cumplan tus sueños».

Está protagonizada por NED BEATTY(RANGO), THORA BIRCH (DEADLINE) y el debutante por aquellos entonces NEIL PATRICK HARRIS (CÓMO CONOCÍ A VUESTRA MADRE). Mencionar el cameo fantástico de Little Richard, que es brillante con toque de humor.

La ópera prima de LINDA SHAYNE (MI FANTASMA FAVORITO) es sin duda una mezcla de melancolía por la buena música y una enseñanza del género dirigida hacia los más jóvenes.

Puede que no haya llegado a ser inolvidable por su calidad en aspectos técnicos ni visuales  pero lo que sí que  es cierto es que es capaz de llegar a más de un corazón y sobre todo sirve para iniciar a los más pequeños en dos de los elementos  imprescindibles en la cultura de todo ser humano: La música y el séptimo arte.

 

 

 

EL RETORNO DEL JEDI. Alfonso Caro (redactor)

 

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Apenas siete tenía cuando mi padre decidió llevarme al cine con el para ver EL RETORNO DEL JEDI (RICHARD MARQUAND, 1983). De esta película y en una antigua sala de cine de Ávila, de la que no recuerdo el nombre, y que corrió la misma suerte que multitud de salas entregadas al oficio de difundir el cine en las capitales de provincia pequeñas, tengo mis primeros recuerdos, difuminados y dispersos en mi memoria, de mi temprana conexión con el cine. No recuerdo ni de lejos la película en sí, sólo retazos, sensaciones, acordes musicales, y la sensación de quedarme atónito ante esa ventana que se abría delante de mis ojos. Recuerdo también que mi padre me miraba, quizás para confirmar que su amor por el cine sería también compartido y continuado por mí. Son recuerdos con un halo especial porque aunque el trazo de estos es mínimo, sé que están ahí y confío en que mi cerebro quizás algún día logre recuperarlos, desbloquearlos, a modo de regalo personal.

Naves espaciales, cientos de razas, los buenos, los malos, la amistad, la superación, la valentía…es una película atemporal porque bebe de todos los elementos que nos hacen humanos. EL RETORNO DEL JEDI no es mi película favorita, pero cada vez que escucho las notas del tema de JOHN WILLIAMS, y ya son miles las veces, no puedo evitar pensar de manera automática en la magia del cine. Quizás esta sensación esté estrechamente ligada a esa primera tarde de cine de la que soy consciente, una tarde en la que todo empezó.

No puedo dejar escapar la oportunidad que me da el escribir estas líneas para agradecer a mi padre, y también a mi hermano, la atmósfera de cine que siempre ha reinado en mi casa. Gracias a ellos el cine corre por mis venas de manera irreversible, y gracias a ellos he crecido hablando de cine, alargando sobremesas en eternas discusiones donde hemos aprendido a valorar todos los géneros, mensajes, y puntos de vista que el cine ha puesto al alcance de nuestros ojos. Muchas tardes he pasado delante del televisor a edades tempranas. Mientras mis amigos jugaban en la calle, yo no podía parar de ver cine. Eran tardes en las que no necesitaba nada más que el televisor de casa y aquel VHS que aguantó todo lo que pudo el frenético ritmo que le imponíamos en casa. Eran otros tiempos.

 

http://youtu.be/syeqY1PXtLw

 

 

RECUERDOS DE CINE. David Ripoll (redactor)

 

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Los primeros recuerdos sobre el mundo del séptimo arte me los traen los cines de verano  y su “sesión continua”, y van ligados irremediablemente a una infancia feliz.

Tendría yo como 10 o 12 años cuando por aquel entonces podía disfrutar plenamente de los tres meses  de verano en una urbanización a las afueras de un pueblecito de la sierra madrileña. Eran esas vacaciones de tipo familiar en las que te juntabas en una misma casa con tus primos, tíos y vecinos de cada año, a la que llegabas en un Renault 12 ranchera, sentado en el maletero entre la comida que tu tía llevaba desde casa (como si se fuera a una isla desierta) y el equipaje de toda la familia (bambas y bañadores en mi caso), y por supuesto sin ningún tipo de medida de seguridad, pero a mí me encantaba.

