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CINE CRÍTICAS

CRÍTICA: GAUA

ANTECEDENTES

El fantástico está de enhorabuena cada vez que Paul Urkijo estrena película. Siempre sobrevuelan la noche más terrorífica del año, muy en sintonía con sus mágicos imaginarios, y esta vez hilando más fino que nunca. Siguiendo la senda de Errementari e Irati, Gaua, la noche, se ha desplegado ya en Sitges y San Sebastián. A partir del próximo 14 de noviembre sus sombras y criaturas poblarán las salas de cine.

LA PELÍCULA

Gaua arranca plasmando la marcada dicotomía entre el día y la noche, el mundo que se presume del bien y el que se asocia al mal. Esta visión tan tajante y reduccionista nos lleva directamente al País Vasco del siglo XVII donde una joven esposa, Kattalin, huye de su casa para adentrarse en la oscuridad del bosque. En su camino se topará con tres mujeres que encuentran tras la caída del sol su verdadero espacio y libertad. Como cuentacuentos en torno a una hoguera (aquí lavadero), comenzarán a hilvanar historias que involucran a la propia Kattalin y las gentes del pueblo. Paul Urkijo vertebra una narración capitular (que no antológica) que homenajea a la tradición oral al tiempo que se detiene en algunos de los personajes y leyendas más míticos del folclore nocturno vasco. Inteligentemente los integra y hace confluir en un mismo espacio y tiempo; todos ellos forman parte del retablo mayor que nos pinta Gaua, y que se va completando y creciendo pieza a pieza, a medida que se suceden los capítulos.

Estamos, de largo, ante la película más contemporánea y con más discurso de Paul Urkijo hasta la fecha. Gaua se mueve en tiempos de la Inquisición pero establece un diálogo directo con nuestros días. Aún hoy existen cazas de brujas, a individuos y a colectivos. Los señalados, los “diferentes” siempre han portado el cartel de lo reprochable, lo maldito. Lo corrupto habita en la noche, eso es lo que nos han contado. Gaua tira ese falso dogma, cede el protagonismo a los oprimidos y nos muestra la luz y la belleza relegada a la oscuridad.

Al igual que ocurría con Errementari e Irati, el apartado técnico es para quitarse el sombrero. Gaua se aleja de la épica de la segunda y vuelve a un entorno más recogido, sumándole en este caso la intimidad ambiental de la noche, en la que transcurre la mayor parte del metraje. El efecto está bastante logrado a base de una iluminación que peca si acaso de sobrar más que de faltar, con el propósito consciente de que el espectador pueda percibir nítidamente todo lo que queda a la vista. Quien se haya acercado al cine de Paul Urkijo sabe que al director le gusta ilustrar su bestiario y no quedarse en la sugerencia sino mostrarlo en todo su esplendor. Al igual que ocurría en sus dos películas anteriores, sus diseños son de lo más personal y creativo y, otra marca de la casa, muy tangibles gracias al mimo que siempre pone en combinar efectos prácticos y especiales. 

Con Gaua, Urkijo sigue demostrando que es el mejor embajador que podría tener la mitología vasca. 

ELLAS Y ELLOS

En la película, por supuesto, las protagonistas son ellas. Yune Nogueiras es quién más brilla como personaje central e hilo conductor, guiándonos en un viaje que es una montaña rusa de emociones a flor de piel. Junto a ella, Erika Olaizola encarna la luz y la ternura. Y no se puede pasar sin mencionar que es un placer siempre ver a la tríada de grandes damas del cine vasco que son Elena Irureta, Ane Gabarain e Iñake Irastorza.

LA SECUENCIA

El capítulo de cierre es sin duda el que más va a recordarse. Gaua celebra en su último tramo un multitudinario akelarre en plano secuencia, rodado de forma envolvente para hacer sentir partícipe al espectador. 

TE GUSTARÁ SI…

Si te gusta el cine de Paul Urkijo encontrarás exactamente lo que esperas y más. Para amantes del fantástico y el folclore.

LO MEJOR

  • El precioso mensaje que encierra la película.
  • La atmósfera del mundo de la noche.
  • Desde el diseño de producción hasta las criaturas, pasando por el vestuario de Nerea Torrijos: es una obra de artesanía.
  • La pasión que Paul Urkijo siente por estas historias traspasa la pantalla.

LO PEOR

  • Sus 87 minutos pasan como un suspiro. Dejan ganas de más.

Aitziber Polo

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Criminóloga con sueños de directora. Pisé el cine por primera vez a los dos años. Con siete vi cómo un cocodrilo gigante se zampaba una vaca entera de un bocado en Mandíbulas, y empecé a leer a Stephen King (y así me he quedado). Mi película perfecta tendría guión de los Coen, banda sonora de Zimmer + Horner y plotwist made in Shyamalan.