CONTRACRÍTICA: JURASSIC WORLD
Decepción. Decepción de la buena. Esa es la sensación que le embarga a uno según avanza el metraje de la última apuesta de los estudios por recuperar franquicias millonarias. No vamos a hablar del piloto automático con el que los equipos de los grandes estudios de Hollywood (básicamente ejecutivos cuyo esfuerzo está enfocado a la rentabilidad de sus divisiones de negocio) trazan sus apuestas porque ya está el tema muy trillado y ya todos sabemos que lo de innovar está casi limitado al cine independiente y hace tiempo que en el océano de la meca del cine solo quedan pequeños islotes de creatividad en los que solo habitan unos pocos directores consagrados con fuerza suficiente para hacer más o menos lo que les dé la gana.
PARQUE JURÁSICO se estrenó en 1993 y con ella llegó la fiebre por los dinasaurios. Un tsumani jurásico que inundó de animalitos prehistóricos nuestro día a día. Juguetes, merchand, ropa, todo tipo de accesorios, libros, documentales… y no sólo hablamos de consumismo sino que además, y por esto todos los paleontólogos del planeta deberían de estar agradecidos eternamente, el interés y las ganas de conocer más acerca de todo lo relativo a la prehistoria experimentó un crecimiento espectacular. Este hito promocional no habría sido posible sin los apabullantes efectos especiales que gastaba la cinta, un formidable trabajo capitaneado por STAN WINSTON que se ganó por derecho propio su lugar en la historia de la evolución de los efectos especiales en el cine. Más tarde vendrían dos secuelas, que aunque bastante inferiores cuentan con su público defensor, y la esperada JURASSIC WORLD, que ya no sabemos si es secuela, reboot o directamente un spin off con la isla Nublar como protagonista. Pero tranquilos que esta vez, y si las cuentas les salen a los de Mk de Mercedes, el único tsunami que está por llegar es de estrellas, porque vaya tela con los vehículos…
Es difícil describir la sensación de agotamiento que a uno le sacude cuando se enfrenta a la cinta. A las altas expectativas generadas por el correspondiente machaque promocional se une el factor nostalgia, un poderoso aliado y factor definitivo para que la cinta esté cosechando críticas muy positivas en la mayoría de los casos. Y hablamos de agotamiento porque JURASSIC WORLD no ofrece nada (absolutamente nada) nuevo. Es más, se recrea en su falta de originalidad convencida de que el público quiere ver los mismo una y otra vez. Y cuando hablamos de lo mismo nos limitamos a los dinosaurios, vaya por delante, porque el resto de los aspectos son, en el mejor de los casos, muy reguleros.
Para empezar, la maravillosa BSO de Williams que nos ponía (y nos sigue poniendo) los pelos de punta, y aquí volvemos a recuperar esa escena con el helicóptero aproximándose a la isla Nublar, ha sido adaptada en una nueva partitura firmada por MICHAEL GIACCHINO, compositor que recientemente ha presentado la BSO de TOMORROWLAND. El problema ya no es la propia adaptación en sí (¿a nadie le viene a la cabeza a la cabeza LA VIDA ES BELLA en algunos compases?) sino lo alarmantemente desperdiciada que luce ésta. Uno espera escuchar el tema central coronando un magnífico plano aéreo y resulta que la primera vez que lo escuchamos en la cinta es para acompañar varias escenas que ni fu ni fa: los niños en el trenecito, los niños entrando en el parque y los niños entrando en su habitación del hotel para dar paso a un plano general del parque…demasiado tarde. Esta descompensación entre los acordes más brillantes de la BSO y las imágenes que la acompañan se sucede durante toda la cinta en un torpe ejercicio de montaje que desde el primer momento nos deja claro que tras este nuevo parque no está SPIELBERG.
En cuestión de guion, no nos vamos a poner muy pejigueros porque todos vamos a lo que vamos. Sencillito y lineal. Algo esperado (se hubiese agradecido algo más original) y algo que el público está dispuesto a perdonar si el espectáculo funciona como maquillaje. Pero no es el caso, porque no hay espectáculo. Más de 20 años después los responsables de la cinta son incapaces de crear algo nuevo y dedican todo su esfuerzo creativo a volver a colocar a los velocirraptores como reyes de la cinta junto al clásico T. Rex. Como novedad, un nuevo dinosaurio (que básicamente es un T. Rex, no nos vayamos a poner excesivamente creativos…) y una especie de cocodrilo-cachalote mastodóntico que sin duda es el mejor acierto de la película. Con los tiempos que corren, hace falta mucho (muchísimos más) para igualar el nivel de alucine que experimentó el público en 1993.
