El Palomitrón

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CINE CRÍTICAS

FRANCES HA

 

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Bienvenidos a la pérdida de lo conocido. Donde reinventarse es no caer en el olvido, y vivir deja paso a lo irremediable de sobrevivir. Bienvenidos a una sociedad donde el hambre de esos llamados a comerse el mundo choca con la realidad de unos manjares sólo accesibles a unos pocos. Pérdida de sueños y ambiciosa excentricidad en un mundo donde nos adaptamos, nos readaptamos y nos volvemos a adaptar para tratar de mantenernos a flote bajo el hundimiento de lo que creíamos conocer y el ascenso de los cambios que aún no conocemos ni creemos (o quizás queremos) conocer. Atrás queda la época donde lo vintage era antiguo, antes de ser cool, y lo desagradable no iba aunado a lo kitsch. Y es que ya no se hacen westerns, sino space westerns, spaghetti westerns o florida westerns, y si no lo sabes no es que no estés a la última, es que eres mainstream (pecado capital por excelencia para unos, ridiculez extrema para otros). ¿Qué es eso de calificar a una película como ‘de miedo’, pudiendo ser (en su extrema complejidad) horror comedy, horror film, found footage, body horror, film noir o psycho-biddy, entre otros? Siendo sinceros, ¿no da este caótico surgir de géneros más miedo que muchas películas de terror, por muy noir, gris o psycho-cualquier cosa que sean?

Y es que los superhéroes, esos que salvan al mundo de cualquier hecatombe concebible por una mente hollywoodiense, hoy están ocupados ganándose el nombre de superhero film a base de capa, espada y pectorales. Y es que vampiros, magos, licántropos y héroes de cualquier clase concebidos en libros superventas, con sólo en común eso de ser guapos, llegan a nuestras pantallas con el Young adult/teen movie por consigna y defensa. Y es que hemos cambiado nosotros, la sociedad y el séptimo arte, dando más importancia sobre lo comercial a lo indie (que no independiente) y dividiéndolo en tantos géneros como amantes tiene por el mundo. Y es que hablar de indie es hablar de mumblecore, y hablar de mumblecore es hablar de FRANCES HA y, ante todo, hablar de ella.

 

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Ella tiene nombre propio. Ella es GRETA GERWIG. Desconocida por muchos, admirada por otros, y con el sobrenombre de la MERYL STREEP del mumblecore siempre a su espalda. Musa de ese cine carente de medios pero rebosante de distinción y calidad, pasea por la industria con la seguridad de quien tiene mucho por dar (y por ser reconocido) y la ambición de quien no se pone límites y juega con lo comercial y las variantes del cine indie; de quien no es actriz, sino artista. Y es que GERWIG baila. Baila en un mundo desconocido como pez en el agua, como Frances Ha. Como la protagonista de una historia con nombre propio, y que siente como tal. Porque pocas veces he visto una simbiosis de ficción-realidad tan profunda como la que se produce en esta comedia de culto mumblecore. Y es que ya no sé quién es Greta. Ya no sé quién es Frances. Porque ambas son la misma, y se llame Greta o se llame Frances, ambas lo saben bien.

FRANCES HA es la historia de quien se pierde y, en el fondo, no se quiere encontrar. La historia de una generación que trata de escapar de lo inevitable que es entrar en el mundo real y, a la vez, lucha por adentrarse en una desconocida sociedad. Es la historia de miles de personas aunada en una joven neoyorquina, en una encantadora versión femenina de Peter Pan con toques de Annie Hall que tiene poco, aspira a mucho más, y aún así disfruta de la vida con contagiosa despreocupación y alegría.  FRANCES HA es la historia de una entrañable joven que vive en un apartamento, sin realidad tener uno. De una bailarina en una compañía de danza que en realidad no lo es. De unas relaciones personales tan intrincadas que en realidad no lo son. La sorprendente historia del sinsentido de la vida que no te gusta, ni te encanta, porque sencillamente, te atrapa.

