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IN/SPECTRE: FRENTE A LOS FANTASMAS DEL EGO

Lo paranormal siempre ha formado parte de nuestras vidas. Es un hecho que la mente humana tiende a pensamientos irracionales cuando no encuentra explicaciones para los hechos que suceden a su alrededor. El miedo y la paranoia acaban por convertirse en el origen de historias, leyendas y razonamientos fuera de lo común que nos llevan a desconfiar de nuestro entorno y a especular sobre fuerzas ignotas que manejan los hilos de las sombras fuera de nuestra vista.

Influencias para cientos, quizás miles, de obras, el aspecto paranormal se ha convertido en un espacio difícil de convertir al medio sin caer en recurrencias o simplicidades que se incluyen ya de forma intrínseca en su mística y que reduce notablemente el impacto de una nueva obra. Algo contra lo que parecía luchar en sus inicios In/Spectre (Kyokou Suiri) pero a lo que acaba por sucumbir en su intento, olvidando cúal es el verdadero núcleo de su narrativa.

In/Spectre bajo el prisma de sus personajes

Y es que la obra de Kyou Shidaira (basada, a su vez, en la novela homónima de Hiro Kiyohara) regresa a las corrientes del sintoismo para hacerse eco de uno de sus conceptos más conocidos, el Yaoyorozu no Kami o la creencia en la existencia de una miriada de dioses que cohabitan nuestro espacio físico. Una corriente simple que no se convierte tanto en su protagonista, sino en parte de ese imaginario que hace las veces de atrezo para desarrollar lo que nutre y da fuerza a los mecanismo de su narrativa: las relaciones interpersonales.

Porque si bien Kotoko sacrifica una pierna y un ojo a cambio de poder mediar en las disputas espirituales y Kuro tiene la habilidad de volver a la vida y, para más inri, escoger entre las divergencias temporales del futuro, su punto de partida va mucho más allá de sus poderes y se compone de una magistral entrada de la primera que, sin demasiadas pretensiones, se declara abiertamente a Kuro en cuanto se entera de el chico se ha quedado soltero.

Toda una escena fuera de serie que no busca el innovar ni deconstruir con el género, sino que se apodera del mismo por completo y se lanza a trabajar con un estudio de personajes liderados por la carismática Kotoko para trazar un nuevo camino donde lo relevante, de nuevo, no es tanto el factor paranormal y extrasensorial, sino como sus protagonistas se relación e interactúan entre ellos, formando una carismática puesta en escena que, además, juega con los sentimientos de sus actores y actrices para dar forma a su historia.

Más allá de mononokes y bestias

Es precisamente su capacidad de mantener ambos lados de la cámara lo que hace a In/Spectre arrancar con una fuerza notable. En tan solo un episodio consigue, no solo presentar a sus personajes principales, sino también las tensiones que los llevan a actuar con todas sus particularidades y, además, comienza a tejer este juego en el que se ancla para establecer sus relaciones interpersonales.

Lo más importante de este punto es que después de conocer que ambos personajes se encuentran en un punto medio entre el mundo humano y el espiritual, incluso después de vivir un notable enfrentamiento contra un ser demoníaco, todo lo que importa es que Kuro está soltero, al fin, y Kotoko no parece tener intención de rendirse en su conquista personal. Es un giro extraño, pero que suma muchos puntos a un trasfondo que, si bien resulta lo suficientemente llamativo como para funcionar por sí solo, gana un notable poder al incluir sus intrincadas relaciones.

Por supuesto, esto no deja de ser un engranaje más de su mística y personalidad, pero representa uno tan importante que consigue mantener en movimiento al resto, sin apartar la mirada de ninguno de sus puntos pero reforzando su composición a través de la idea de que Kuro y Kotoko forman una dupla tan interesante que cambia los conceptos a los que nos enfrenta la obra. Una que, recordemos, se ve intensificada por los constantes rechazos de él a las originales actuaciones de ella.

