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CRÍTICA: APRENDIENDO A CONDUCIR

 

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De la talentosa mano de ISABEL COIXET nos llega un agridulce relato en el que el amor, la comedia y el drama más social crean un cóctel que puede sorprender a más de uno.

“Pensar en global y actuar en local” es un consejo que suele ser maravilloso para un guión cinematográfico; APRENDIENDO A CONDUCIR es un claro ejemplo de ello. El todo es Nueva York; sí, un tema algo reiterativo en la historia del cine. Pero para abarcar la esencia de una de las ciudades más grandes y bulliciosas del mundo, se nos plantean dos personajes destinados a conquistar el corazón de muchos espectadores. Por un lado tenemos al enigmático y estricto Darwan (BEN KINGSLEY) y, a modo de contrapunto, la enérgica y emocional Wendy (PATRICIA CLARKSON). Él es un inmigrante indio que se gana la vida conduciendo: de día profesor de autoescuela y de noche taxista. Ella trabaja como crítica literaria y se acaba de enterar de que su marido lleva tiempo engañándola. Su matrimonio se ha acabado y todo su mundo parece derrumbarse de un modo imparable. El destino, y la providencial visita de su hija (GRACE GUMMER), la empujarán a hacer algo que la aterra por completo: aprender a conducir.

 

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De esta producción se puede adivinar su delicadeza tan solo con echar un vistazo al equipo que la firma. Para definir el cine de ISABEL COIXET ya se han derramado incalculables ríos de tinta, y parece que nunca se podrá llegar a una conclusión que escape de los gustos personales. Sus películas suelen basarse en dos personajes con vidas tormentosas que, por cosas del destino, se acaban encontrando y transformando la vida del otro. Pasó en MI VIDA SIN MÍ, en LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS, en ELEGY,… y ahora en APRENDIENDO A CONDUCIR. Su cine es de personajes y de relaciones, de intimidad, pero también de humanidad. Aunque la palabra “sensiblero” suele salir de algunas de las detractoras bocas que la critican, es innegable que su indagación sobre la condición humana puede llegar a despertar un algo dentro nuestro. En esta ocasión se ha aliado con astucia con SARAH KERNOCHAN para la realización del guión. KERNOCHAN es conocida en el universo hollywoodiense por sus trabajos como documentalista; ganó el Oscar en 1973 y repitió en el 2002. Viendo su brillante currículo no sorprende que, en este caso, cree unos personajes llenos de veracidad y con unos matices que sorprenden muy gratamente. Pero, aunque el guionista es el “padre” de los personajes, nada sería de ellos si no fuera por unos intérpretes que tiran de oficio y bordan sus papeles. Sir BEN KINGSLEY es uno de los portentos del cine moderno. Sus contribuciones en LA LISTA DE SCHINDLER o GANDHI pasarán a la historia y en APRENDIENDO A CONDUCIR mantiene el exigente nivel que le caracteriza. Su pareja de reparto, PATRICIA CLARKSON, ganó el máximo galardón en el 2003 con RETRATO DE APRIL, pero seguramente es recordada por encarnar a la madre excéntrica de RUMORES Y MENTIRAS y CON DERECHO A ROCE. Aquí nos muestra su sorprendente versatilidad y escapa de la comedia para adentrarnos en los conflictos internos y las crisis de madurez.

 

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La ciudad de Nueva York ha sido el escenario de infinidad de películas, pero la manera de mostrarla ha ido evolucionando a lo largo de la historia. La tendencia estética que parece haberse impuesto durante estos últimos años se acerca al realismo costumbrista que lo inunda todo de mucha más luz y claridad de lo que estamos acostumbrados. SI LA COSA FUNCIONA, APRENDIZ DE GIGOLÓ o EL AMOR ES EXTRAÑO ya nos avisaron de este cambio de predisposición. Pero no es oro todo lo que reluce y, si bien es correcto que nadie es profeta en su propia tierra y que a COIXET le han propinado algunos reproches injustificados por parte de algunos sectores del cine español; cabe decir que en este caso sí es verdad que su obra tiene un aire pretencioso y un resultado algo más irregular de lo esperado. Intentando analizar los complejos “porqués” de este decepcionante regusto que deja APRENDIENDO A CONDUCIR, deducimos que las expectativas de género que se forman durante los primeros minutos quedan sin cumplir; algo muy poco recomendable. Un hombre y una mujer de edades parecidas, ambos provienen de mundos muy alejados, pero conectan enseguida. No hace falta ser un teórico de las tendencias dramatúrgicas para que nos aparezca una señal enorme con letras de neón que reza: COMEDIA ROMÁNTICA. El guión coquetea con esta idea en todo momento y nos induce a esperar los resultados de un género que conocemos de sobras. Pero no, la historia no va por estos derroteros y concluye en un final algo insulso y lleno de decepción. Una pena.

 

LO MEJOR:

  • Las interpretaciones de KINGSLEY y CLARKSON. Un gran ejemplo de trabajo bien hecho.
  • Una creación de personajes llena de veracidad y talento.
  • Una estética modernizada y con consciencia de lo que le pide la historia.

LO PEOR:

  • Una indecisión de género que nos deja entre dos aguas.
  • Una resolución sin sentido que se lleva por delante los grandes puntos positivos que tiene el filme.

 

Adrià Naranjo

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