CRÍTICA: 52 MARTES
En algún momento siempre todos en nuestra vida tenemos o hemos tenido un día especial de la semana. Un día en el que quedamos con amigos o familiares y solemos hacer lo que más nos gusta y comer nuestra comida favorita… Ese día se pasa volando, es como una estrella fugaz e inmediatamente esperamos con ansia el momento de que vuelva. Contamos las horas, los minutos, los segundos, miramos el calendario constantemente, el reloj… para que retorne. El tiempo pasa muy lentamente hasta llegar el día, ese día que vuela. Porque lo bueno rápido pasa y lo malo permanece, no huye. Este es uno de los ejes de 52 MARTES, la primera cinta de la australiana SOPHIE HYDE (productora de SHUT UP LITTLE MAN! AN AUDIO MISADVENTURE) y con la que consiguió el galardón a Mejor Director en el festival de Sundance y el Oso de Cristal a la Mejor Película Generation 14Plus en la Berlinale 2014. El otro eje es cómo una adolescente afronta la decisión del cambio sexo de su madre. Un tema delicado y que lleva en sí un grado de compromiso social en el que cada uno debe encontrarse.
52 MARTES narra la vida de Billie, una chica de 16 años que de repente es sorprendida con la noticia del cambio de sexo de su madre y con motivo de ello tiene que marcharse de su casa durante todo ese proceso a vivir con su padre. Solamente podrán quedar para estar juntas una vez todas las semanas durante unas horas hasta haber pasado un año.
Sensibilidad, transformación, problemas de la adolescencia, deseo, dificultades, inseguridades, miedos… Son algunos de los sentimientos encontrados en el guión de este largometraje de drama familiar lleno de simbolismo que han escrito su propia directora, HYDE, junto a MATTHEW CORMACK. Ambos han construido una deliciosa historia en la que poder entender de forma cronológica (de martes en martes) lo que pasa por la cabeza de una adolescente y su comportamiento tras tener que hacer frente que su madre quiere ser un hombre. Una situación que podría ser un hecho real. Junto a la versión de la chica, se ve el otro lado, el de la madre. Un personaje que no está conforme por cómo es y que lo único que quiere es estar a gusto consigo misma, ser como siente ser y no como le han impuesto la naturaleza, el destino y la sociedad. Respeto, intimidad y compromiso es la forma en la que tratan en la narración del filme un tema tan delicado como es la transexualidad, donde se muestra el cambio físico y psicológico del personaje.
La fotografía y montaje de BRYAN MASON en formato documental separa claramente los martes del año en los que madre e hija se reúnen, los pensamientos de ésta confesándose frente a una cámara de vídeo y los momentos de locura y adolescencia que Billie pasa con sus amigos, mostrando todos los momentos clave. Idea arriesgada (y muy bienvenida, pues falta hace en el cine de nuestros días la valentía) pero que funciona. Y es que el filme y sus 52 martes atrapan a lo largo de los 109 minutos de la película que en ningún momento se hace pesada, sino al contrario, empuja a querer saber más, llegando a abandonar al público en medio de un mar de tensiones a medida que transcurren los minutos del reloj. Ese reloj que ansia los martes. El espectador se pega a la pantalla por completo durante la historia, una historia que cuando desaparece deja hueco para la reflexión.
El reparto lo sostienen los dos personajes principales: la madre y la hija. TILDA COBHAM-HERVEY interpreta a Billie, una niña que a pesar de su edad parece madura, ayuda y quiere a su madre. Un camino que no será nada fácil para ella y en el que irá descubriendo nuevas cosas a la vez que tendrá que asumir el cambio de su madre y el no poder estar todo el tiempo que le gustaría con ella. DEL HERBERT-JANE se encarga del papel de la madre, un hombre atrapado en un cuerpo de mujer que decide pase lo que pase y piensen lo que piensen a querer encontrar su verdadera identidad para vivir feliz junto a su familia.
Completan el reparto MARIO SPATE como Harry, el tío de Billie, un hombre abierto y moderno que podría ser el hermano de la adolescente pero que no siempre tendrá buenas intenciones; BEAU TRAVIS WILLIAMS como Tom, el padre de Billie, que a pesar de la separación de la pareja siempre está ahí; los amigos de Billie, IMOGEN ARCHER siendo Jasmine y SAM ALTHUIZEN como Josh. Una amistad de tres que parece un juego de niños pero que se irá convirtiendo en un arma de doble filo.
Todos éstos, unos personajes a los que se les va viendo una evolución ya no sólo física (más clara en el personaje de James), sino psicológica, de cambio de actitudes, pensamientos…Un recurso utilizado en el guión que se cuenta a través del vídeo que filma día a día Billie. Esta filmación expresa ver las preocupaciones y problemas cotidianos de cada uno. Allí, frente a la cámara la joven libera todo lo que le pasa por la cabeza (preocupaciones, miedos, deseos, sentimientos, odios…).
Película auténtica que llena profundamente, a contracorriente de los arquetipos formales del cine comercial, dejando poso en el espectador. Vale la pena poder disfrutar de historias como ésta en la gran pantalla, porque como se muestra en ella, todos los martes pueden ser una experiencia distinta, intensa e increíble que debemos disfrutar como el último martes de nuestras vidas.
LO MEJOR:
- Poder disfrutar de historias reales con compromiso social.
- El papel de la madre e hija.
- Su guión y montaje.
- El tratamiento de la transexualidad y evolución del proceso.
LO PEOR:
- Que no sea valorado como se merece.