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CRÍTICA: LA SOMBRA DEL ACTOR

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A principios de 2012 se estrenó JACK Y SU GEMELA, una película dirigida por DENNIS DUGAN y protagonizada (con doble papel) por nuestro bienquerido y bienhallado ADAM SANDLER que arrasó en los llamados anti-Oscar (premios Razzie) con diez premios de doce nominaciones. En ella aparecía (junto a eruditos de la interpretación como SHAQUILLE O’NEAL) AL PACINO, que sentía inexplicablemente  atracción por Jill, la gemela de Jack, interpretada por el mismo SANDLER disfrazado de mujer (la magia del cine, señoras y señores). También actuaba en ella un compatriota, SANTIAGO SEGURA, un excéntrico millonario que intentaba también seducir a Jill (ADAM SANDLER como mujer parece estar muy solicitado/a), y la trama me parece recordar que se basaba en desavenencias entre los gemelos resuelta, como era de esperar, con una patética moraleja sobre paz, amor y comprensión familiar.

 

Al Pacino Dan Hedaya Dianne Wiest

 

Dejando de lado si JACK Y SU GEMELA era una película sobre un hombre con tendencias travestidas que no se aceptaba tal y como era, profunda reflexión sobre la identidad sexual de las personas escondida bajo capas y capas de oligofrenia, algo así como un TOP GUN de la generación 2000 (más aburrido, menos divertido y peor dirigido), o simplemente era una película mala (malísima), quería recordar una escena de la película en la que, bajo estúpidas circunstancias, Jill rompe el premio Oscar de AL PACINO. Ella, tratando de disculparse, le lanza un dardo más envenenado que haber roto su estatuilla dorada y le pregunta: «seguro que tienes alguno más, ¿verdad?». Con mirada triste, la única respuesta del actor neoyorkino es: «eso cree la gente, pero por desgracia no tengo ningún otro».

Un actor aceptando el paso de los años, la decrepitud, la fugacidad de sus momentos de gloria y las decisiones mal tomadas. Un actor afrontando la depresión. La crisis de identidad del artista. Esos temas trata la nueva película de BARRY LEVINSON, LA SOMBRA DEL ACTOR, mientras se mueve de forma no demasiado cómoda entre realidad, fantasía y ensoñación, en lo que parece ser una muestra de incapacidad de narrativa visual más que una voluntad de trasladar a la gran pantalla la confusión del protagonista de la novela de PHILIP ROTH en la que se basa el guión. Una pena, puesto que la extensa galería de personajes secundarios trastornados que se cruzan en la vida de Simon Axler (el actor al que da vida AL PACINO) tras el reencuentro con la hija lesbiana de unos antiguos amigos (GRETA GERWING) con la que empieza una relación romántica (quizás la única manera de volver a sentirse joven, disminuir la edad de tus amantes) y las reflexiones del mismo sobre su vida tanto profesional como romántica, consiguen que la historia remonte el vuelo en sus momentos más descarrilados y bajos.

 

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AL PACINO, que ha pivotado durante toda su carrera (y más durante los últimos 15 años) entre papeles buenos, buenísimos y malos regalando (respectivamente) geniales, espectaculares e histriónicas interpretaciones, realiza en LA SOMBRA DEL ACTOR la que quizás sea la más comprometida de todas ellas dando vida a un actor que de golpe y porrazo pierde la capacidad de actuar (o la capacidad de saber cuándo hacerlo), o las ganas, o todo a la vez. El actor (PACINO, no el de la ficción) se divierte en la pantalla, se ridiculiza, sufre: se entrega desnudo a la cámara y a los espectadores. Reflexiona sobre su propia decadencia, y se convierte en el pilar sobre el que se sostiene enteramente la película de LEVINSON.

 

LO MEJOR:

  • La actuación de AL PACINO y su personaje.
  • El tramo final de la película.
  • Los excéntricos personajes secundarios que podrían ser sacados de una película de los hermanos COEN.

 

LO PEOR:

  • Las constantes pérdidas de rumbo en la trama.
  • La actuación de GRETA GERWING.

 

Pol Llongueras

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