 

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Con el telón subido y la ciudad que nunca duerme de fondo, FRANCES HA nos relata las aventuras y retos personales de una superheroina de la vida real, que no necesita capa y no tiene más poder que el de hacer feliz a todo el que la rodea. De una montaña rusa sentimental que irremediablemente nos identifica en algún momento y nos hace entender que no somos los únicos perdidos en la jungla de esta sociedad. El excentricismo y lo irresistible de una película más cercana a la realidad que a la ficción, que tiene su alma puesta en GERWIG, y sus principios puestos en su director, BAUMBACH.

Clave de la nueva comedia romántica, con títulos como KICKING AND SCREAMING o UNA HISTORIA DE BROOKLYN a sus espaldas, BAUMBACH da a la película ese toque de trascendental al aunar todos los temas de una sección de la sociedad con tanta maestría, pero también de nostalgia y amor por el pasado, con una estructura de la trama y una fotografía en blanco y negro pura e inteligente, y que demuestra que el paso del tiempo no dañará lo especial de FRANCES HA.

Actores semidesconocidos como MICKEY SUMNER, GRACE GUMMER o ADAM DRIVER completan el reparto de una producción aclamada por crítica, público y por todo aquel que aprecie el dinamismo y la dialéctica de un guión tan amplio en géneros como unánime en opinión, firmado por GERWIG y BAUMBACH y que destila el mensaje de “vamos a dominar el mundo” en todos y cada uno de sus diálogos.

 

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Influenciada por múltiples géneros, FRANCES HA no es propiamente clasificable en uno sólo. No es una historia cómica, pese a sus aventuras y continuos retos. No es un melodrama, pese a lo triste y dramático de algunas situaciones, más escondidas en el fondo que clarificadas por la propia película. No es un musical, pese a lo destacable de una danza vital que acompaña a la protagonista allá por donde va. FRANCES HA es el reflejo de una generación, el sinsentido de quien no quiere ser clasificado y destacar por algo más. Es amor. Quizás una historia de amor. Pero no por sus relaciones sentimentales, complejas y enigmáticas como la propia protagonista y como la vida. No. Es una historia de amor entre el espectador y la pantalla. Entre el que quiere ver cine en todos los sentidos de la palabra y se encuentra con una joven que le cautiva y le roba su vida, sus problemas, sus alegrías y sus esperanzas durante 98 minutos. Y qué maravilloso que aún hoy en día esto siga ocurriendo.

La vida no es exactamente lo que prevemos. Crecemos sin querer hacerlo, nos alejamos de amigos sin querer (queriendo) y nos vemos inmersos en un mundo de situaciones raras y ajenas, que de forma impuesta tenemos que adaptarnos a ellas. Quizás seas torpe, raro, extravagante, con menos suerte o más realista, pero descubres que la vida es luchar, dejarse la piel, equivocarse, caer, volverse a equivocar y volverse a levantar. No cejar en el empeño, intentar ser mejor, y hacer que pasen los años pero no las ganas de soñar despierto, hacer planes, promesas, el loco, cantar, reír o bailar. Porque FRANCES HA no es una película, es una lección vital. La vida no hay que vivirla, hay que aprenderla a bailar.

 

 

LO MEJOR

  • GRETA GERWIG. O FRANCES HA. Porque ambas son una, y ambas son el alma de esta producción. La ANNIE HALL del siglo XXI, excéntricamente entrañable y anclada en un presente por el que no pasará el tiempo.
  • La historia en sí. El guión de GERWIG y BAUMBACH o la forma de tratar cada tema de la película y aunarlo de una manera tan magistral merecen el tiempo de todo aquel que disfrute con una historia inclasificable, pero bien contada.

LO PEOR

  • Su calificación como indie, mumblecore, su desconocimiento por parte de muchos o su fotografía en blanco y negro despertarán perezas y antipatías entre muchos espectadores anclados en el colorido y dinamismo de lo que parece ser el cine actual. Una lástima perderse una producción que recomiendo no sólo a cualquier cinéfilo, sino a cualquier persona tan perdida como encontrada y con tantas ganas de vivir como de aprender a disfrutar de la vida.

 

 

Lydia Martínez

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