CRÍTICA: JURASSIC WORLD
Pese a los múltiples errores cometidos en las posteriores secuelas (que desprestigiaron injustamente una de las mejores, sino la mejor, película de ciencia ficción de los noventa), JURASSIC PARK siempre ha tenido una horda de fans que la defendía a capa y espada. Niños (ahora hombres) que crecieron (crecimos) viéndola, que nos enamoramos de los dinosaurios, que pasamos miedo cuando los raptores escapaban de su cerco y que vimos en el tiranosaurio el rey (ya extinto) de la tierra firme. En JURASSIC WORLD (secuela totalmente entregada a darnos el entretenimiento que su predecesora se merecía y merece), el personaje interpretado por JAKE JOHNSON (puesto al servicio de la comedia, pero el más interesante a nivel meta-cinematográfico) es la voz de la audiencia: ese niño pequeño que todos los fans llevamos dentro, que aún se maravilla cuando oye los compases de una de las más famosas comparsas de JOHN WILLIAMS, o que sonríe tímidamente cuando alguien dice la frase «no hemos reparado en gastos».
Pero resulta que no todos somos iguales: en el mundo de JURASSIC WORLD, los dinosaurios (por extraño que parezca) son aburridos. Tras 10 años de la apertura del parque, las especies que antes maravillaban a niños, adultos y ancianos, se han vuelto aburridas y repetitivas: ahora ver a un braquiosaurio en Jurassic World no es demasiado diferente que ver a una jirafa en el zoo de Nueva York, y uno de los protagonistas de la cinta no es capaz de apartar la vista de su teléfono móvil mientras el otrora estandarte del parque, el tiranosaurio rex, se alimenta ante su falta de asombro. El parque en funcionamiento y a pleno rendimiento cambia los animatronics y los sets decorados al detalle del original por el CGI y el croma (cambio a peor, si se me permite añadir), y de la misma forma que los tiempos cambian para el cine, también lo hacen para el parque: la única manera de recuperar clientes es creando un dinosaurio híbrido mediante recombinación genética, algo (en palabras del personaje de IRRFAN KHAN, una suerte de Richard Hammond del siglo XXI) «más grande, más terrorífico, y con más dientes».
El director de la cinta, COLIN TREVORROW (cuyo único precedente en el cine es una interesante producción independiente de ciencia ficción mumblecore llamada SEGURIDAD NO GARANTIZADA), pertenece a la generación que se crió viendo y viviendo el cine familiar de los 80 y los 90. No está de más señalarlo puesto que la sombra de SPIELBERG planea durante toda la película (en las buenas y en las malas), y el mismo TREVORROW (y sus co-guionistas RICK JAFFA, AMANDA SILVER y DEREK CONNOLLY) ejerce en JURASSIC WORLD de juez de la franquicia y nos narra su trayectoria en un divertido (y jurásicamente entretenido) guión que es claro y previsible, pero a la vez un delicioso ejercicio meta-cinematográfico que relega las dos secuelas (la insípida EL MUNDO PERDIDO del propio SPIELBERG y la terrible JURASSIC PARK III de JOE JOHNSON) a pequeños pero sabrosos guiños.
Porqué cuando, al final, el Tiranosaurio Rex ruge posado encima del centro de investigación (atalaya privilegiada des de la que vigila todo el parque) que CASI consigue quitarle el estandarte que le acredita como alma y corazón de la saga jurásica, no es más que la constatación de un hecho corroborado durante toda la película: si las cosas nuevas salen mal, mirar al pasado y buscar ayuda en tus precedentes suele ser la mejor opción.
LO MEJOR:
- Las actuaciones, de notables a excelentes, destacando a CHRIS PRATT, BRYCE DALLAS HOWARD y JAKE JOHNSON.
- El análisis meta-cinematográfico de la franquicia.
- La banda sonora de MICHAEL GIACCHINO.
- Se toma en serio a sí misma, pero a la vez lleva al extremo su argumento.
LO PEOR:
- Visualmente, pierde la batalla comparativa con su predecesora JURASSIC PARK
- El drama familiar al «estilo SPIELBERG» embrutece el resultado.