LOS ANTECEDENTES

Elena Cid se pone a los mandos de la dirección y montaje de Bécquer y las brujas, una historia que explora el misticismo en diferentes regiones de España ligadas a la vida del autor. La directora crea un paseo por la Sevilla, el Madrid y la Zaragoza del siglo XIX mientras descubre la persecución de los seres llamados «brujas» en dicha época y las menciones del escritor a este tema. El tono documental del largometraje de Cid contrasta con la ficción de otras adaptaciones sobre la época que se han llevado a cabo con anterioridad, como el capítulo Tiempo de hechizos de El Ministerio del Tiempo.

La directora cuenta con una amplia trayectoria en el sector audiovisual: a lo largo de su carrera ha trabajado como coordinadora y editora de diferentes producciones de entretenimiento, entre las que se encuentran los más de 200 programas de Cuarto Milenio en los que ha participado desde 2005. Ha desarrollado la faceta de guionista, productora y directora en cinco cortometrajes de diferentes géneros.

LA PELÍCULA

Bécquer y las brujas es el primer largometraje documental de Elena Cid en el que ha decidido centrarse en las Cartas desde mi celda publicadas por el escritor Gustavo Adolfo Bécquer en el periódico madrileño El Contemporáneo. En las epístolas que escribía desde el monasterio de Veruela, donde se encontraba intentando curarse de la tuberculosis, el poeta plasmó la magia propia de la zona.

El documental introduce la vida del escritor, su naturaleza enfermiza, sus circunstancias familiares y su faceta como periodista por encima de la de poeta en aquella época. Habla de la soledad y la separación del mundo que pudo haber experimentado tras su retiro al monasterio, y cómo aquello le ayudó a sumergirse en la cultura de los pueblos que lo rodeaban (lo que incluía el ocultismo) y las consecuencias de no gozar del favor de la sociedad.

Por otro lado, mediante la entrevista a varios historiadores expertos en la vida de Bécquer, la Edad Media y las ciencias ocultas, Cid intenta reconstruir la historia de estas últimas. Para ello recuerdan la primera Inquisición, menos conocida en la historia global, y la segunda, que llegó con la expansión de España a otros continentes. Bécquer y las brujas ahonda en lo que significaba de verdad marcar a alguien como bruja, los castigos civiles y por parte de la Iglesia a los que se enfrentaban las acusadas y las razones por las que se tachaba a vecinas como tal.

El documental de Cid intenta unir lo sobrenatural con lo real y lo literario con la historia, pero el producto final se asemeja más a una mezcla heterogénea que a una mágica unión de hechos enlazados por completo.

LA SORPRESA

La forma en que Elena Cid, mediante sus entrevistados, repasa la historia del ocultismo en nuestro país y pone en perspectiva la persecución a las «brujas» por parte del pueblo llano. Sorprende cómo se compara la Inquisición española con los vecinos de los pueblos y se justifica una mayor crueldad por parte de los segundos.

LA SECUENCIA / EL MOMENTO

Una de las secuencias que más destacan en el largometraje documental llega casi al final, cuando los entrevistados hablan sobre la muerte de Gustavo Adolfo Bécquer. Varios de los entrevistados narran los últimos momentos del escritor, cómo enfermó y la importancia de sus últimas palabras, que habían marcado toda su carrera. Escuchar a los especialistas mientras visualmente recorremos el mismo camino que una vez realizó Bécquer llena la secuencia de magia y nos transmite una sensación de misticismo.

TE GUSTARÁ SI…

Eres un amante de la historia más desconocida de nuestro país o simplemente te interesa el pasado medieval y renacentista de este. También lo disfrutarás si te gusta descubrir qué hay tras los escritos y la vida de uno de los escritores patrios más importante hasta el momento.

LO MEJOR

• El aura de misterio que engloba todo el documental.

LO PEOR

• La escasa conexión mostrada entre la vida de Bécquer con el pasado místico de España y la falta de un narrador que una ambas historias.
• El exceso de entrevistas en los últimos 5 minutos.

María Reinoso