EDITORIAL: BALANCE 48ª EDICIÓN DEL FESTIVAL DE SITGES
El calendario de festivales de nuestra redacción llevaba augurando un otoño bastante completo desde hacía unos cuantos meses: SAN SEBASTIÁN, GALDAR y para poner el broche de oro a octubre, SITGES. Sólo a octubre, porque de momento no hemos arrancado la última página de nuestro calendario de Festivales 2015…
Pero centrémonos en lo que nos atañe: la 48ª Edición del Festival de Sitges, uno de los festivales de género fantástico más prestigiosos (¿o incluso podríamos decir el que más?) de Europa. Como tal, requería una cobertura a su altura y eso es lo que las dos redactoras que acudimos tratamos de conseguir. Aunque hay que reconocer que en ningún momento fue fácil, porque empezar con buen pie dista bastante de ser la definición de cómo empezó la primera andadura de El Palomitrón como medio acreditado en el Festival de Sitges. Podemos decir, para resumir, que la organización no es lo que recordaremos con más cariño de nuestros nuestros diez días de Festival: una de las dos acreditaciones ni se imprimió ni se activó para reservar pases durante las dos primeras jornadas del festival… Y cuando por fin se nos entregó, se hizo sin el código identificativo que era necesario para acudir a los diferentes visionados. Por supuesto, no son detalles que hayan empañado ni lo más mínimo nuestra valoración total del Festival, pero sí son detalles que hacen que los primeros días sean, por poner un adjetivo, menos satisfactorios de lo que hubíeramos deseado.
¡Y eso que no éramos primerizas a la hora de cubrir eventos de este tipo! Una de las dos ya había estado presente en la III Edición del Nocturna Film Festival en Madrid, por lo que tampoco nos pillaba totalmente de nuevas este extraño mundo de acreditaciones, reservas y trámites similares. No obstante, las trayectorias (y trascendencia, aunque sólo sea de momento) de uno y otro festival no son siquiera comparables, por lo que quizá aterrizar en Sitges con el cartel de primerizas colgando en nuestras espaldas, sí que nos hizo ‘resbalar’ en nuestros comienzos. También quizá, por ese mismo motivo de trayectoria e importancia internacional, habríamos esperado que las presentaciones, ruedas de prensa y similares fueran en un idioma que todos los profesionales de los medios acreditados de nuestro país entendiéramos… Y tampoco fue así. Aunque para nada nos malinterpretéis: no tenemos absolutamente nada en contra de que cada uno defienda su lengua: es totalmente respetable a la par que comprensible. De hecho, una de nosotras lo habla y lo entiende a la perfección, por lo que en ningún momento nos supuso un problema para movernos por allí. Pero, la pregunta es: ¿Era ésta la ocasión de utilizar el catalán en lugar del castellano sabiendo que no todos los profesionales (ni tampoco el público) eran de Cataluña?
Sin embargo, como hemos dicho, el ánimo no decayó ni aún así, y menos mal, porque los días que nos esperaban iban a ser moviditos si pretendíamos estar a la altura que un festival de estas características requería. Aunque, ¿sabéis qué? En lo que respecta a esta parte, nos sentimos bastante satisfechas. Siempre se puede hacer más (y mejor), eso es cierto: Siempre se podría haber visto alguna que otra película más, haber conseguido alguna que otra entrevista más (aunque con lo encantadas que acabamos con PACO CABEZAS, casi podemos decir que nos retiramos en la cumbre) .. Sin embargo, las cosas vienen como vienen y para ser nuestra primera vez en el Festival de Sitges, el balance que hacemos de nuestra cobertura a título personal (teniendo en cuenta, sobre todo, la respuesta que hemos obtenido a la hora de lanzar nuestros contenidos) es bastante positivo. Claro que ahora habría que ser más objetivos y pensar en ese momento de autocrítica y reflexión en el que tenemos cierto feedback de lo que os ha parecido nuestro trabajo, así que si os animáis… ¡Aceptamos todo tipo de comentarios! ¡Los buenos son los que más nos gustan! ¡Gracias!
