EL FUTURO YA NO ES LO QUE ERA
Tras el éxito arrollador de Ocho apellidos vascos y un Goya al Mejor actor revelación, Dani Rovira (8 apellidos catalanes, Ahora o nunca) ha ido sumando papeles protagónicos, convirtiéndose en uno de los rostros más reconocibles de la comedia española. Ahora estrena El futuro ya no es lo que era bajo la dirección de Pedro Barbero, cineasta que firma el guion de esta película en la que también aparecen Carolina Bang (Las brujas de Zugarramurdi), Carmen Maura y José Corbacho (Incidencias).
El futuro ya no es lo que era cuenta la historia de Carlos, un adivino de la televisión que está pensando en retirase del negocio y dedicarse al sueño de su vida: ser actor. Además, intenta poner orden a su vida pasando más tiempo con sus hijos y con su madre, veterana actriz que ahora estrena una obra en la que interpreta a una enferma de cáncer.
Si bien se puede intuir la humanidad y las buenas intenciones del director, El futuro ya no es lo que era es una de las comedias menos graciosas que ha dado el cine español, que pretende salvar y vender la película con la mera presencia de Dani Rovira. Pese a sus nobles intentos, nada puede hacer Rovira para convertir en divertidas unas líneas de diálogo que no tienen ninguna gracia.
Ambientada en Oviedo, aparece la estatua de Woody Allen y se usa alguna de sus frases sin citarlo, pero no hay nada aquí que recuerde al genio neoyorquino. Sí que Barbero utiliza (como en Cafe Society) una voz en off, pero abusa de ella, con lo que consigue que se haga reiterativa, extremadamente moralista e irritante. Más que una comedia, y dada la falta absoluta de gracia e ingenio, parece un terrible drama de autoayuda que quiere hacernos sentir mejor al salir de la sala y, a través de una cita de John Lennon, intenta convencernos de que «la vida es lo que pasa mientras haces planes”.
Dados el argumento y la profesión del protagonista, El futuro ya no es lo que era podría haber sido una ácida sátira sobre el negocio de los adivinos, pero se queda en azucarado drama con una evolución de personajes esperpéntica y en cuya tesis moral acaba redimiendo el negocio de los adivinos (aunque se haya pasado toda la película denunciando, en boca de Dani Rovira, la realidad falsaria y deshonesta del negocio). Aunque el principio ya nos mentaliza para asumir el relato con indiferencia, los momentos ridículos pueden a llegar a desesperar, y el final tiene uno de los giros más absurdos que se han visto en una sala de cine.
Si bien la mayoría del relato se puede seguir sin bostezar a pesar de la poca chispa y hondura moral, el desenlace parece alargarse hasta el infinito, con ridículas escenas (con un “homenaje” o copia de cierta escena protagonizada por Donny en El gran Lebowski) que podrían ser la conclusión de la película. Sin embargo, el mayor de los bochornos parece reservarse para la última escena del filme, cuando el protagonista conduce por la carretera un DeLorean mientras literalmente explica en off que regresa al futuro y suena de fondo un rock and roll al estilo Chuck Berry en el que es, probablemente, uno de los peores y más obvios homenajes que se han hecho en la historia del cine.
Pese a la buena voluntad de los responsable de la cinta, El futuro ya no es lo que era fracasa como comedia y solo puede entenderse como un atroz drama de autoayuda que no va a entusiasmar ni a los fans más incondicionales de Dani Rovira.
LO MEJOR:
- Las buenas intenciones.
- La humanidad que hay detrás del relato.
- No se hace del todo aburrida.
LO PEOR:
- El «homenaje» a Regreso al futuro.
- El humor no funciona.
- El desenlace.
Pau García