CHAPPIE: LO DIVERTIDO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Hay películas que parten de algo sencillo y eso las hace grandes. Luego están las que parten de algo poco complejo pero tratan de complicarse y es ahí donde se pierden. Porque al final, lo que triunfa es el detalle e ir a más tan solo por aparentar las hace débiles. Como suele decirse, menos es más, y CHAPPIE, la última película del director sudafricano NEILL BLOMKAMP, es más grande cuanto más anecdótica se muestra.
CHAPPIE cuenta la historia del primer robot con inteligencia artificial de la historia. En una ciudad, JOHANNESBURGO, en la que las altas cotas de violencia callejera han provocado la necesidad de crear un cuerpo policial formado por robots altamente cualificados, el ingeniero Deon Wilson (DEV PATEL) logra desarrollar la primera máquina capaz de mostrar sentimientos. Este robot es CHAPPIE, y será utilizado como moneda de cambio por parte de dos criminales, Ninja y Yolandi (integrantes de DIE ANTWOORD) para llevar a cabo sus delitos. La película supone la vuelta cinematográfica del director NEILL BLOMKAMP a su país, SUDÁFRICA, y es su proyecto previo antes de ponerse a rodar la esperada quinta parte de la saga ALIEN.
El planteamiento parece sencillo y no especialmente novedoso en un año en el que la inteligencia artificial parece adueñarse de nuestras pantallas (EX MACHINA, AUTÓMATA, etc.), pero el gran valor de CHAPPIE no reside en el progreso tecnológico. Las emociones en CHAPPIE se asumen desde el momento en el que su creador logra la fórmula correcta para darle vida. Lo significativo de CHAPPIE se encuentra en lo concreto. Un robot que es educado en la cultura zef y que aprende a hablar como el más guay de entre los raperos y que se viste y aprende a andar como uno de ellos, divierte y sorprende a la vez. Porque a ese punto es al que debería resumirse para que la película funcione. Pero si BLOMKAMP ya en su aclamado debut (DISTRITO 9) lograba hacernos reflexionar acerca de la discriminación racial y en su no tan valorada segunda película (ELYSIUM) ahondaba en las diferencias de clase, en CHAPPIE pretende hacernos pensar en las diferencias culturales y sociales, en cómo los seres vivos nacen en blanco y se moldean a través de su educación y los recursos que están a su alcance. Pero el director parece quedarse en el intento, transmitiendo esa idea de que la fortaleza de CHAPPIE reside en su capacidad para entretenernos, enganchándonos a las aventuras de un bebé de acero que sólo quiere jugar con los niños grandes.
BLOMKAMP intenta abarcar demasiado en un proyecto que podría ser grande con sólo sus cuatro líneas fundamentales, pero que al final se complica logrando dar explicación incluso a la conciencia. Quizá CHAPPIE sea la película menos social de BLOMKAMP, pero eso no la hace débil, sino más fuerte. Como ficción, sólo tenemos que aceptar que crear a CHAPPIE es posible, y el resto consiste en dejarse llevar. Probablemente gran parte del mérito de hacernos reír o llorar con CHAPPIE lo tiene SHARLTO COPLEY, quien da voz al personaje. Junto a él brillan los integrantes de la banda de electrónica sudafricana DIE ANTWOORD, aunque demuestran que el trabajo interpretativo consistió en hacer de sí mismos. Que YOLANDI VISSER use una pistola rosa o NINJA (pseudónimo de WATKIN TUDOR JONES) se pasee por lo más bajo de JOHANNESBURGO, no son más que caricaturas de lo que realmente la cultura zef representa y funciona, una vez más, como retrato de la sociedad sudafricana que tanto el director como los artistas comparten. Junto a ellos encontramos a HUGH JACKMAN (y un difícil corte de pelo) como antagonista absoluto, en una lucha por separar los valores religiosos y la idea del alma de los avances tecnológicos. También vemos a SIGOURNEY WEAVER, demostrando ese cliché de sobras conocido de que al final no es la ciencia la que define el progreso, sino el dinero.
Todo esto da como resultado una película gamberra a la vez que entretenida, pero que necesariamente tiene que huir del marco de lo moral o la crítica social para convencernos. Y, aunque la experiencia final, sea la de que todo esto te suena o que ya lo has visto antes (CORTOCIRCUITO, ROBOCOP…) la clave está en que BLOMKAMP, como el Doctor Frankenstein, ha sabido crear a su propio monstruo, aunque éste hable el lenguaje de la calle, luzca colgantes de oro y lance shurikens para librarse de la autoridad.
LO MEJOR:
- La personalidad de Chappie.
- El retrato de la cultura Zef.
- Entretenida por encima de todo.
LO PEOR:
- El intento de reflexión.
- El corte d epelo de HUGH JACKMAN
- El parecido con otras películas similares.
Muy, muy buena película que si bien el final no es el mejor del mundo vale la pena verla, trae nuevamente en casi un remake, una excelente, emocionante e inspiradora história que nuevamente coloca sobre la mesa y cuestiona las definiciones de alma, conciencia y vida.
Alguien recuerda a cortocircuito?