De la misma manera, imaginamos que a los incontables directores (como mínimo, treinta y siete) que presentaban sus obras en Sitges, también les habría gustado que todos los comentarios sobre sus obras fueran igual de buenos que los que nosotras esperaríamos recibir de vosotros. Pero, amigos, nunca llueve a gusto de todos y ante una oferta tan enorme de cintas para visionar, era de esperar que ésta no iba a ser una excepción: Si bien nos hemos llevado sorpresas enormemente gratas con cintas como EL CADÁVER DE ANNA FRITZ (ésta con la consecuente alegría de que además era una obra patria, con talento, sin presupuestos desorbitados y sin la usual retahíla de las mismas caras de siempre a las que el cine español muchas veces nos tiene acostumbrados), YOUTH (¡qué novedad, SORRENTINO molando!), LA PRÓXIMA VEZ APUNTARÉ AL CORAZÓN (¡otra novedad, GUILLAUME CANET comiéndose la pantalla!), THE INVITATION (no sólo nos sorprendió a nosotras), THE FINAL GIRLS (tan original como inteligente), KNOCK, KNOCK (lo sentimos, por aquí no entendemos por qué no ha gustado) o incluso LOVE, de la que teníamos más curiosidad que ganas y al final acabamos incluso sabiéndola apreciar; no vamos a decir que todas nuestras experiencias han sido similares porque no estaríamos siendo francas. Y vosotros tampoco nos creeríais…
Hubo decepciones, y algunas demasiado grandes para lo que hubiéramos querido: filmes como MACBETH o VULCANIA a los que llevábamos tiempo echándoles el ojo se presentaron ante nuestros ojos con más pena que gloria y ante el Auditorio donde se proyectaron con más ronquidos que silencios. Otras, como las indescriptibles LUDO o ENDORPHINE tampoco nos aportaron nada, pero ahí el asunto se queda en tablas: ni siquiera nosotras esperábamos algo muy fuera de lo común de ellas. Si nos sorprendían para bien, ¡estupendo, a nuestra lista de recomendaciones! Si nos sorprendían para mal, ¡estupendo, al cajón del olvido!
Ante todo, en un festival hay que tener claro que en la variedad está el gusto y es muy posible que lo que a nosotras nos ha encantado, a otros les habrá horrorizado y que, sólo en un muy reducido número de ocasiones, nuestra opinión será similar a la de la mitad del público. Pero exactamente ésa es la magia de un evento como éste. Magia que sentimos a cada minuto de metraje y que reside y aumenta con susurro, cada sonrisa, cada lágrima (porque sí, que nos pregunten a nosotras si YOUTH nos arrancó las mismas lágrimas que sonrisas) e incluso con cada suspiro de aburrimiento. Un festival es vivir el cine en su máximo esplendor, volver a concebir una sala de cine como aquellos lugares de reunión que nos parecían incluso extraños en míticas cintas como CINEMA PARADISO e integrarnos de lleno en ella de tal modo que no sentir nada que no sea lo que nos produce la película durante los minutos que ésta dura, no nos entrañe ninguna dificultad. Y podamos aislarnos. Emocionarnos. Vibrar. Disfrutar. Si nos tenemos que aburrir, ¡pues nos aburriremos! Pero habremos saboreado cada minuto de largometraje como si fuera el último y no podremos decir que no hemos aprovechado cada día como si fuera el último.
Y eso, os confieso a título totalmente personal, que es lo que he aprendido y más valoro de mi estancia en el Festival de Sitges. ¿Una profunda y cierta reflexión? Quizá. ¿Una tontería como una casa? Quizá. Pero ahora decidme, con todo esto, cómo nos acostumbramos nosotras a salir de cualquier sala de cine sin aplaudir al final de la película…
¿Nos esperarás el año que viene, Sitges?