Esta falta de sorpresa conduce irremediablemente a que el espectador se fije más y mejor en el guion y en los actores, y es aquí donde el film termina por destapar sus enormes carencias. Para empezar porque los personajes son realmente flojos. Solo CHRIS PRATT disfruta de un personaje medianamente atractivo porque el resto de actores tienen que conformarse con dar vida a una galería de tópicos muy sonrojante. BRYCE DALLAS, que parece salida de un ultratecnológico anuncio de Colgate en sus dos primeras secuencias, acaba la película vestida de Lara Croft. Los niños (si se los come el coco-cachalote al principio muchos lo hubiéramos agradecido) se limitan a liarla desde el principio y son muy cansinos. El militar de turno, encarnado por un VINCENT D´ONOFRIO que parece disfrutar del papel como si de una parodia se tratase, está trazado con tiralíneas de serie B. Y así pasa lo mismo con el dueño del parque, el genetista interpretado por BD WONG (actor que ya interpretaba al jefe de genetistas del primer parque jurásico), y suma y sigue… Todos ellos, los personajes, carecen de carisma y resulta casi imposible enfatizar con cualquiera de ellos. Una auténtica galería de desatinos.
Pero esta galería de tópicos en el caso de los personajes solo es la punta del iceberg, porque el argumento nos guarda momentos nuevos e inesperados que parecen ideados por los creadores de los fenómenos juveniles del cine reciente. Ojo a ese CHRIS PATT arreglando su moto (moto retro, porque él es un tipo genuino) y bebiendo su botellín de Coca Cola (el botellín clásico, porque él es un tipo genuino) en su refugio en el bosque (En Estados Unidos no hay vaquero moderno que se precie que no viva en un rulotte, dando la espalda al progreso y sus falsedades) o a esa hilarante despedida de controladores que aunque tiene su gracia, no deja de parecer totalmente fuera de lugar en un film de esta naturaleza. Y por aquí lo nuevo, porque el resto es desgraciadamente lo mismo. sustituimos los jeeps por una burbuja de cristal y lista escena con los niños en peligro. Ponemos al japo a pilotar y listo el homenaje a las secuencias de helicóptero. No se olvidan tampoco de las escenas en las que se alimenta a los animalitos, ni ese encuentro con un dinosaurio moribundo, calco de la que ya vimos en la película original pero cambiando el Triceraptor por algún pariente de los Brontosaurios. Pero lo que más llama la atención son esas secuencias de pánico de masas, que parecen salidas de la saga AGÁRRALO COMO PUEDAS. Un despropósito a casi todos los niveles que no está a la altura de lo que se espera.
Y visto esto, nos vamos al apartado técnico. La repetición y la dejadez de la que adolece al guion se traslada eficazmente a los apartados técnicos, especialmente el diseño de producción, que se limita a actualizar los espacios del clásico de SPIELBERG (el hall del parque recreativo parece el mismo, con sus esqueletos y sus curvas) o abusar de los nuevos espacios, como es el caso de la Avda. principal del parque, usada más de una docena de veces como si no nos diéramos cuenta de que el mismo espacio una y otra vez. Todo despide una falta de interés muy alarmante.
Para redondear la fiesta, la batalla final entre el T. Rex y nuestro reptil transgénico. Un set-piece final que confirma lo que llevamos viendo durante todo el metraje y compila el verdadero espíritu de la cinta: esto no hay por donde cogerlo. Una pelea más o menos vistosa (la pelea entre el KING KONG de JACKSON y los tres T. Rex, rodada hace ya diez años, se la come con patatas) que recuerda demasiado al final de PARQUE JURÁSICO, con la leve diferencia de que cuando todo está perdido para el T. Rex…¡sorpresa! aparece un Velociraptor con ínfulas de héroe para echar un cable y reconducir el combate. Así, los voraces animales insignia del primer parque acaban redefinidos como una suerte de héroes (o DinoSheriffs) dueños y señores de la isla Nublar, a los que no les molan nada los forasteros. Y es que si Kong era el rey en isla Calavera, el T. Rex lo es de isla Nublar.
Vista JURASSIC WORLD, dan ganas de meterse toda la fase III de marvel seguidita.
LO MEJOR:
- El coco-cachalote.
- Los puntos que suma, gracias a estas mediocridades, en su abultado marcador PARQUE JURÁSICO.
LO PEOR:
- Los extras (todos) y la planificación de sus escenas.
- Parece mentira que esta nueva película se haya aprobado en los despachos de la Major correspondiente.
- En breve, y con lo que está por venir, se olvidará.
*Contrasta con la crítica de Po Llongueras (4/5)
jajajajaja 500 millones en un solo fin de semana …. el publico ha hablado …. a ti que te coma el El coco-cachalote.
Michael Giacchino no compuso la banda sonora de ‘Mad Max: Furia en la carretera’, sino Tom Holkenborg, conocido como Junkie XL. A ver si nos informamos mejor antes de dárnoslas de entendido.
Absolutamente toda la razón. Se nos ha metido en la cabeza MAD MAX en vez de TOMORROWLAND, que es la recién estrenada de este compositor. ¡Gracias por avisar! Lo rectificamos inmediatamente:)