El ritual se repetía cada día. Por la mañana íbamos pronto a por churros para todos. Después de desayunar, dábamos un paseo por el monte, en un espectacular pinar lleno de enormes rocas, donde jugábamos al futbol, hacíamos de exploradores, mirábamos a las chicas como ensayaban los bailes en la explanada… También correteábamos por la modesta urbanización o nos poníamos a remojo en la piscina. Y por la tardes tocaba paseo familiar al pueblo, con helado incluido. Pero eso si, al menos dos veces a la semana, era obligatorio ir al Cine de Verano. Si no, nos enfadábamos mucho y nos negábamos a cenar.

Los días que tocaba cine eran más emocionantes, generaban mayores expectativas y algunos nervios extras. Nos poníamos pantalón largo y algo de abrigo en los preparativos tras la merienda, y partíamos en fila india por el arcén de la carretera que nos llevaba hasta el pueblo. Al llegar, había que hacerlo temprano, el objetivo era coger un buen sitio que nos permitiera estar juntos. Todavía me acuerdo de las incomodas sillas de metal, el suelo lleno de piedras de rio y el fresquito que se levantaba según avanzaba la doble sesión. Empezaba relativamente tarde, porque en el segundo pase ya era de noche. Y si, era doble sesión, ponían ¡dos pelis! Un detalle inconfundible era el olor a palomitas, algodón y bocadillos variados de los asistentes. Pero por encima de todo, había algo que jamás se me olvidará y que con el tiempo se ha ido perdiendo, me refiero ni más ni menos que al famoso “visite nuestro bar” que en grandes letras aparecía en la pantalla a mitad de sesión y que indicaba el descanso, momento en el que el mayor que nos acompañaba a todos los primos tenía la obligación de darnos la paga para comprar refrescos. ¡Qué momento! Los encargados debían salir corriendo a hacer la fila con el objetivo de conseguir el premio antes de que se volvieran a apagar las luces y diera comienzo la segunda peli. Podíamos comer, beber, tirar las cascaras de pipas al suelo… Una pasada.

Recuerdo entre otras WILLOW, BITELCHUS, COCODRILO DUNDEE, LA PRINCESA PROMETIDA, CUENTA  CONMIGO, CORTOCIRCUITO, LOS GOONIES…  Uno tras otro, veíamos todos los estrenos del año, siempre que el sueño no nos venciera. Y reconozco que lo hacía en muchas ocasiones, porque el día era largo y agotador y, como decía mi abuelita “Fernandito me rondaba por la orejas”. Al final, alguno de nosotros tenía que volver a casa a caballito sobre uno de los mayores habiéndose perdido parte de la sesión, pero resultaba imposible luchar contra el sueño.

Pese a estos inconvenientes de la temprana edad, es aquí donde sin duda se empezó a fraguar mi pasión por el cine y su importante liturgia, tanto o más importante que la obra misma. Éramos tantos, había tanta chavalería, que seguro que muchos como yo desarrollaron aquí su pasión por la gran pantalla y el género de aventuras ochentero, una combinación que hacía volar nuestras aún no moldeadas mentes.

¡Larga vida al cine! Y por favor, señores directores, guionistas, productores, ministros de cultura, alcaldes, concejales de festejos, déjense de niños guapos e historias de amor estúpidas, dejen de gastar el dinero en toros y fuegos artificiales, y promuevan esto. Cine barato para todos, imaginativo, divertido, creativo y formativo. Solo cultivando pasión en los más pequeños conseguiremos grandes cinéfilos en el futuro.

Ahí lo dejamos. Benditos años 80.

 

 

 

 

 

 

2 COMENTARIOS

  1. Yo quiero nombrar una de las pelis de las que habeis colgado una foto que me parece una autentica obra de arte. Cinema Paradiso… increible pelicula con el final mas magico y romantico que puede tener una peli que no es concretamente de ese género. Una metafora del paso del tiempo y de la vida. Para mi entre las 10 mejores que yo haya visto en mi vida.
    Luego me gustaría añadir un último titulo si se me permite. «Tomates Verdes Fritos» para mi almenos de lo mejor que ví este año!.
    Enorabuena por el especial el Palomitrón. 😉 un saludo!

  2. Grandes filmes en ambos casos Juanma:))) LCinema Paradiso la verdad es que es una gozada, y conecta mucho con el espíritu que buscábamos en el post.

    Celebramos que te haya parecido interesante el artículo, porque es parte de nosotros:)

    Gracias por leernos y por participar!!

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Alfonso Caro Sánchez (Mánager) Enamorado del cine y de la comunicación. Devorador de cine y firme defensor de este como vehículo de transmisión cultural, paraíso para la introspección e instrumento inmejorable para evadirse de la realidad. Poniendo un poco de orden en este tinglado.