Incluso a lo largo del primer caso al que nos vemos arrojados su relación se convierte en un pilar fundamental de lo que esgrima la obra, mientras nos plantea una situación clásica de un thriller (un asesinato sin resolver) en el que las fuerzas espirituales que influyen no lo hacen en función de una de las partes, sino como meras observadoras en una inteligente forma de jugar con su presencia, destacando, una vez más, la capacidad de la obra para desmarcarse de los puntos clásicos del género.

Perdiendo el rumbo

Sin embargo, todo lo que In/Spectre consigue en sus primeros episodios acaba por desvanecerse cuando llega al inicio del que debería suponerse casi como un summit al juego narrativo que plantea. Porque cuando, mediante un necesario skip temporal, la serie nos mete de lleno en su arco principal, ocurren dos cosas. Y si la primera es que abre las puertas a un conflicto personal mucho mayor del ya existente, la segunda no es tan positiva. Y es que, en base a su propia originalidad la obra acaba por devorarse a sí misma en un arco innecesariamente largo que acaba por desgastarla en exceso.

Se entiende que esta primera temporada tiene como objetivo esclarecer el arco de Steel Lady Nanase y, sobre sus propias pautas, lo cierto es que el planteamiento de la misma resulta especialmente interesante —destacar la existencia de estas criaturas espectrales “modernas”, basadas en el imaginario colectivo— y su resolución (pese a necesitar abarcar un exceso de capítulos) no es para nada insatisfactoria. Incluso se atreve a cortar los hilos que atan una de las principales amenazas a la situción sentimental de la pareja principal. Pero a su vez, In/Spectre parece ahogarse a sí misma, perdiéndose en un mar que ella misma dibuja mientras pide a gritos seguir explorando la fuerza de sus relaciones.

Y es que el salto temporal nos deja en una posición especialmente controvertida, en la que Kuro y Kotoko ya salen juntos, pero con unas reticencias especialmente delicadas por parte del chico. Pero a ello debemos sumar el regreso de Saki al plantel, que aumenta las tensiones entre la pareja y amenaza con destruirla por completo mientras que ambos (tanto Kuro como Saki) dejan claro que lo suyo no tiene forma de volver a existir, haciendo crecer las tensiones y provocando una clara afectación emocional que no pasa nunca desapercibida.

Para más inri, los constantes flashbacks y referencias al pasado amenazan siempre a la psique de sus personajes, dibujando la existencia de Rika, la prima del chico y también su primer amor. Una chica frágil y delicada que resulta compartir la condición de inmortalidad del mismo, llevándonos a entender la retorcida evolución sentimental del mismo, que se ve apartado de la sociedad y la única persona a la que reconocer haber amado por una condición impuesta de la que no puede escapar.

Y es que, de nuevo, son todos estos puntos los que hacen brillar a In/Spectre. Incluso el propio pasado de Karin Nanase resulta ser el núcleo de este arco narrativo, formado a través de su relación —tras su muerte, por supuesto— con los protagonistas. Sin embargo, todos estos puntos se ven sepultados sobre una enorme e innecesaria cantidad de capítulos plagados de teorías, investigaciones y divagaciones sobre la existencia y origen de Steel Lady Nanase que no hacen más que destacar una pérdida del verdadero rumbo de la obra.

Si la pregunta, por lo tanto, es sí In/Spectre es una obra destacable, la respuesta es sí. Por supuesto que lo es. Pero, a su vez, resulta una lástima ver como se pierde en sus cavilaciones y resta el enorme valor que le hace ganar la importancia de sus relaciones a lo largo de la misma. Una apuesta por los valores seguros que olvida la fuerza que pueden tener estos pequeños pero tan notables detalles.

Óscar Martínez

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Escribo más que duermo. Ávido lector de manga y entusiasta de la animación japonesa. Hablo sobre ello en mi tiempo libre.